La Covid 19 ha provocado la peor crisis económica mundial desde los tiempos de la Gran Depresión, hace ya casi cien años. El desempleo creciente, el cierre de comercios y empresas, la falta de financiación de los autónomos, el desplome de los diversos sectores productivos, y en especial el de turismo y servicios, tan asociado a la economía balear, el desbocamiento del déficit público, y la parálisis de la demanda, han dado origen a un panorama desolador que, según los analistas, podría empezar a remontarse en 2021 siempre y cuando la nueva vacuna contra el coronavirus arroje los resultados esperados. Sin embargo, estos mismos expertos auguran que, en el mejor de los escenarios, la economía, en el caso de las sociedades occidentales, no recuperará los niveles anteriores a la pandemia antes de 2023.
Los datos, fríos y cruentos, que está dejando atrás la crisis de la Covid en el ámbito socioeconómico, a tenor de las medidas excepcionales de control y prevención del virus y el freno de la actividad productiva, son auténticamente demoledores. La estimación es que a la conclusión de este infausto año 2020 la economía mundial se haya contraído un 5 por ciento en vez de crecer el 2,5 por ciento, como se preveía antes de la alarma sanitaria. En consecuencia, y aplicando estos cálculos, más de una cuarta parte de los puestos de trabajo corren el riesgo de desaparecer.
Ningún país se salva de los efectos letales del coronavirus, pero, como es lógico, la recesión está castigando más duramente a unos territorios que a otros, circunstancia que está muy relacionada con la circunstancia de cuáles son los sectores preponderantes en un determinado país o región. En Baleares, la dedicación casi exclusiva al turismo y a sus actividades asociadas (la denominada ‘cadena de valor’) ha generado las peores cifras de España en cuanto a depreciación de la economía, y también uno de los contextos menos halagüeños en el marco global de la Unión Europea.
Más de una cuarta parte de los puestos de trabajo a nivel mundial corre el riesgo de desaparecer a causa de la crisis económica suscitada por la Covid
Por otra parte, la aparición de la denominada ‘segunda ola’ del coronavirus condenará a la economía española a una nueva caída del cinco por ciento en el cuarto trimestre de este año, acumulando un retroceso próximo al 12 por ciento en el conjunto del ejercicio, según el estudio llevado a cabo por la Fundación de Cajas de Ahorros (Funcas).
Dentro de esta evolución negativa, Balears pulveriza todos los registros a nivel nacional, con nada menos que un 22 por ciento en el decrecimiento del Producto Interior Bruto (PIB). La otra Comunidad insular, Canarias, ocupa el segundo lugar en esta tendencia de declive, con casi un 18 por ciento de desescalada del PIB, y les siguen en el ránking Madrid (13.6 por ciento) y Catalunya (13,5).
DESPLOME ASIMÉTRICO POR SECTORES Y TERRITORIOS
Al igual que existe un proceso de asimetría en la caída de las economías regionales, esta misma dinámica se repite en el caso de los sectores. De todos ellos, el de servicios es claramente el más perjudicado por las disposiciones sobre limitación de la movilidad introducidos a causa de la crisis epidemiológica, y, si nos ceñimos a Balears, su depreciación alcanza, según este mismo informe, un devastador 39,8 por ciento frente al 17,3 por ciento de la media nacional y el 29,6 por ciento de Canarias. Nuevamente, las dos autonomías insulares son las que salen peor paradas en estas funestas previsiones.
El sector servicios es claramente el más perjudicado por las restricciones y limitaciones que han debido aplicar las administraciones
El efecto de paralización de la economía ya empezó a proporcionar signos desalentadores a partir del mismo inicio de la emergencia sanitaria. El 16 de marzo, apenas dos días después del anuncio del Estado de Alarma, la Bolsa española experimentaba una caída del 31 por ciento, mientras que en ese primer trimestre el PIB global se contrajo un 5,2 por ciento y el consumo en los hogares lo hizo en un 6,6 por ciento, tal como recoge un estudio elaborado por la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), que calculó una caída del PIB del 14 por ciento en el siguiente periodo, el que va de abril a junio.
