El éxito indudable de la vacunación anti-Covid, que ha reducido drásticamente la transmisión de la infección a las poblaciones más vulnerables, sobre todo las personas de más edad, así como los ingresos en UCI y la mortalidad, está provocando una falsa sensación de seguridad en una mayoría significativa de ciudadanos que para nada se corresponde con la realidad epidemiológica de la pandemia.
La transmisión pandémica del virus no se ha detenido y seguimos detectando casos nuevos a diario. Si bien es cierto que el número de nuevas infecciones ha disminuido respecto de hace unas semanas, no lo es menos que la caída que se ha venido produciendo desde que se inició la vacunación se ha estancado e incluso se insinúan tendencias de un nuevo crecimiento. Aunque los casos graves y defunciones son ahora muchos menos, lo que se explica porque los pacientes son más jóvenes, de los segmentos de edad menores de 60 años, que son los que aun están vacunados en un porcentaje muy bajo, estamos lejos de estabilizar la situación.
Además, las nuevas variantes que están apareciendo, sobre todo la india, son más agresivas y se transmiten con mucha más facilidad, de ahí la importancia de vacunarse y de hacerlo con la pauta completa de dos dosis, administradas de acuerdo con el protocolo que corresponda a cada una. Es muy pernicioso el estado de opinión que se está instalando en muchas personas, que consideran que, puesto que con la primera dosis de las vacunas ya consigues una respuesta inmunológica que resulta protectora, no contra la infección pero sí contra las formas graves de la enfermedad, basta con recibir dicha primera dosis y diferir la segunda, quizás ‘sine die’.
Esta opinión, provocada en cierto modo por las noticias lanzadas desde la propia administración y por la prevención, o el miedo, que causa todo el absurdo galimatías organizado por las propias autoridades sanitarias españolas con la segunda dosis de la vacuna de AstraZeneca, es muy peligrosa, por cuanto el objetivo de la vacunación es doble: proteger a la persona y proteger a toda la sociedad, y ninguno de los dos se cumplirá mientras no esté vacunado con la pauta completa un porcentaje suficiente de la población.
A nivel individual, las personas deben saber que la protección de una sola dosis no es suficiente y que, incluso si les protege de una enfermedad grave, una infección, aunque sea leve, puede tener serias consecuencias en forma de complicaciones posteriores y, además, se convierten en diseminadores, poniendo en peligro a sus seres cercanos y a la sociedad en su conjunto.
A nivel colectivo, el objetivo es detener la circulación del virus a fin de alcanzar la necesaria inmunidad de grupo, mal llamada de rebaño por algunos, ya que los humanos no vivimos en rebaños (aunque, a veces, lo parece), que es el único modo de conseguir detener la pandemia. Con las nuevas variantes, más agresivas, el porcentaje de población vacunada para llegar a la inmunidad de grupo será superior al que se consideraba al inicio, probablemente muy por encima del 80 y quizás del 90 por ciento.
En Reino Unido, donde van muy por delante de nosotros en el porcentaje de población vacunada, la nueva variante india está sustituyendo masivamente a la británica y el número de nuevas infecciones se está doblando en los últimos días.
Así pues, no podemos bajar la guardia. Hemos de proseguir con la vacunación, completar las dos dosis de acuerdo con las instrucciones, y seguir manteniendo las medidas de mascarilla, distancia e higiene hasta conseguir la inmunidad de grupo.
La pandemia no ha terminado (y está lejos de hacerlo).