Hoy entra en vigor en Balears la actualización de las restricciones por el COVID decretada por el Govern. Un actualización tímida, muy tímida, cumpliendo el plan anunciado de que ésta será una desescalada lenta para asegurar la temporada turística.
Se puede comprender y aceptar que vayamos extremadamente despacio porque lo que hay en juego en verano es trascendental y definitivo. Tiene que haber temporada sí o sí. Tiene sentido pensar que cuanto más nos reservemos ahora mayor podrá ser la ‘explosión´ en junio, que es el mes que el Govern tiene en la cabeza para dar la bienvenida a la temporada turística.
Otra cosa son las incongruencias e incoherencias en las que incurre el Govern a la hora de aplicar nuevos escenarios. Un ejemplo claro es el de la apertura de las terrazas de bares y restaurantes (noticia muy bienvenida a la espera de tener autorización para reabrir los interiores) en horario nocturno -parta dar cenas- de lunes a jueves.
A ver si lo entiendo. El peligro de transmisión en una terraza abierta de 20.00 a 22.30, ¿es menor un jueves que un sábado? ¿Cuál es el peligro, que después de la cena la gente vaya a tomarse las copas en su casa?. Lo lógico es pensar que lo van a hacer igual tras la cena en el domicilio a la que se van a ver obligados por la normativa. Tampoco parece tener mucho sentido prohibir dar cenas en fin de semana por el miedo al ‘tardeo’ porque esas mismas terrazas ya llevarán más de 3 horas cerradas, en concreto desde las 17.00 horas. No es comprensible la decisión.
A todo esto, los ‘bufets’ de los hoteles podrán seguir dando cenas en interiores y terrazas de lunes a domingo. Ahí no hay riesgo de contagio porque los profesionales hoteleros son muy profesionales. ¿Los de los bares y restaurantes no lo son?.
Esta semana en el Parlament se ha discutido sobre esta última cuestión. ¿Cómo puede ser que los interiores de bares y restaurantes permanezcan cerrados en todos los establecimientos salvo en los hoteles? El Govern no ha sabido dar una respuesta clara.
Así estamos desde hoy, con una lenta desescalada pero mirando atentamente al verano. La ministra Maroto verbalizó este viernes el ‘run-run’ que circula en las islas desde hace algunas semanas y que apunta a una temporada con turistas y ocupación de un 50% respecto a la temporada de 2019. La mitad de la que fue una de las mejores temporadas de los últimos años.
Si comparamos con el infructuoso 2020 ya podemos dar la previsión por buena, pero de lo que se trata es de salvar a cuantos más empresarios y trabajadores sea posible, y con un 50% de previsión parece que el efecto rebote no alcanzará a todo el mundo en la cadena de valor turística de las islas. Una vez más, los hoteleros lo tendrán mejor que la oferta complementaria.
Llegados a este punto y ampliando el plano, cualquiera podría acabar concluyendo que todos nos estamos sacrificando ahora para que en verano solo saquen tajada los hoteleros.
Para no concluir esto, lo mejor será trabajar para superar esa previsión de ocupación del 50%, y para ello hay que vacunar, vacunar y vacunar.