Que haga frío en invierno o calor en verano no es extraño. Tampoco lo es que cada cierto tiempo caiga una nevada más importante de lo habitual. Pero lo que no es normal es que los registros confirmen un ascenso paulatino pero constante de la temperatura global y que, como contrapunto, los efectos extremos de la meteorología sean más pronunciados.
Ante la evidencia, las empresas de seguros se plantean cómo evaluar el riesgo de sus pólizas. Los eventos que antes eran extraordinarios, como ciclones, tempestades, sequías o grandes incendios, ahora son más comunes.
Una riada en Mallorca, una nevada histórica en Madrid, dos tornados en Menorca. No hay que ir muy lejos para atestiguar este tipo de contratiempos para los que las empresas aseguradoras revisan la letra pequeña de sus contratos.
Las empresas aseguradoras españolas que cubren riesgos de cadenas hoteleras en otras partes del mundo (como el Caribe donde no es extraño que pase un huracán de tanto en cuanto) saben bien qué significa lidiar con el cambio climático.
El Consorcio de Compensación de Seguros asume los efectos de los eventos catastróficos con gran eficiencia.
Los expertos señalan que es necesario que todo el sector se implique en políticas de responsabilidad social corporativa que ayuden a reducir la velocidad del cambio climático y sus efectos económicos y sociales que pueden llegar a ser muy graves si no se pone remedio. Los damnificados por estas catástrofes son más numerosos según se acelera el aumento global de la temperatura, por lo que la lucha por frenar o mitigar las emisiones de CO2 debe ser un objetivo político global.
Una manera de minimizar el impacto de los riesgos del cambio climático es reducir la exposición del territorio gracias a una correcta organización del mismo y se, como ejemplo, se puede citar el episodio de inundaciones que sufrió Europa (Alemania y Francia) en el mes de mayo de 2016. Gran parte de las zonas que recogieron el agua de las lluvias torrenciales estaban situadas en antiguos lechos de ríos, sin que se hubiera hecho una buena planificación urbanística.