Al mismo tiempo, otra fuente digna de crédito, el Instituto Nacional de Estadística (INE), constató que el Índice de Producción Industrial (IPI) se había reducido en un 11,7 por ciento en marzo y en un demoledor 33,6 por ciento en abril, un registro incluso superior al de la crisis financiera de 2008, cuando la contracción alcanzó, un año después, el 28,4 por ciento. Dentro de este tipo de actividad económica, los desplomes más acusados se daban en los sectores de fabricación de automóviles (92 por ciento), la confección textil (77,2), y la manufacturación de cuero y calzado (73,5).
EVOLUCIÓN DEL PIB
Una de las consecuencias de este frenazo sin paliativos de la economía será, en el caso de España, la práctica igualación de los niveles de renta y PIB de los diferentes territorios. En un país acostumbrado a crecer a dos velocidades (la rápida, imprimida por las Comunidades consideradas ricas, de las que Baleares siempre ha formado parte desde que existen series estadísticas al respecto; y la lenta, que caracteriza a las regiones más pobres), esta histórica asimetría ha tendido a igualarse a medida que los datos económicos de 2020 se han ido consolidando.
Balears registra el mayor desplome del PIB en España, con una previsión de caída del 22 por ciento, casi el doble que la media nacional
Como ya se ha dicho, el mayor desplome del PIB en este año de la pandemia le corresponde a Balears, con un 22 por ciento, y esta caída hará que, por primera vez desde que se contabiliza la evolución de la riqueza por territorios, las islas se hallarán por debajo de la media española tanto en PIB como en renta per cápita. De hecho, el empobrecimiento a efectos del conjunto del Estado alcanzará una media del 12 por ciento, claramente inferior al de Baleares.
Por el contrario, la denominada ‘España de vía lenta’ o también ‘España menos rica’ equipará la diferencia con otras Comunidades gracias a que los efectos de la pandemia a nivel económico han sido menos acusados en estas regiones. De esta manera, el PIB de Murcia se contraerá tan solo un 7,3 por ciento en este 2020, convirtiéndose, si estas previsiones se cumplen, en la autonomía menos penalizada por la crisis de la pandemia. El declive de la riqueza también será menor en Castilla la Mancha (7,5 por ciento) y Extremadura (7,9 por ciento).
Ahora bien, como muy bien han apuntado algunos analistas, esta reducción en la brecha del PIB no será el resultado de la introducción de mejores pautas de desarrollo en estas Comunidades, sino el fruto directo del mayor empobrecimiento de los territorios que hasta ahora habían capitaneado la evolución de la renta en España.
ESTRUCTURA PRODUCTIVA Y EMPLEO
En el informe de Funcas se dedica un apartado especial al caso de Balears, y se incide en que su estructura productiva es la que parte con una mayor desventaja en este contexto general de recesión, debido, en primer lugar, a su dependencia del sector que más decrece (turismo y servicios) y, al mismo tiempo, porque el peso de las actividades menos afectadas (administraciones públicas, agricultura e industria alimentaria) es menor en las islas si se compara con otros territorios del Estado: apenas un 16 por ciento frente a la media nacional del 23,8 por ciento. La estadística, si nos atenemos al sector servicios, es exactamente la inversa: en Balears su peso es del 41,4 por ciento, el más elevado de España, cuyo promedio, contabilizando el conjunto de las Comunidades, es del 28,6 por ciento.
En las islas, el peso del sector servicios alcanza el 41,4 por ciento frente al 28,6 del conjunto del país. Esta es la principal razón de que el archipiélago lidere todas las estadísticas negativas de la crisis
En cuanto al mercado laboral, las noticias no son precisamente esperanzadoras. Ciertamente, la pérdida de puestos de trabajo ha podido ser amortiguada, en España, gracias a la puesta en marcha de los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) y, en menor medida, a las ayudas excepcionales destinadas a los autónomos, un colectivo que, en cualquier caso, sigue demandando actuaciones más ambiciosas para garantizar la continuidad de sus empresas.
No obstante, y a pesar de todas estas iniciativas, la estimación general es que España no recuperará los niveles de empleo anteriores a la pandemia hasta el año 2025. Y en este angosto escenario, de nuevo las comunidades insulares, Balears y Canarias, presentan las peores cifras de desocupación asociada a la crisis del coronavirus, tanto en las estadísticas que contabilizan el número de afiliaciones de la Seguridad Social como en términos de empleo efectivo, es decir, descontando los trabajadores en ERTE y los autónomos que han accedido a prestaciones extraordinarias a causa del cese de sus actividades. Y nuevamente, dentro de esta igualación de la asimetría regional a la que antes se aludía, Murcia, Extremadura y Castilla la Mancha registran los datos más benignos en cuanto a destrucción del tejido laboral.
