Para entender cómo Maó destacó durante un tiempo por su potencia industrial, hay que remontarse a la iniciativa de un comerciante alemán que viajó a Italia y descubrió la creatividad de un belga. Sí, así de lioso puede parecer el destino. Etienne Lenoir fue el primer hombre que diseñó un motor de combustión interna y este alemán lo tomó de referencia para fabricar su propio diseño. Había visto el futuro.
Nikolaus August Otto (Colonia, 10 de junio de 1832, 26 de enero de 1891) fue reconocido mundialmente por haber creado en 1876 el primer motor de gasolina de cuatro tiempos con carga comprimida que fue la base para todos los motores posteriores de combustión interna. Sin duda su viaje a Italia fue providencial. En 1864 fundó junto con Eugen Langen la primera fábrica de motores en el mundo llamada “NA Otto & Cie” y fue el padre de Gustav Otto, cofundador de BMW con Karl Rapp en 1917. Pero antes de lanzarse a fabricar, buscó el apoyo de Crossley Brothers.
Según relatan las investigaciones de José María Ortíz, Crossley Brothers fue creada en Manchester en 1867, fue una de las empresas pioneras y punteras en la fabricación de motores de gas gracias al acuerdo alcanzado con el alemán. Una vez consolidada en Inglaterra, inició su expansión internacional consiguiendo en pocos años introducir sus motores en más de treinta países de los cinco continentes. Esto lo hizo a través de contratos de agencia con empresas locales que se encargaban de la distribución e instalación de los motores, pero no de la fabricación, que quedó centralizada en Manchester. Su agente en España fue Julius G. Neville, empresa surgida en Barcelona en la década de 1870 para la importación de maquinaria inglesa a la Península. Más adelante esta compañía trasladaría sus oficinas centrales a Liverpool y expandiría sus actividades a Portugal, Italia y diversos países de Latinoamérica, convirtiéndose en el principal agente internacional de Crossley Brothers.
En las dos últimas décadas del siglo XIX, Julius G. Neville llegó a ser una conocida empresa importadora e instaladora de maquinaria inglesa en España, especialmente de motores de combustión interna para la generación de electricidad. A principios de la década de 1890 entró en contacto con La Maquinista Naval, una compañía de construcción y reparación de maquinaria surgida en Mahón (Menorca) en 1893, que inicialmente fue cliente de Neville y que con el tiempo acabó colaborando con la inglesa en sus actividades de distribución de motores Crossley.
Esta colaboración se fue estrechando hasta el punto de que en 1902 La Maquinista Naval se fusionó con la rama española de Neville para crear la Sociedad Anglo-Española de Motores, Gasógenos y Maquinaria General, cuyo centro productivo estaba en Mahón, aunque sus oficinas centrales se localizaron en Madrid. Crossley no participó en la creación de la Sociedad Anglo-Española de Motores (SAE), aunque a partir de ese momento, esta –a través de Neville- actuó como su agente en España.
Este entramado de relaciones fue cauce para la transferencia del motor de gas con tecnología Otto-Crossley hacia España y propició el establecimiento en Menorca de una moderna industria metal-mecánica, hasta entonces inexistente en la isla, convirtiendo a Maó en un importante centro difusor del motor de combustión interna para la generación eléctrica por toda la península Ibérica.