Dice Íñigo Errejón que los servicios de los hospitales públicos son gratis. Imagino que lo dice porque no le pidieron dinero al salir de vacunarse. Me pregunto si sabe que cuando un empleado cobra una nómina, se practican retenciones para Hacienda y lo que no llega al bolsillo del trabajador se va a sufragar el coste de eso que él considera gratis: hospitales, carreteras, educación, policía, etc.
Me pregunto también si sabe que el empresario del que abomina paga mensualmente por cada trabajador una seguridad social, conocida con el arcaico término de cuota patronal, que supera el 30% del salario y que hace pupa cuando las cosas vienen torcidas.
Le hubiera sido muy instructivo a Errejón recibir una “factura sombra” con el coste de lo recibido. De hecho, todos los usuarios de lo público deberían conocer el valor de los recursos públicos consumidos y financiados con los impuestos de todos.
Por ejemplo, para una estancia de unos días en un hospital, el paciente debería recibir obligatoriamente junto al alta una “factura sombra” con el coste de las horas del personal sanitario que le atendió y el de la parte proporcional del financiero, gerente o el de limpieza; el coste de la comida y el coste de los medicamentos entre otros, así como la parte amortizable de la inversión en infraestructuras, mobiliario y equipamiento del hospital. Nos sorprenderíamos del coste de lo público y se acabarían los derroches.
Nada es gratis, Sr. Errejón. Como tampoco es gratis el dinero que se ha imprimido a mansalva en el último año y medio y envían a los gobiernos los bancos centrales. Por comentarios de algunos políticos, parece que así lo creen.
Ese dinero, se tiene que devolver con intereses pero lo peor del dinero gratis es que tiene un alto coste para usted y para mí: la inflación que provoca la dilución del poder adquisitivo de nuestro dinero.
¿Se han preguntado cómo es que nuestros padres, a base de duro trabajo, podían ahorrar y comprar propiedades y devolver todas las “letras” a pesar de un tipo de interés mucho más elevado que hoy? Hoy es imposible.
La razón es la inflación. El gráfico del poder de compra del dólar desde 1913, año de la creación de la Reserva Federal, asusta. Hoy compramos con un dólar un 95% menos de lo que se adquiría aquel año.
En la actualidad, el movimiento del dinero en circulación es bajo pero está empezando a repuntar. Cuando cambie de manos con mayor frecuencia y aumenten las transacciones, los precios subirán y nuestros ahorros perderán valor. Y eso ocurrirá de manera rápida.
Será cuando el dinero de los inversores se refugie con mayor presencia en activos con oferta fija como el oro, la plata bitcoin y harán que suba su cotización. Además de bitcoin, existen tokens muy interesantes que forman parte de proyectos que introducen la blockchain en algunos sectores en concreto y también son deflacionarios, es decir, que tienen una oferta limitada.
En 1942, en plena II Guerra Mundial, los alemanes iban perdiendo fuelle y buscaron métodos alternativos a los tanques y aviones de guerra para vencer a los británicos. Su arma fue dar dinero gratis a los ciudadanos británicos. Dinero gratis a raudales aunque fueran falsificaciones perfectas, realizadas por judíos expertos en los campos de concentración.
Primero pensaron en lanzar el dinero entre las poblaciones de Gran Bretaña desde aviones pero acabaron haciéndolo a través de las embajadas. Se descubrió la operación cuando había cantidades enormes de dinero a punto de entrar en la economía británica.
¿Qué cómo iba a hacer daño a Gran Bretaña el dinero gratis? Pues inundando la economía de billetes y haciendo que la gente saliera a gastarlo desenfrenadamente. Se crearía así una espiral de subida de precios por la presión de la demanda sobre una oferta delimitada. La hiperinflación sería inevitable. Los empresarios subirían precios por momentos. Esta subida haría que un billete de libra esterlina pasara no valiera casi nada y se colapsaría así la economía británica. Su moneda iba a quedar inservible. Se trataba de la operación Bernhard.
El dinero gratis de manera descontrolado es malo para una economía, ya sea tirado desde aviones o enviado desde los Bancos Centrales como estamos viendo estos meses. Los efectos son los similares. Lo gratis casi hunde la economía británica en plena guerra.
Desconfíen cuando alguien dice que algo es gratis.