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“Abril en octubre”

Un artículo de Josep Maria Aguiló

Gotas de lluvia.
Gotas de lluvia.

A veces llueve dentro de nuestro corazón, pero tal vez porque se trata de una lluvia interior, que cae en un espacio poroso, pero cerrado, no suele ser percibida normalmente por los demás. En ocasiones ni siquiera quienes están más próximos a nosotros llegan a darse cuenta de nuestra soledad, de nuestra tristeza o de nuestro dolor.

Quizás ese sea el principal motivo por el que tan a menudo buscamos refugio en la poesía o en la música, especialmente en todos aquellos autores que en un poema o en una canción nos están tal vez diciendo que en su frágil corazón está lloviendo también. Así ocurre con el gran cantautor Luis Pastor y con su bellísima canción Aguas Abril, de la que desde hace ya algún tiempo existe una nueva versión, a dúo con Bebe, igualmente muy hermosa.

«No sé de qué compás te deslizaste/ ni en qué estación de metro te perdí./ No vi llegar al lobo y me avisaste./ Las tiendas se han cerrado para mí». En la lluvia hay siempre, pese a todo, belleza, una belleza diferente, melancólica y extraña, como la de las calles mojadas en las noches de una gran ciudad, o la de las terrazas desiertas junto al mar en donde un paraguas quizás olvidado es movido por el viento, o la de las playas vacías o los paisajes brumosos y empapados que anuncian que se acerca ya un nuevo otoño.

«Aguas abril, flores en mayo./ Beso una estatua de sal./ Se fue mi tren, también el barco./ Solo en mi puerto de mar». Sin querer, muchos de nosotros nos pasamos la mayor parte de nuestras vidas intentando ocultar nuestros verdaderos sentimientos o nuestro estado de ánimo más frecuente, por pudor, para no incomodar, para evitar que los demás puedan quizás decidir alejarse más o menos definitivamente de nosotros. Sin querer, muchos de nosotros nos pasamos la mayor parte de nuestras vidas fingiendo en mayor o menor medida, y eso hace que a menudo nos sintamos, de forma casi irremediable, doblemente incomprendidos y solos.

«Aguas abril, flores en mayo./ Camino solo por Madrid./ Se acerca junio y cumplo años./ Soy un extraño para ti». A veces, aunque afuera pueda estar luciendo hermosamente el sol, está lloviendo muy silenciosa y calladamente dentro de nuestro corazón. A veces, abril y octubre, junto con algunos otros meses, pueden llegar a formar parte indistinta y misteriosamente de la misma melancólica y lluviosa estación.


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