“Es muy intuitivo”, decimos cuando vemos a un niño teclear el móvil. Lo cierto es que hay tantas dudas de cómo sacarle partido a nuestra imagen de marca, negocio y perfiles en las redes que no hay formación suficiente sobre el tema para que la podamos abarcar. Por dos motivos; hay muchas redes sociales y son cada vez más. Y por otro lado, no paran de mutar. Como los virus. Y a cada ocasión tenemos que intentar no perder el tren de las novedades porque eso puede suponer ser o no ser competitivos, tener o no tener presencia, conseguir o no conseguir hacer llegar nuestra imagen.
En ese ansia por destacar o figurar de la mejor manera posible, se cometen auténticas barbaridades.
Expertos de Nuvix consulting compartían estos días algunas ideas para no meter la pata a la hora de gestionar los perfiles en las redes sociales.
Uno de los enemigos más comunes es el de la precipitación. Lanzarnos a plantar nuestro logo, cara o imagen en las redes sin haber pensado un poco cómo queremos que se vea, en qué red social o de qué manera será presentada, pasa mucho. Y por esa misma razón, la precipitación para no ser el último hace que mucha gente se haga un perfil a cada red social que asoma por el horizonte de internet. Y eso no sirve para todo el mundo.
Volvemos a lo de ir rápido sin mirar las consecuencias. Al crear los perfiles obviamos muchas veces completar de manera correcta la información de perfil, es decir, que estamos dejando de lado información clave para que contacten con nosotros o, también, todo lo contrario; damos información que no hace falta que compartamos.
Hubo una práctica que aún hay quien lleva a cabo. Como tener más “me gusta” o seguidores parece sinónimo de éxito, hay quien los compra. Sí, sí se puede. Pero no es recomendable. Convienen más los seguidores reales que no los falsos, que no interactuarán.
No esperamos que quien lleve la red social sea un ingeniero de datos pero sí debe tener en cuenta las singularidades del algoritmo de cada red, que es distinto. Así sabrá qué poner, cuándo y de qué forma comunicarse en cada caso. Hacerlo bien o no es la diferencia entre perder el tiempo o sacarle jugo a nuestra presencia en las redes sociales.
Otro error común es llenar con una cantidad abusiva de hashtags cada post. Además de “ensuciar el texto“, no aportan realmente visibilidad.
Al parecer, ser demasiado formal en el lenguaje tampoco es recomendable. No se trata de ser grosero ni estridente. Basta con saber usar con gracia los emoticonos y otros recursos según el momento.
Publicar demasiadas cosas en poco tiempo es un error de principiante. Menos es más, sobre todo si sabemos gestionar el momento de cada publicación.
Aunque quisiéramos acabar con ellas, no se pueden ni deben eliminar ni esconder comentarios o críticas. Lo ideal es tener un buen Community Manager para gestionarlas. En este sentido hay que evitar “alimentar al troll“, es decir, darle voz al crítico con nuestro perfil/imagen/negocio y sacarlo al terreno de los mensajes directos para hacer esa gestión inteligente.
Aunque hay herramientas útiles que ayudan a que un solo post sea clonado en diferentes redes, no es recomendable hacerlo puesto que cada red tiene su propio “lenguaje” y así estaríamos dando una visión monótona de nuestra presencia/marca en la red.
Ver lo que hacen los demás y copiar lo que vemos que funciona no es delito. Aprovechemos las ideas que vemos que gustan a los seguidores de una página si queremos lo mismo. No se trata de calcarlo, pero sí basarnos en ello. Nos están mostrando el buen camino.