Las peores cifras de desocupación asociada a la alarma sanitaria se centran en las comunidades insulares, Balears y Canarias
A nivel nacional, las cifras del paro se situarán este año por encima del 17 por ciento, y apenas recortarán unas pocas décimas en 2021, siendo las pequeñas y medianas empresas, y particularmente las vinculadas a la restauración, las que experimentarán un mayor declive del empleo, destruyéndose cuatro de cada cinco empleos que existían antes de la crisis pandémica.
DESPLOME DEL TURISMO
En Balears, el frenazo en seco de la industria turística se halla detrás de la grave recesión que amenaza a las islas con un retroceso de varias décadas en términos de nivel de riqueza y el bienestar social. Las medidas sobre cierre de fronteras, la cancelación de alojamientos y paquetes vacacionales, las exigencias sobre cuarentenas a los viajeros, la elaboración de ‘listas negras’ de admisión de pasajeros en puertos y aeropuertos en función de la procedencia del usuario y, en consecuencia, la clausura prácticamente completa de la oferta hotelera de las islas, han propiciado que una actividad que históricamente ha contribuido a emerger la capacidad de riqueza y empleo del archipiélago se haya quedado, directamente, sin ingresos para mantener su volumen productivo.
El inicio de la pandemia se llevó por delante la temporada de Semana Santa, que tradicionalmente supone el comienzo del periodo más álgido de la actividad vacacional en Balears. Con el descenso de casos antes del verano y la finalización del Estado de Alarma, el sector recuperó tímidamente esperanza de que la promoción suscitada con ocasión del establecimiento de corredores seguros con el mercado emisor más importante, Alemania, pudiera salvar, al menos, una parte de la temporada estival, la más importante en cuanto a volumen de usuarios y negocio.
La aparición de nuevos brotes justo antes del verano arruinó las expectativas de la industria turística de tener la posibilidad de rentabilizar, al menos, una parte de la temporada alta
No fue así. La aparición de nuevos brotes a partir del verano arruinaron ese débil resquicio de ilusión y, a partir de junio, los meses fueron transcurriendo con la constatación, cada vez más evidente, de que Baleares, la capital turística del Mediterráneo, iba a tener que sobrevivir el largo y duro invierno sin haber acumulado apenas ingresos durante la temporada alta.
AEROPUERTOS BAJO MÍNIMOS
Los datos resultan elocuentes al respecto. En mayo, habían llegado a España algo más de 43.000 viajeros, es decir, un 99,5 por ciento menos que en el mismo mes del año anterior. En consecuencia, las pernoctaciones en los establecimientos hoteleros, en idéntico periodo, registraban un descenso del 99,2 por ciento.
HOTELES SIN CLIENTES
A consecuencia de este proceso, el negocio hotelero, que antes de la pandemia era el más próspero y rentable en Balears, y también en España, ha sufrido una convulsión inimaginable. Así, en plena plena segunda ola de la pandemia, más de 550 hoteles están a la venta en el conjunto del país, un 19 por ciento más que en el mes de marzo, justo cuando estalló la crisis sanitaria, alcanzando un valor superior a los 1.200 millones de euros, según los datos facilitados por el portal inmobiliario Idealista.
De estos establecimientos, 59 están localizados en Balears, donde la proporción de hoteles que buscan un comprador se ha incrementado en un 84 por ciento, batiendo de nuevo todos los registros estatales. Para hacernos una idea, en Canarias el aumento en la oferta de venta de hoteles se acerca al 37 por ciento, en la Rioja se sitúa en una cifra muy inferior (19 por ciento), y en Andalucía y Galicia muestra registros mucho más elevados, por encima del 45 por ciento, pero aún muy lejos de la estadística balear. No obstante, las islas pueden presumir, al menos, de acoger al establecimiento más caro de todos los que se ofertan: un hotel de Sant Joan de Labritja, en Ibiza, cuya transacción está estimada en 52,5 millones de euros.
