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“¿Estaba loco?”

Un artículo de Miguel Lázaro

"La violencia es individual y secundaria a una adversidad que se instala como daño permanente".
"La violencia es individual y secundaria a una adversidad que se instala como daño permanente".

Para hacer lo que ha hecho tiene que estar loco. No se puede explicar de otra manera. Estas son algunas de las reflexiones más comunes que se hacen en cualquier reunión social de toda España que está con el crespón, tras el drama de la muerte de dos preciosas niñas vulnerables e indefensas, de 6 y un año, a las que ya todos conocemos, queremos y lloramos, tras la sobreexposición y tralla mediática a destajo a la que hemos estado sometidos.

El aluvión de imágenes satura nuestra retina y pone a trabajar a destajo nuestro cableado cerebral y ante el tsunami emocional cuesta razonar y racionalizar. Solo han encontrado el cadáver de la mayor por ahora. De repente el crash y el crack. Ya nada será como antes. La tragedia emerge de nuevo, de forma abrupta entre nosotros, conmoviéndonos y removiéndonos. La proximidad y el paisanaje cercano elevan el impacto emocional del terrible suceso. Cuanto más cerca la desgracia, más alarma se genera entre nosotros. ¿Como es posible que un padre sea capaz de matar a sus dos hijas de tan corta edad?

Parece que hay consenso en la respuesta: para hacer daño a su exmujer. ¿Se habrá suicidado? Muchos pensamos que si pero otros piensan que no. El otro día en una excelente comida y tertulia como Dios manda, con unos amigos y con unos anfitriones magníficos, el tema al que dedicamos mucho tiempo y dis-currimiento fue al parricidio y como yo me gano la vida como psiquiatra salto rápidamente la pregunta: ¿Estaba loco? Yo contesté que no, que en todo caso estaba enloquecido que no es lo mismo. Aproveché su gran capacidad de escucha para hacer pedagogía sobre el estigma que padecen los enfermos mentales y los titulares de la prensa en los cuales siempre que hay conductas violentas aparece la palabra loco.

Duele la retina de los ojos y el alma cuando todavía en la prensa, se abordan con titulares muy inadecuados, discriminatorios y estigmatizantes, hechos dolorosos y violentos ligados a personas que padecen trastornos mentales que serían los responsables de esas conductas.

Una vez más la violencia vuelve a vincularse con la enfermedad mental grave, obviándose datos muy importantes, que desde la individualización y la contextualización nos deberían dar las claves del porqué de ese proceder. La violencia es individual y secundaria a una adversidad que se instala como daño permanente.

Qué duda cabe que los sentimientos de inseguridad, desconfianza, re-sentimiento, con una continua tendencia al egocentrismo, odio, la envidia y el conflicto en las relaciones constituyen el guion de muchas personas, que no padecen enfermedades mentales, en comportarse de forma violenta. La violencia es un fenómeno multifactorial y hay que desmitificar por tierra, mar y aire esa creencia social cada menos vez menos arraigada, pero que todavía emerge, de que la violencia es sinónimo de enfermedad mental.

Olvidamos que a pesar de que estamos en el máximo nivel de hominización, y que la violencia ha disminuido, descendemos de un mono asesino y que siempre se cierne sobre nosotros el peligro de que otros humanos nos dañen y especialmente los que están en nuestro círculo más próximo. Nacemos agresivos y nos volvemos violentos y es obvio que nuestra especie tiene problemas con la violencia. La violencia siempre formará parte de le experiencia humana.

¿Por qué hacemos las cosas que hacemos? ¿Cómo podemos llegar a hacer tanto daño a personas a las que hemos querido y queremos? ¿Qué pasa en nuestro cerebro? ¿Cómo se entrelazan los factores neurobiológicos, psicológicos y culturales en la conducta violenta?: Es fácil y simplista poner etiquetas: narcisista, perverso, psicópata etc ¿Pero como llego a una situación emocional tan comprometida, para mostrarse tan violento y hacer tanto daño colateral: sus hijas, su exesposa, su pareja actual, sus amigos, sus padres y a el mismo? Es costoso pensar y reflexionar” sobre los hechos complejos ya que solo se puede hacer desde un abordaje complejo” , como dice el neurobiólogo Sapolsky.


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