La escalada del precio de la electricidad, que batió varios récords históricos la segunda semana de agosto, y los carburantes ha generado un efecto dominó en otros productos esenciales, como el transporte y la vivienda, y ya se está traduciendo en un encarecimiento de la cesta de la compra. En concreto, los aceites y grasas han aumentado desde enero un 20%, el agua mineral, los zumos y refrescos un 7,4% y la fruta fresca un 4,6%. Así lo denuncia la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), a raíz de los datos publicados recientemente por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
En concreto, la OCU reseña que desde enero del presente año, el IPC de los alimentos y bebidas no alcohólicas se ha incrementado un 1,5% debido a las subidas del coste de la energía, que están empezando a afectar a la producción y el transporte de productos de alimentación. A las partidas antes mencionadas, le siguen productos como los huevos (que se han encarecido un 3,5%) y la carne de ave (3,0%). Entre las pocas partidas que bajaron sus precios destacan las legumbres y hortalizas frescas (-1,3%) y el pescado, fresco y congelado (-1,2%).
La OCU advierte que estos incrementos son muy preocupantes “por cuanto afectan directamente a las economías más vulnerables; y más ahora cuando el 45% de los hogares ha sufrido una pérdida de ingresos durante el año pasado, según una reciente encuesta sobre el índice de solvencia familiar realizado por la organización”.
Según la OCU, estás subidas no han afectado a todas las comunidades autónomas por igual. Entre las que más han sufrido el incremento de precios destacan Galicia (2,3%), Cantabria (2,1%), Navarra (2,0%), además de Melilla (2,6%). Mientras que se ha sentido bastante menos en Canarias (0,6%) y La Rioja (0,9%), así como la ciudad de Ceuta (0,3%).