¿Cómo está afectando la pandemia al sector agrario?
Ha habido una reducción de ventas de productos primarios a todos los niveles y, por tanto, una menor facturación. Paralelamente, ha habido un redimensionamiento de las explotaciones para producir menos. Esto último ha podido ir bien a lo mejor en aquellas situaciones en que los productos se han podido reorganizar. En el caso de las hortalizas, por ejemplo, el pasado verano se redujeron ya las plantaciones que había previstas, ante la evidencia de la bajada en la llegada de turistas. Otros productos, en cambio, no se han podido adaptar. Así, en el caso de quienes producen vino, obviamente no se han podido arrancar las viñas, por lo que se ha producido lo mismo que otros años, con el problema añadido de que las ventas han bajado en torno a un 80 por cien aproximadamente.
¿Todo está siendo negativo entonces?
Bueno, hay algún subsector que no se ha visto afectado. Así ha ocurrido por ejemplo en el caso del cultivo de las algarrobas, porque son productos que no están directamente vinculados con la alimentación, la hostelería o la restauración.
¿Los payeses podrían aguantar ahora otro año como el anterior?
En caso de que este año sea finalmente como el anterior, habrá muchos payeses que colapsarán y se declararán en suspensión de pagos, sobre todo los que han hecho inversiones en estos últimos años y ahora han de pagar dinero al banco, pues tendrán falta de liquidez. En cambio, los payeses que no tengan un crédito en marcha, procurarán gastar lo mínimo e intentarán resistir.
“Nuestros costes de producción son más elevados que los de la Península”
¿Le consta que algún payés haya dicho “lo dejo” a lo largo del último año?
Deberíamos partir quizás de la premisa de que el sector primario está en una especie de crisis permanente desde hace ya varios años. Por tanto, no le podría decir si algún payés ha cerrado en estos últimos meses sólo por culpa del Covid-19. Ahora bien, es posible que alguien lo haya dejado porque provenía de una situación previa que ya era mala. En ese sentido, uno de los problemas más grandes que tenemos es que cuando una finca se abandona, no hay luego relevo generacional. Esto es algo sistémico de nuestro sector en Baleares. En cierto modo, podríamos decir que por cada nuevo agricultor que se incorpora, al mismo tiempo dos lo dejan de manera definitiva.
¿Otro de los problemas es que resulta más barato comprar productos de fuera?
Efectivamente. Recuerde que hace ya algo más de un año, cuando aún no había coronavirus, el sector agrario inició una serie de movilizaciones relacionadas precisamente con esa circunstancia. Así, fuimos a muñir una vaca delante de un supermercado de Campos que no tenía leche mallorquina. Además, entregamos una porcella al alcalde de Palma para demostrar la importancia que tiene para el sector el matadero de la ciudad y montamos una tractorada por las calles de Palma el 7 de marzo del pasado año.
¿Qué se pidió en aquella tractorada, cuyo lema era “Pagesos i ramaders al límit”?
Se pidieron varias cosas, entre ellas el fomento del producto local, la eliminación de trabas burocráticas y que hubiera unos precios justos. Un año después, aún estamos más o menos igual. Cuando se habla genéricamente de los precios, habría que tener siempre en cuenta los costes de producción que tenemos aquí en Baleares. Hemos explicado ya en diversas ocasiones que debido a la insularidad, nuestros costes de producción son más elevados que los de la Península, por ejemplo por lo que respecta al acceso al agua, el precio de la tierra, los abonos o el gasoil. Además, no hay una compensación por los servicios ambientales que da la agricultura al resto de la sociedad.
“Uno de los problemas más grandes que tenemos es que cuando una finca se abandona, no hay luego relevo generacional”
¿Resulta hoy más difícil que antes poder encontrar mano de obra?
Sí, es más difícil. Cuando se inició la pandemia, no pudieron venir los temporeros colombianos que vienen cada año. Aun así, se dijo entonces que como aquí quedaría mucha gente en el paro por culpa de la crisis, no se daría un posible problema de falta de mano de obra, porque la gente desempleada de las islas se iría a trabajar al campo. En aquel momento, cuando se abrieron las bolsas de trabajo, la verdad es que no se apuntó ya mucha gente. Y luego, de las personas que finalmente empezaron a trabajar, la inmensa mayoría de ellas lo dejaron a los pocos días, al ver lo que es trabajar en el campo, con los salarios que se pueden pagar.
¿Es un trabajo muy duro entonces?
Sí, lo es, y además los sueldos que se pueden pagar en el campo son muy bajos. Estamos hablando, de media, de cinco, seis o siete euros la hora. Le pondré un ejemplo concreto sobre por qué no se puede pagar más, centrándome por ejemplo en las naranjas. El precio que paga el intermediario al payés es de 20 céntimos el kilo de naranjas, mientras que ese mismo kilo se vende en el supermercado a 1,5 euros. Teniendo en cuenta los costes de producción y de mano de obra que debe afrontar el payés, si se le pagan sólo 20 céntimos por kilo, no gana nada. Por tanto, ese payés no puede subir el sueldo a los trabajadores. Le pondré otro ejemplo concreto, en este caso vinculado a la ganadería. Por un cordero de diez kilos se le están pagando hoy 40 euros a un ganadero, mientras que ya sólo las costillas cuestan 25 euros el kilo en una carnicería.
¿Cómo valora las campañas que recomiendan consumir productos locales?
