Las vacaciones son para descansar, no para trabajar, o al menos esta tendría que ser la regla general. De igual manera que los adultos no trabajamos durante nuestras vacaciones (o al menos procuramos no hacerlo), ellos no tendrían que ser la excepción. No hacer deberes no tiene por qué significar no hacer nada.
Podemos aprovechar este tiempo para enseñarles otras muchas cosas que serán igual de útiles para la vida: en el ámbito deportivo (aprender a ir en bici o a nadar), artístico (hacer trabajos manuales, tocar algún instrumento o bailar), cultural (leer libros, hacer experimentos…), aprender las tareas domésticas básicas (hacerse la cama, fregar los platos, peinarse, sacar al perro, regar el jardín o poner en marcha una lavadora…) u otras como saber orientarse en la montaña, visualizar constelaciones, hacer visitas culturales. Todo esto, entre otras muchas cosas.
Aun así como en todo, siempre hay que aplicar el sentido común. Si un niño/niña no ha seguido con normalidad el curso, quizás sí que tenemos que plantearnos un poco de refuerzo, siempre que este no suponga un esfuerzo extra día detrás día. Es decir, en ningún caso tienen que ser excesivos. En todos los otros casos, y sobre todo cuando el niño/a ha obtenido buenas calificaciones, los deberes serían totalmente innecesarios.
Uno de los argumentos que más se utilizan para justificar los deberes y las clases de refuerzo durante la época estival es que tantos meses sin hacer nada, les hace olvidar todo aquello que han aprendido durante el año. La realidad es que lo que se ha aprendido bien, nunca se olvida, por lo que no tenemos que tener miedo que lo olviden en tan solo unas semanas. Y si lo olvidan, habrá que plantearse entonces otra cuestión, como la eficacia de sistema educativo.
La mayoría de expertos coinciden en que los niños son niños y que por lo tanto, tienen que hacer en verano actividades en las que se diviertan, con las que puedan pensar y desarrollar su creatividad, y esto no tiene por qué estar reñido con el aprendizaje, porque hay muchas maneras de enseñar, y no en todas, hay que pasarse horas interminables ante un libro, todo lo contrario.
(Un artículo de Eva Remolina para Amic – Menorcaaldia.com)