Descenso sin precedentes del número de pernoctaciones hoteleras en Balears, con un escalofriante 97 por ciento, según datos del pasado octubre
Este afán por deshacerse de las propiedades hoteleras no resulta extraño si se tiene en cuenta que, en el caso de Balears, las pernoctaciones disminuyeron un escalofriante 97 por ciento en apenas un año, si se toma como referencia el mes de octubre: 5,8 millones en 2019 y apenas 169.152 en 2020. Así se recoge en el informe sobre Coyuntura Turística Hotelera publicado por el INE, que asigna a Baleares un descenso más leve, del 52,6 por ciento, en el número de pasajeros que llegaron a las islas en septiembre.
De esta manera, el grado de ocupación de las plazas hoteleras se redujo a una media del 19,3 por ciento frente al 63,4 por ciento de 2019, con un aumento en los fines de semana de hasta el 21,7 por ciento. Paralelamente, la estancia media en Balears se acortó a 2,57 días, cuando en octubre de 2019 era de 5,74, y los precios de los alojamientos se redujeron un 3,65 por ciento, representando, en este caso, el descenso más moderado de todo el país.
PEQUEÑO COMERCIO Y CADENA DE VALOR
En función de todos estos datos, un informe elaborado por la Alianza para la Excelencia Turística Exceltur estima que los niveles de PIB turístico y los ingresos por turismo extranjero del año 2020 serán equivalentes a los de hace un cuarto de siglo, con una caída de la actividad de 106.000 millones de euros, a nivel nacional, de los que 13.047 corresponden a Balears.
Los negocios de alquiler de automóviles y las agencias de viaje se han visto arrastrados por la hecatombe económica registrada por la actividad vacacional
Igualmente, el tejido productivo asociado a la industria vacacional o cadena de valor turístico ha sufrido directamente las consecuencias del desplome de la principal actividad económica de las islas. Uno estos sectores ha sido el de alquiler de coches, cuya estimación en cuando al descenso del volumen de facturación rondará el 80 por ciento, en función de los cálculos realizados por el propio colectivo. No en vano, según la Federación Nacional de Vehículos de Alquiler (Feneval), el 85 por ciento de las operaciones que se llevan a cabo en este sector dependen de las contrataciones turísticas.
En la misma situación crítica se hallan las agencias de viajes, cuyas previsiones sobre cierre de establecimientos ronda el 60 por ciento a consecuencia de la pandemia, según los datos facilitados por el propio sector, que estima una caída de la facturación del 70 por ciento en 2020 y, si el escenario sanitario se recupera aunque sea solo relativamente, de un 40 por ciento al año siguiente.
Por su parte, las ventas del comercio minorista han registrado en octubre un descenso del 12,1 por ciento interanual en Balears, mientras que el empleo en el sector anota una caída del 9 por ciento, según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Estas cifras sitúan a Balears como la segunda Comunidad con un mayor descenso en las ventas de este colectivo, solo por detrás de Canarias. De hecho, si se contabiliza tan solo el transcurso de este 2020, el archipiélago balear ocupa la primera posición, con un 17,7 por ciento desde enero.
El comercio minorista experimenta en Balears una encrucijada peligrosa que pone en peligro su supervivencia: un gran número de tiendas no ven factible continuar con su actividad
En cuanto a la ocupación, Balears se adjudican una vez más el peor registro del país y encadena siete meses consecutivos liderando la pérdida de empleo en el comercio minorista, seguida de Canarias (-6,6 por ciento). Estos números estadísticos resultan claramente apreciables en las calles de Mallorca, Menorca e Ibiza. En la mayor de las islas, la Asociación del Pequeño y Mediano Comercio (Pimeco) ya vaticinó en su momento que un buen número de establecimientos y tiendas del centro de Palma no recuperarían su actividad a pesar del levantamiento del estado de alarma.
CRISIS DE LA RESTAURACIÓN
Así, un estudio de la entidad patronal, llevado a cabo sobre el terreno en algunas de las calles más céntricas de la capital balear, constató, durante el proceso de desescalada, que 83 comercios que antes de la crisis permanecían abiertos al público, habían bajado definitivamente la persiana a causa de la falta de ingresos y la imposibilidad, en muchos casos, de hacer frente no solo al coste de los alquileres sino también a las exigencias tributarias de la Administración.