Son campañas que tienen su efecto y además hay una parte de la población concienciada con esto, pero sólo con esas campañas no basta. Lo que echamos en falta desde el sector es una iniciativa seria y efectiva por parte de la Administración respecto al consumo del producto local. Nosotros la hemos pedido ya. En dicha iniciativa deberían implicarse el Govern y los consells insulares, que tendrían que marcarse unos objetivos y hacer unas campañas de fomento. Con ello quiero decir que hacer promoción no es simplemente ir a los mercados a repartir bolsas.
“Torrens es un histórico del sector y además era un payés en una Dirección General. Nos ha sabido mal su dimisión por un tema administrativo”
Entiendo…
Seguro que usted ha visto campañas de promoción de productos de la Península en los medios de las islas. Son campañas que recordamos todos. Ahora mismo, incluso puede verse en televisión una campaña que recomienda el bacalao de Noruega, que debe de pagar el Gobierno de aquel país. Por contra, nos cuesta recordar campañas institucionales que nos inviten a consumir productos de Baleares.
¿Considera necesario contar entonces con el apoyo de las instituciones?
Sí, efectivamente, tanto en promoción del producto local, como en identificación y control. En relación a este asunto, estoy hablando además en nombre de tres sindicatos agrarios, no sólo en nombre de Asaja —los otros dos serían UPA-AIA y Unió de Pagesos de Mallorca—, pues los tres pensamos lo mismo sobre esta cuestión. Mire, la única campaña que ahora mismo recuerdo, si bien pagada con fondos privados, es una del pasado año en la que una empresa —Agama— anunciaba que sólo envasaba leche procedente de las granjas de Mallorca. Era una iniciativa privada, de la industria, no de ninguna institución.
¿Qué podemos hacer los ciudadanos en ese sentido?
Yo pediría que la gente que pueda, porque no todo el mundo puede, compre el producto local. Es verdad que a veces es un poco más caro que el producto foráneo, pero me gustaría que ese posible comprador de nuestros productos piense que con su decisión está contribuyendo a la sostenibilidad ambiental del territorio y está apostando por un modelo más sostenible. Además, las frutas o las verduras de aquí pueden llegar a los comercios sólo unas pocas horas después de su recogida, algo que influye en su gran calidad y que no ocurre con los productos que vienen de fuera. Y si pensamos ahora por ejemplo en los corderos que pastan en nuestras tierras, hay que recordar que paralelamente contribuyen a fertilizar los terrenos y a evitar la deforestación. En cambio, los productos que vienen de fuera no nos aportan ningún beneficio ambiental ni social.
“Echamos en falta una iniciativa seria y efectiva por parte de la Administración respecto al consumo del producto local”
¿Existe el riesgo real de que cada vez haya menos payeses?
Bueno, yo le diría que más que un riesgo es ya un hecho. Dicho esto, también es verdad que en la actualidad hay en el sector agrario un modelo alternativo de microexplotaciones, que se están defendiendo bien en pequeños circuitos comerciales, por venta directa o en los mercados. Esos payeses resisten, pero se trata de un modelo que llega hasta donde llega y que produce los kilos que produce. Su objetivo se limita prácticamente sólo a la subsistencia, a mantener una microestructura. Esos payeses no tienen capacidad de invertir ni de crecer, pues los márgenes que obtienen sólo les permiten resistir y mantener su trocito de tierra.
¿Cuál es el otro modelo?
Es un modelo más tradicional, con payeses que tienen estructuras ya más grandes, por lo que pueden suministrar a supermercados y a hoteles. Lo importante para esos productores es que la rueda económica, que es enorme, siga girando y no se detenga. Piense que si esos payeses caen en algún momento, caerá prácticamente todo el sector también, porque entonces quedaría un sector totalmente residual.
¿Es más difícil poder funcionar con estructuras grandes?
La verdad es que los payeses con estructuras más grandes son los que tienen los costes más altos y los que más dificultades tienen para poder comercializar sus productos, pues no pueden ir al mercado a vender por ejemplo ocho toneladas de naranjas. Para que el lector se haga una idea, le diré que una hectárea de naranjos produce entre veinte y treinta toneladas de naranjas.
Es un asunto complejo, sí…
Además, no podemos olvidarnos de otros productos igualmente muy importantes, como por ejemplo el vino. En Mallorca hay muchas bodegas, pero mayoritariamente se ha optado por un modelo de bodega comercial con unos productos de alta calidad. Estos productos han de ir, por tanto, a restauración y hostelería. No se pueden vender en un mercado botellas de vino de esas características. Lo mismo ocurre en el caso de los payeses que crían corderos, pues no pueden ir directamente al mercado a venderlos.
¿Cómo valora la renuncia del director general de Agricultura, Biel Torrens?
Le diría que es una lástima, porque el señor Torrens es un histórico del sector y además era un payés en una Dirección General. Nos ha sabido mal que por unos temas supuestamente administrativos, en concreto por la discusión de un expediente, deba declarar en calidad de investigado por presunta prevaricación. Conociendo al señor Torrens, estoy segurísimo de que si supuestamente hizo alguna cosa que no estuviera de acuerdo con el procedimiento, fue por un error, no por mala fe. Estoy seguro de ello —lo afirma dos veces—.
.- Este es un artículo de Josep Maria Aguiló y Mallorcadiario para Menorcadiario.com