A poco de bajar las escaleras que llevan a la “Kyana Cova”, una cueva que es un balcón a las aguas de Santandria, uno entra en un mundo fascinante, en un universo lleno de espiritualidad, arte, historia y memoria de Ciutadella. La personalidad del espacio creado por Nicolau Cabrisas (Ciutadella, 1916-2013) salpica tu mente de inmediato. Un agujero maravilloso excavado junto al mar y que guarda un montón de relatos que ahora su familia recupera. Es uno de los rincones mágicos y pintorescos de Menorca, a pesar de que “muchos menorquines no lo conocen”, detalla su entorno. Los ojos de Llorenç Cabrisas, su hijo, se iluminan cuando empieza a contar la vida de “En Colauet de Sa Nacra”, un trabajador del calzado y gran amante de la lectura que en los años 60 adquirió una cueva a las afueras de Ciutadella. “Montó y explotó un restaurante (Sa Nacra, que ahora ya no tiene vinculación con la cueva) hasta que se cansó y, en 1972, decidió comprar con las ganancias de la venta otra cueva con derecho a excavar”. Allí empezó todo. Era una Menorca en plena ebullición, con ansias de cambio, abierta al turismo en un mundo algo hippie: “En esta cueva conectó con su mundo interior”. Un espacio trufado con decenas de figuras, mensajes y obras de arte. Trabajó la piedra y otros elementos del mar durante años, iniciándose en un oficio de escultor que le permitía liberar las amarras de su vida junto a Gisela Offen, su nueva pareja. A los 50 años, “Kyana”, como se dio a llamar desde entonces -nadie conoce el origen del nombre-, se dedicó en cuerpo y alma a sus grandes anhelos: la escultura, la filosofía y la lectura. El resultado dio con un espacio con varios habitáculos que convirtió en su vivienda, pero también en su gran expositor de sueños: “Un troglodita de la edad moderna”. Aprovechó la formación de la cueva para tallar el marés, pero también introdujo piezas aplicadas sobre huesos o piedras de diverso tamaño”. Ahora, unos años después de su muerte, su familia ha decidido convertir esta cueva en un pequeño museo que rinde homenaje a su obra. Su nieto, Nico Cabrisas, así como Piti Solé, han sido claves en la rehabilitación. Cuidan cada detalle del enclave, incluso la cercanía con el visitante, que acaba maravillado tras la visita. Un guiño al arte, a la mitología y a Carl Gustav Jung, el pionero de la psicología profunda. “Kyana Cova” es un universo fascinante, uno de los lugares por descubrir en la Isla.
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