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“Acaba el verano”

Un artículo de Emilio Arteaga

Gente paseado por el centro de Maó (Foto: Tolo Mercadal)
Gente paseado por el centro de Maó (Foto: Tolo Mercadal)

Acaba el verano, acaban las vacaciones, volvemos a la actividad habitual, va a empezar el nuevo curso escolar y seguimos en plena quinta oleada de la Covid 19, de baja, sí, pero lentamente, con muchos pacientes ingresados y con una ocupación altísima de las ucis con pacientes de esta enfermedad, lo que está teniendo una enorme repercusión sobre la asistencia sanitaria al resto de patologías y, por tanto, sobre la salud de la población en general, amén de sobre las condiciones de trabajo del personal sanitario, que hace tiempo que superó el límite razonable de resistencia psicológica y física.

Es cierto que el número de muertos es infinitamente inferior a anteriores oleadas, lo que se debe a la vacunación de los segmentos de más edad, que son los de máximo riesgo de desarrollar una enfermedad grave, lo que demuestra que la vacuna es la única arma auténticamente eficaz en la lucha contra la pandemia.
Pero esta quinta oleada nos ha llegado sin haber cumplido los planes de vacunar el 70 % de la población y ello ha generado el elevado número de casos que, sin ser mortales, han requerido hospitalización e ingreso en la uci, en los segmentos de edad de menos de 50 años, en los que el porcentaje de vacunación era muy bajo.

Por otro lado, la aparición de la variante delta, más agresiva y más transmisible, implica una reconsideración de los parámetros que los epidemiólogos consideraban para alcanzar la inmunidad de grupo. Ya no parece que sea posible alcanzarla con un 70 % de vacunados, incluso es posible que ya no la podamos lograr, puesto que esta variante ha demostrado capacidad de infectar también a personas vacunadas, que, aunque asintomáticas o con síntomas leves, pueden durante un cierto periodo de tiempo, más corto que en los no vacunados, transmitir la enfermedad.

La vacuna resulta en este contexto más importante que nunca, aunque parezca paradójico, ya que es la única protección eficaz contra la enfermedad y llegar al 90 % de la población vacunada será la manera de convivir con la infección, aunque no consigamos la inmunidad de grupo. En definitiva, no podremos evitar la circulación del virus, pero sí la reduciremos a niveles manejables y, sobre todo, disminuiremos al mínimo el número de casos graves y, por tanto, los ingresos hospitalarios y en las ucis.

No hay otro camino. Se ha de acelerar la vacunación masiva de toda la población menor de doce años y debemos ir concienciándonos de que, con toda probabilidad, vamos ya a convivir indefinidamente con el virus, igual que convivimos con el de la gripe y otros muchos virus respiratorios y también es muy posible que debamos revacunarnos periódicamente, quizás no cada año, quizás cada dos o tres años, pero tendremos que hacerlo, seguro.

Y debemos ayudar a la vacunación masiva de todos los países que no disponen de recursos, ni económicos ni sanitarios, para inmunizar a su población.
Es en nuestro propio interés, mientras el virus circule masivamente en esos países, las posibilidades de que aparezcan nuevas y más peligrosas variantes son muy altas, lo que nos pone en grave peligro a todos.


Comment

  1. … la raza humana no desaparecerá por ésta pandemia… pero podría extinguirse en un futuro si no socializamos y dejáramos de practicar sexo con parejas de distinto género, así que mejor nos vacunamos todos y así podremos follar con tranquilidad y dejarnos de distancia social, que tanto daño ha hecho hasta ahora…

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