Solo se conserva lo que no se amarra. Fiel al mensaje de su “Guitarra y vos”, Jorge Drexler ha dejado libres la creatividad, la empatía, la complicidad, el amor, la alegría y justo eso es lo que ha conservado su música y una sólida trayectoria musical capaz de rendir al público más exigente.
Lo consiguió, una vez más, en el marco del “Splendid Festival Menorca” del Teatre Principal de Maó, donde el artista uruguayo se llevó una ovación de ‘ópera’ tras casi dos horas de apasionado concierto, acompañado por Borja Barrueta (batería y percusión) y Meritxell Neddermann (teclado y coros).
La cita, programada para las 21 horas, comenzaba con minutos de cortesía como suspiros, murmullos tenues, guiño en forma de bandera de Uruguay en un Principal con su aforo completo (y lista de espera) y un abrazo de aplausos con la salida de Drexler al escenario.
“Milonga de un moro judío”, con su mensaje siempre actual, más en plena crisis de Afganistán, abría un repertorio que reivindicó el valor de la vida -siempre imprevisible-, la diversidad, la entrega, el amor o la generosidad, con temas como “Polvo de estrellas”, “La edad del cielo, “Bolivia” o “El otro lado del río”.
Agradecido y feliz por “el acto de amor que supone en estos tiempos agotar el aforo”, Drexler no se olvidó de referentes como Joaquín Sabina (“Pongamos que hablo de Martínez”) y Mercedes Sosa (“Sea”, tema que fue interpretado por la gran cantante argentina), ni de la pandemia, que motivó su “Codo con codo” o una nueva lectura de “Toque de queda”.
Disfrutando en todo momento, con sencillez y sentido del humor, logró la interacción del público a lo largo del recital, tanto en la interpretación de las canciones como en su reconocimiento a los encargados de sonido e iluminación, en el momento de anticipar la despedida e incluso al clamar por la necesidad de parar y aislarse con su “Silencio”.
Un silencio que rompió sin dudar en un largo bis, en el que acabó de conquistar a los asistentes. “Salvapantallas”, “Sea”, la novedosa, pero nada desconocida, “La guerilla de la concordia” y “Todo se transforma” pusieron el broche final al concierto, penúltimo de un “Splendid Festival Menorca”, que, a falta de Sílvia Perez Cruz, está haciendo gala a su nombre.
Un lujazo. Más que un concierto una sesión de terapia colectiva. De la mano del maestro se hace evidente que actualmente el sentido común, la humanidad, la inteligencia y la sensibilidad son completamente necesarias y revolucionarias.