Como la pandemia se está alargando en el tiempo, y se ha combatido de una determinada forma y no de otra, se puede realizar un prudente ejercicio de prospección sobre el nuevo orden social al que estamos abocados. Prudente, porque la única certeza que tenemos sobre el futuro, es que casi nunca ocurre lo previsto. Sin embargo, vamos a intentar describir muy brevemente algunas de las consecuencias de este bicho “madre de todos los cisnes negros”.
La primera es que continuaremos usando mascarilla mucho tiempo, al considerar que los demás seres humanos son contaminadores potenciales. Lo que nos llevará a mantener la distancia social y profundizar en el teletrabajo. Así que continuaremos pasando mucho tiempo en casa. Por lo que consumiremos muchos menos bienes materiales, que, de esta forma, no tendrán que fabricarse, por lo que no generarán ni trabajo ni uso de materias primas.
Sí que se consumirán más bienes inmateriales, sobre todo de entretenimiento, información y de salud. Pero, en cualquier caso, habrá menos producción global y, por tanto, menos trabajo. Los que tengan un empleo preferirán pagar más impuestos para que los que no lo tengan opten por aceptar un subsidio público modesto, renunciando a ser competidores de laborales, evitando así, una disminución de los salarios. Es decir, una parte importante de la población vivirá de subsidios o de empleos públicos improductivos. De esta forma se incrementa el poder de los gobiernos y funcionarios.
El acelerado proceso de urbanización que vivió la humanidad irá perdiendo velocidad hasta detenerse, e incluso, disminuir. Pues la densidad de población típica de las ciudades dejará de ser un elemento de productividad. De hecho, el aumento de la producción ya no será un objetivo a alcanzar, hasta tal punto que el PIB (Producto Interior Bruto) dejará de ser la variable que se estudie en las facultades de economía, siendo sustituido por VNC (Valor Neto Colectivo). En cualquier caso, los edificios de oficinas, palacios de congresos y centros de trabajo se irán, paulatinamente, reconvirtiendo, aunque durante un tiempo puede que permanezcan vacíos o semivacíos, generando menos necesidades de desplazamientos.
Como, sin crecimiento de la producción la actividad económica se convierte en un juego de suma cero, en donde cualquier ganancia de un colectivo lo es en detrimento de otro, para evitar conflictos sociales los medios (diarios, telediarios, series, películas, realidad virtual y aumentada, videojuegos, etc.) mostrarán únicamente las ventajas de formar parte de la colectividad y del pensamiento grupal dominante. Sin duda, se permitirán los canales de comunicación críticos, pero, por una simple cuestión de recursos, serán minoritarios.
Se realizarán pocos viajes, básicamente aquellos que sean necesarios para experimentar sensaciones, tal como puede ser tomar un baño de mar o de sol, un paseo por un bosque, o una caminata de montaña, etc. Los desplazamientos por motivos laborales serán minoritarios, pues dejan de tener sentido con el 5G. Tampoco los culturales, ya que todos los monumentos, museos, etc. Estarán recreados de forma virtual aportando experiencias más completas que una visita real rodeado de multitudes.
En congruencia con todo lo anterior, tal como ya ocurre, el sistema educativo deja de tener por objetivo la autonomía de pensamiento, o la formación de la personalidad individual. Incluso la adquisición de conocimientos queda reservada a las pocas personas, seleccionadas mediante estratagemas de como las dobles titulaciones, que se necesiten para mantener el statu-quo. De esta manera, la escuela, y en buena medida también la universidad, pasarán a cumplir la misión principal de transmitir las ideas que sustentan el nuevo armazón social, siguiendo técnicas diseñadas por pedagogos especializados.
Aunque podríamos seguir reflexionando sobre muchos otros temas, terminaremos vaticinando que a pesar de que muchos movimientos secesionistas continuarán, Taiwán se integrará en la República Popular sin apenas conflicto, con la aquiescencia de la comunidad internacional y sin la aprobación de la mayor parte de su población.
Opinar, como decía Mafalda, y más si es sobre el futuro, es un deporte de riesgo. Sin embargo, algunas de las ideas aquí apuntas ya forman parte del presente.