Dentro del contexto de las empresas de menor tamaño, hay que subrayar, por su importancia económica y estratégica en Balears, la negativa evolución del sector de la restauración en Balears. Las estimaciones del sector es que, si no fuera por la venta a domicilio , cerca del 40 por ciento de los restaurantes de las islas se verían obligados a cerrar sus puertas en los próximos meses. Así se recoge en el informe ‘Estudio Deliveroo: Expectativas de los restaurantes 2021’.
Otro sondeo, en este caso llevado a cabo por la organización patronal Pimem-Restauració sobre datos correspondientes al mes de septiembre, ha constatado plenamente una reducción en la capacidad de oferta y en las ventas en el sector que se ha ido acentuando a medida que ha ido transcurriendo el tiempo.
Cerca del 40 por ciento de los establecimientos de restauración de las islas habría tenido que cerrar sus puertas si no hubieran podido acogerse a la opción de la venta a domicilio
El estudio refleja que la apertura de locales en septiembre se hallaba a un 53 por ciento del total del sector, frente al 65 por ciento del mes anterior, y se hacía eco de la creciente intención de los empresarios de los empresarios de restauración a cerrar o hibernar sus negocios, una determinación a la que pretendía acogerse, en ese momento, el 45 por ciento del global de la oferta, es decir, prácticamente uno de cada dos locales.
Otro dato que se desprende del informe es la caída de la facturación, que en septiembre se estimó en un 62 por ciento respecto al mismo mes de 2019. En agosto, la revisión anual en términos comparativos arrojaba un descenso del 55 por ciento.
A nivel de conclusiones, Pimem-Restauració destaca en su estudio que se confirma la tendencia de contracción del sector, tanto en capacidad ofertada (del 50 por ciento, aproximadamente) como en ventas reales, ya que un 55 por ciento de negocios ha disminuido sus ventas en un 70 por ciento o más. Con vistas al futuro, el informe refleja que se anticipa esa tendencia a la contracción, con el 45 por ciento del sector en hibernación o en proceso de cierre.
AYUDAS DE LA ADMINISTRACIÓN
Frente a estas expectativas, los diversos sectores económicos, y especialmente el turismo y la restauración, no han cesado en su empeño de solicitar la intervención de la Administración para que les ayude a aliviar su precaria situación. Buena parte de estas propuestas han caído en saco roto, en especial las relativas a la condonación de los pagos tributarios; otras, en cambio, han sido relativamente atendidas, aunque la cuantía económica destinada por las instituciones públicas no ha satisfecho completamente las aspiraciones de estos colectivos en un contexto marcado por las restricciones en aforos y las limitaciones en los servicios a los clientes.
Entre los planes de reactivación arbitrados desde el Gobierno central cabe destacar la inversión de 100 millones de euros anunciada por el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, con vistas a los próximos tres años, para apoyar la recuperación de la actividad vacacional en Baleares. En 2021, concretamente, está previsto una inyección económica de 20 millones, según recoge la Ley de Presupuestos Generales del Estado, donde se dedica un apartado completo a la financiación de actuaciones en las islas para abordar las consecuencias del desplome turístico.
Para las empresas, resulta primordial que lleguen más ayudas de la Administración y que se arbitren medidas urgentes de condonación de las obligaciones tributarias
En cualquier caso, los paquetes de ayudas y prestaciones arbitrados desde el Estado para amortiguar la caída sin precedentes de los números macroeconómicos abarcan diversos instrumentos que, no obstante, no saldrán gratis a las arcas públicas. De hecho, un informe refleja que, contabilizando tan solo los avales del ICO, el agujero en la Hacienda española superará los 2.100 millones de euros, y constata también que si de verdad se pretende favorecer la supervivencia de la mayor parte del tejido productivo la cantidad que debería ponerse sobre la mesa en auxilio de los diversos sectores no puede ser inferior a los 136.000 millones.
