Cuando se cumplió un año de la llegada de las restricciones sanitarias que cambiaron nuestras vidas, la Confederación Salud Mental de España advirtió la necesidad de atender el aumento de casos de personas que sufrían síntomas derivados de la pandemia a nivel mental. Hoy aún siguen las llamadas a la acción para intentar a atender una demanda creciente de personas que sufren de algún modo los efectos en la salud mental de la Covid.
Desde depresiones a fobias, tristeza por la soledad o un aumento de pensamientos suicidas. Son solo algunos de los ejemplos, pero no solo se quedan en efectos en la mente, también tienen eco en efectos físicos que aparecen con el tiempo.
En Europa, según la OMS, los problemas de salud han aumentado durante la pandemia. Varias encuestas muestran que alrededor de un tercio de las personas adultas reporta niveles de angustia. Entre la población más joven, esa cifra llega a la mitad de la población.
Según datos del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), en el primer año de pandemia, un 6,4% de la población acudió a un profesional de la salud mental por algún tipo de síntoma, el mayor porcentaje (un 43,7%) por ansiedad y un 35,5% por depresión. Más del doble de las personas eran mujeres.
Las desigualdades y discriminaciones en el ámbito profesional, la carga de responsabilidades familiares y de cuidado o la violencia de género, han sido algunos de los principales factores que ha provocado o agravado los problemas de salud mental en la población femenina.
La encuesta del CIS revela que el porcentaje de personas de clase baja que se han sentido decaídas, deprimidas o sin esperanza durante la pandemia, casi duplica al de aquellas que se identifican con la clase alta (32,7% frente a 17,1%). Destaca igualmente la prescripción de consumo de psicofármacos, de un 3,6% en la clase alta, frente a un 9,8% de la clase baja.
Las personas de 18 a 34 años son las que han frecuentado más los servicios de salud mental, han tenido más ataques de ansiedad, más síntomas de tristeza y han sido las personas que más han modificado su vida habitual debido a esta situación.
Por último, cabe señalar la especial vulnerabilidad de las personas con problemas de salud mental, anteriores a la pandemia. Un estudio desvela que el 6,3% de las personas con un trastorno mental grave en España, participantes en dicho estudio, necesitaron ingreso en Unidad de Agudos y el 21,4% tuvo que aumentar la medicación.
Alargar en el tiempo situaciones adversas, aguantar una situación de ansiedad, depresión, estrés o similar (incluso económica) puede estar desgastando nuestra salud mental y por ello los profesionales advierten de la necesidad de atender los casos diagnosticados y hacer más prevención para los latentes.