En la ciudad es más complicado pero en una isla como Menorca la mayoría de la gente tiene más facilidad para volver a la tierra. En los tiempos más complicados, como la irrupción de una pandemia y su consiguiente crisis económica, el acceso a trabajar la tierra para que aporte sustento es recurrente.
Algunos ayuntamientos fomentaron los huertos sociales para que quien tuviera necesidad pudiera optar a una horticultura para el acceso a alimentos que producían ellos mismos.
En el momento de abordar el trabajo se pueden plantear técnicas tradicionales, utilizar recursos y guías, introducirse en la agricultura sin químicos e incluso por la permacultura.
La permacultura es un sistema de principios de diseño agrícola basado en los patrones y las características del ecosistema natural. Tiene muchas ramas, entre las que se incluyen el diseño ecológico, la ingeniería ecológica, diseño ambiental, la construcción y la gestión integrada de los recursos hídricos, que desarrolla la arquitectura sostenible y los sistemas agrícolas de automantenimiento modelados desde los ecosistemas naturales.
Digamos que es un sistema de horticultura que le va bien a quien no tiene ni idea de cómo abordar el trabajo en el huerto y, en parte, es porque necesita mucha menos atención y trabajo. Desde sus inicios a finales de los años 1970, la permacultura se ha definido como una respuesta positiva a la crisis ambiental y social.
Quienes conocen y aplican la permacultura en Menorca parece que no cuiden su huerto pero de hecho lo que hacen es utilizar astucia y técnicas sencillas que permiten que, de manera natural, la tierra de sus frutos. Quien practica la permacultura no airea la tierra si no que facilita que otros organismos, como las lombrices, hagan este trabajo.
Se utilizan determinadas especies de plantas para generar la base de su agricultura como, por ejemplo, el heno. El heno es una hierba, de gramíneas o de leguminosas, cortada, seca y utilizada como alimento para los animales. Las flores de pasto también suelen ser parte de la mezcla. Las plantas que se utilizan comúnmente para el heno incluyen el ballico italiano (Lolium multiflorum) y el ballico (L. perenne), con mezclas de otras hierbas y tréboles (rojo, blanco y subterráneo). El heno (no confundir con la paja), es un sustrato de gran calidad para el cultivo de varias especies. Debe prepararse de modo que se coloque en un corte vertical para evitar que acumule demasiada humedad y taparlo con compost. Una tonelada de heno alimenta a la tierra con 13 kilos de nitrógeno, 4 de fósforo y 15 de potasio. Esto supera el aporte de abonos químicos y es mucho más barato.
Los fardos, habitualmente destinados a la alimentación de ganado, suelen descartarse para este uso si se humedecen demasiado. En estos casos se pueden reaprovechar para preparar cultivos de especies autóctonas del tipo espárragos, ajo, hierbas aromáticas como el tomillo, orégano o perejil, alcachofas o hinojo.
Estas especies de plantas tienen la característica de que arraigan bien y producen regularmente con muchos menos cuidados de los que necesita la horticultura intensiva.