PRÉSTAMOS Y ERTE
Los avales son, en este sentido, una de las mediciones que más repercusión aspiran a tener en el objetivo de la reactivación. Recientemente, el Gobierno ha dado a conocer la ampliación hasta el 31 de junio de 2021 del plazo para la solicitud de los préstamos avalados por el Instituto de Crédito Oficial (ICO), mejorando, además, las condiciones del perceptor con la introducción de un periodo de carencia de dos años frente a los doce meses anteriores, y un plan de vencimiento a ocho años, tres más que en la normativa anterior.
Cabe recordar que en el mes de julio el Ejecutivo lanzó una nueva línea de préstamos ICO por valor de 40.000 millones de euros directamente orientados a las empresas, tras agotarse la primera partida de 100.000 millones.
Otros ‘salvavidas’ fletados por el Gobierno se dirigen expresamente a paliar la situación de los parados. Por una parte, hay que hacer mención al subsidio extraordinario destinado a los desocupados que extinguieron sus prestaciones durante los meses en que permaneció vigente al Estado de Alarma. Teóricamente, esta línea de ayuda podría beneficiar a unos 250.000 demandantes de empleo, si bien ni la cuantía ni la duración de la prestación se caracterizan por su excesivo margen: límite de tres meses y unos 430 euros por paga.
Los ERTE, que han debido ser prorrogados, han contribuido a amortiguar la caída del empleo, mientras que para las empresas se han articulado los avales de los créditos ICO
En cualquier caso, la gran apuesta del Gobierno en relación al mercado laboral han sido los ERTE, finalmente prorrogados, tras arduas negociaciones entre los ministerios competentes, las entidades sindicales y las organizaciones patronales, hasta el 31 de enero del próximo año. Las disposiciones sobre los ERTE fijan también que las prestaciones de paro no se contabilicen mientras el trabajador permanezca en esta situación. El asalariado, no obstante, no cobra, durante su acceso a ERTE, la totalidad de su nómina, ni tampoco es el Estado el que cubre por completo el salario sustitutorio.
PRESTACIONES SOCIALES
Los recursos para sufragar esta prestación, cuya percepción supone para el empresario la aceptación de la exigencia de no llevar a cabo despidos, procederán en buena parte de la Unidad Europea, que ha aprobado formalmente un fondo de 100.000 millones de euros dirigidos al fomento y la protección de la ocupación laboral.
En cuanto a los autónomos, cuyas ayudas excepcionales ya se han expuesto en un apartado anterior, y que finalizaron el pasado mes de julio, la posibilidad que les ha brindado el Gobierno es la de efectuar el aplazamiento durante el periodo de seis meses en el pago de las cuotas a la Seguridad Social.
El Ingreso Mínimo Vital ha sido la gran apuesta del Gobierno para paliar las situaciones de mayor vulnerabilidad, si bien el número de beneficiarios no ha cumplido las expectativas iniciales
A nivel de ayudas sociales, la Administración ha puesto en marcha una nueva herramienta, el Ingreso Mínimo Vital (IMV), si bien han proliferado las quejas y críticas por las dificultades de acceso a esta prestación de reciente implantación, tanto a causa de su complejidad burocrática y administrativa como debido a los requisitos planteados en la percepción, que asigna la cobertura en función de la situación económica del beneficiario anterior a la pandemia, concretamente el año 2019, y no tiene en cuenta, como se solicita por parte de determinados sectores, la evolución de la renta personal a consecuencia de la crisis sanitaria.
Los datos más recientes de que se dispone, facilitados por el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, sostienen que casi 160.000 hogares y unas 460.000 personas perciben en estos momentos el IMV. Estas cifras se sitúan a mucha distancia del cálculo inicial de las 850.000 familias beneficiarias que había anunciado el Gobierno, y del más de un millón de solicitudes tramitadas.
FONDOS EUROPEOS
Todo este engranaje de ayudas y prestaciones destinadas a aliviar la situación de los ciudadanos y de las economías domésticas y empresariales en el escenario de la Covid 19 depende, en gran medida, de los fondos aprobados por la Unión Europea tras un duro proceso de negociaciones y contraofertas.
Para España, resultaba crucial, desde un primer momento, que los devastadores efectos económicos de la pandemia pudieran ser paliados con esta especie de plan de rescate a cargo de la caja común de los socios europeos, especialmente porque, como ya ha quedado dicho, ninguna otra economía de este entorno ha sufrido una caída tan brutal de ingresos como la española.
