Por establecer un ejemplo comparativo, cada dosis del fármaco contra la Covid elaborado por la compañía estadounidense Moderna (Mrna-1273) cuesta a las arcas públicas 31 euros, la tarifa más elevada de entre todas las vacunas existentes. Dado que la inoculación de este producto exige la dispensación de dos dosis para completar la pauta de protección frente al coronavirus, el coste por cada persona vacunada con Moderna se eleva a 62 euros.
En cambio, en el caso de AstraZeneca (ChADdOx1nCoV-2019), que precisa también de la administración de una doble dosis, el precio global se sitúa en 6 euros, es decir, 3 euros por cada toma. La diferencia es más que sustancial: la dispensación con AstraZeneca requiere de un desembolso 56 euros menos por cada usuario al que se vacuna. Si multiplicamos estos datos comparativos por el conjunto de la población de un país determinado, como, sin ir más lejos, España, la diferencia de coste entre Moderna y AstraZeneca arroja proporciones siderales.
El fármaco elaborado por esta compañía AstraZeneca también es notoriamente más económico que la tercera vacuna que se está distribuyendo actualmente en la Unión Europea, la que comercializa el binomio Pfizer-BioNTEch (BNT16262). Este suero, también norteamericano, al igual que Moderna, cuesta 17 euros por dosis, por lo que si se suma la tarifa de la segunda inoculación, igualmente preceptiva como en los anteriores casos, el coste por ciudadano inoculado es de 34 euros.
En otras palabras, supone un dispendio menor que si se opta por la vacuna de Moderna pero considerablemente superior al que genera el producto de AstraZeneca, concretamente 28 euros más de coste por usuario.
JANSSEN, 8 EUROS Y SOLO UNA DOSIS
Como es sabido, Moderna, Pfizer y AstraZeneca son las tres vacunas autorizadas por la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) que actualmente se están administrando en la Unión Europea y, por supuesto, también en España. La previsión es que en un breve plazo de tiempo se sume una cuarta vacuna: la Johnson and Johnson, conocida también con el nombre de Janssen (JNJ-78436735).
El precio de Janssen es mucho más económico que el de Moderna y Pfizer, exactamente 8 euros por dosis. Y, además, dado que esta vacuna requiere de una única dispensación y no es necesario recurrir a las dos administraciones para completar la pauta de protección, el coste final resulta más que razonable. Ahora bien, incluso en estas circunstancias, la inoculación con Janssen también es más costosa que la de AstraZeneca: 8 euros por una sola toma frente a los 6 euros del producto anglosueco contabilizando las dos dosis preceptivas.
También el resto de la oferta de vacunación existente hasta el momento presenta unos precios superiores a los de AstraZeneca. Así, el segundo fármaco más caro, solo por detrás de Moderna, es CoronaVac (Sinovac), de fabricación china. Su tarifa es de 25 euros por dosis, es decir, por encima del coste de la vacuna de Pfizer (17 euros), que ocupa la tercera posición del ránking. En cuarto lugar, encontramos la patente rusa Sputnik (Centro Gamaleya), cuyo precio es exactamente el mismo que el producto Janssen, 8 euros.
DIFERENTES COSTES, DIFERENTES PRECIOS
Ahora bien, ¿por qué, si todas estas vacunas cumplen la misma función, y soportan unos costes que, al menos en una parte, son similares, existen, en cambio, tarifas tan dispares, que van desde los 31 euros por dosis de Moderna a los 3 de AstraZeneca?
Para los expertos, son varias las razones que ejercen una influencia en la diversidad de los precios. Uno de estos factores tiene que ver con las necesidades de conservación de cada producto. Así, por ejemplo, las unidades de Pfizer y Moderna precisan ser almacenadas a una temperatura no inferior a los -60 grados y -20 grados, respectivamente.
Sin embargo, esta dificultad de mantener una temperatura de congelación tan extrema no se produce en el caso de AstraZeneca, una vacuna a la que es posible almacenar a entre 2 y 8 grados positivos y, en consecuencia, tanto el operativo logístico organizado en torno a la fabricación y distribución de este producto como los requisitos de transporte son mucho más sencillos de cumplir.
Otra cuestión que condiciona el precio final de las vacunas es el tipo de tecnología utilizada para la elaboración de las unidades. En este sentido, la de AstraZeneca es, de largo, la más barata, ya que su infraestructura operativa requiere una inversión mucho menos cuantiosa que en los casos de Moderna y Pfizer.
Al mismo tiempo, hay que valorar en su justa medida el factor de la distribución. En este sentido, la posibilidad de disponer de enclaves intermedios desde los que hacer llegar las vacunas a los diferentes países desde distancias relativamente pequeñas, contribuye a abaratar el coste de producción y, en definitiva, el precio definitivo por cada dosis. A este respecto, una de las causas que han convertido a Moderna en la vacuna más cara es que toda su distribución se realiza desde Estados Unidos. De esta manera, el transporte desde este país hasta los territorios de la Unión Europea contribuye notablemente a incrementar el precio.
ASTRAZENECA, SIN ÁNIMO DE LUCRO
No obstante, y más allá de estas razones logísticas u operativas, algunos sectores de opinión han hecho notar una circunstancia que diferencia notablemente a la vacuna más barata, AstraZeneca, de los otros dos productos autorizados hasta el momento en la UE: desde el momento en que anunció la firma de un convenio con la Universidad de Oxford, en Reino Unido, para la fabricación de este suero, la compañía anglosueca dio a conocer su predisposición a vender las dosis a precio de coste, es decir, sin obtener ningún beneficio económico o plusvalía por su comercialización.
¿Cuál es el peso de este supuesto compromiso no lucrativo de AstraZeneca con la preservación de la salud a nivel mundial en el hecho de que sea también la vacuna más barata? Y, por otra parte, ¿puede establecerse una relación directa entre los recelos que este fármaco está despertando y su decisión de vender sin margen comercial?
Sea como sea, la postura de AstraZeneca no guarda demasiada similitud con la de otras compañías que comercializan vacunas contra el coronavirus. Pfizer es un buen ejemplo de ello. La farmacéutica norteamericana, que distribuye la tercera vacuna más cara del mercado, a 17 euros la dosis, ya está planificando el horizonte post-Covid desde el punto de vista del volumen de negocio que le supondrá la continuidad de la demanda de vacunas en el escenario de una ‘nueva normalidad’.
EL NEGOCIO DE LAS VACUNAS, EN LA ‘NUEVA NORMALIDAD’
En este sentido, los directivos de Pfizer ya han hecho saber a los accionistas de la compañía que, una vez que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declare el final de la pandemia, los gobiernos seguirán necesitando vacunas, ya que todos los estudios científicos que se han ido realizando en torno a la Covid parecen mostrar que la inmunidad adquirida por la inoculación de las dosis no dura para siempre.
En consecuencia, según estos directivos, aunque la pandemia desaparezca como tal, Pfizer, y en este mismo saco se podría incluir al resto de farmacéuticas involucradas en el proceso de fabricación de las vacunas, las ventas de las dosis proseguirán y, además, presumiblemente, a un precio superior al actual.