Los científicos han inventariado cerca de 17.650 especies de las profundidades marinas que viven a unos 5.000 metros de profundidad. Pero esto es una cifra irreal puesto que el fondo marino, y sobre todo a esas profundidades, aún alberga más misterios que respuestas. Si nos acercamos a la superficie veremos mayor diversidad animal y vegetal. Con la idea de preservar esta naturaleza, se crearon diversas figuras de protección.
Para conocer cómo funcionan las áreas marinas protegidas se creó un indicador que evalúa cómo cambia la presencia de peces y biomasa en un espacio concreto a lo largo del tiempo. Se marcan un espacio de 250 m2 y se evalúan los cambios en esa parcela a lo largo de diferentes inmersiones a lo largo del tiempo. Este tipo de indicador también sirve para mostrar el grado de incidencia de la pesca en poblaciones de peces.
Los indicadores de las áreas marinas protegidas del norte de Menorca son los más bajos en comparación con las del resto de Baleares. La zona de l’Illa del Aire y s’Albufera d’es Grau muestran bajos valores de biomasa, pese a que ciertas zonas llevan muchos años funcionando bajo una figura de protección. Los científicos creen que se debe a las características del fondo marino y también a la presión pesquera de la zona.
Las reservas marinas de interés pesquero son figuras de protección pesquera donde se prohíbe la pesca de arrastre y se regulan las actividades de pesca artesanal o recreativa. Se crean para regenerar los ecosistemas marinos de las zonas protegidas con un doble objetivo: aumentar la productividad de los recursos pesqueros y conservar los hábitats y las especies. Esta figura representa apenas el 2’2% del total de la costa balear siendo 618 km2 sumando las 11 reservas marinas, dos de ellas en Menorca. Teniendo en cuenta las diferentes tipologías de protección, en total hay un 0’15% del mar balear en el que no se permite la pesca.