Tras complejas negociaciones, los socios de la Unión Europea dieron luz verde a los fondos de rescate de las economías de los países miembro, entre los que España es el que más necesita esta inyección de recursos
Al conjunto del país, le corresponderá una partida global de 140.000 millones de euros procedentes de los fondos europeos, una cantidad que equivale al 11 por ciento del PIB español y que se distribuirá en tres anualidades: 2021, 2022 y 2023. Con arreglo a los plazos previstos, España ya presentó, el pasado octubre, el borrador de su plan de recuperación y resiliencia, pero el documento no adquirirá plena oficialidad hasta los primeros meses del nuevo año, siendo necesario, en primer lugar, la aceptación por parte de la Comisión Europea.
Incluso así, el periodo para la llegada de estos fondos podría prolongarse todavía más si alguno de los Estados miembro presenta algún tipo de oposición a las propuestas elaboradas por los diferentes socios. Esta prerrogativa, denominada ‘cláusula de salvaguarda’, tuvo que incluirse en la negociación inicial para salvar la resistencia que determinados gobiernos, como el holandés, manifestaban a la hora de dar luz verde a esta ingente inyección económica.
La previsión es que, una vez agotados todos los trámites, el 70 por ciento de los fondos puedan ser sufragados antes de 2022 y que, posteriormente, cada socio distribuya el remanente que se le haya adjudicado aplicando sus propios criterios.
PREVISIONES PARA 2021
Llegados a este punto, cabe profundizar en cuáles son las previsiones de recuperación de la economía española con vistas a 2021, una cuestión que, en todo caso, va directamente ligada a un escenario verdaderamente incierto a día de hoy, como es saber hasta qué punto la incidencia de la pandemia seguirá condicionando la actividad productiva a partir del nuevo año.
Los territorios que, como ocurre en Balears, han encabezado el empobrecimiento ligado a la crisis sanitaria, registrarán también mejores niveles de recuperación en 2021 si la situación epidemiológica se normaliza
Un estudio elaborado por Funcas sostiene que, en un escenario de progresiva normalización de la situación sanitaria, la economía nacional podría crecer un 6,7 por ciento en 2021 siempre que la estrategia vacunal obre los efectos deseados y la temporada turística tenga la posibilidad de recuperar, al menos, el 40 por ciento de su actividad prepandémica, sin dejar de lado las consecuencias benéficas de la partida de los fondos europeos reservada a España.
En principio, si las estimaciones de Funcas se cumplen, las autonomías más castigadas por la propagación de la Covid 19 serán también las que experimentarán un repunte más acelerado y notable de sus economías. En este sentido, Balears encabezaría la recuperación del PIB con un crecimiento del 11,7 por ciento que, no obstante, seguiría situándose muy por detrás de la pérdida de renta experimentada durante 2020. También serían destacables los incrementos del PIB que se propiciarían en Canarias (9,9 por ciento), Madrid (7,9) y Catalunya (7,6). De cumplirse estos cálculos, la caída del PIB nacional, contabilizando el periodo comprendido entre 2019 y 2021, alcanzaría el 6,1 por ciento.
ESCENARIOS MÁS PESIMISTAS
Sin embargo, hay escenarios menos optimistas. Uno de ellos, que también está recogido en el estudio de FUNCAS, prevé que si la distribución de la vacuna se retrasa o no culmina satisfactoriamente los objetivos trazados, y la cifra de contagios se incrementa o no decrece a la velocidad esperada, haciendo necesaria la continuidad de las medidas excepcionales sobre limitación de la movilidad y la actividad económica, el PIB español tan solo crecería un 4,2 por ciento en 2021, avanzaría un 3,9 por ciento en 2022 y apenas un 1,5 por ciento en 2023.
Otros estudios, como el realizado por AIReF, asigna a Balears un incremento del PIB del 11,1 por ciento en 2021 tras haber sufrido una contracción de entre el 26,2 y el 31,4 por ciento en el año de la pandemia.
En cuanto a la evolución del mercado laboral en las islas, este mismo estudio calcula que la oferta de empleo se recuperará, si se cumplen los requisitos ya descritos, en un 15,7 por ciento en 2021, tras el desplome del 20,5 por ciento en el año en curso.
*Un informe de Joan F. Sastre para Mallorcadiario.com.