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Nuevos estudios sobre la obesidad infantil revelan la importancia de la microbiota

Doce artículos del proyecto 'Ciencia y tecnología en las políticas sobre obesidad infantil' se recogen en un dosier de la revista científica Obesity Reviews donde participa también la UIB

Muchos factores influyen en la obesidad
Muchos factores influyen en la obesidad
Foto: Pixabay

Un número especial dedicado a los últimos avances en la investigación sobre la obesidad infantil recoge los artículos financiados por el programa H2020 de la Unión Europea. Este proyecto tiene como objetivo generar evidencia científica que apoye las políticas para hacer frente al reto de la obesidad infantil.

Esta semana la UIB difundía las principales conclusiones porque uno de los tres coordinadores de este número especial de Obesity Reviews es el doctor Josep Tur, catedrático de Fisiología del Departamento de Biología Fundamental y Ciencias de la Salud e investigador principal del grupo de investigación en Nutrición Comunitaria y Estrés Oxidativo de la Universidad de las Islas Baleares. El doctor Tur también es investigador del Centro de Investigación Biomédica en Red de Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (CIBEROBN), del Instituto de Investigaciones Sanitarias de las Islas Baleares (IDISBA) y del proyecto STOP. De hecho, entre los artículos del dossier hay cuatro trabajos en los que ha participado el doctor Josep A. Tur.

En el primer trabajo se evalúan los últimos avances logrados por la investigación en el campo de la obesidad infantil. A partir de la constatación de que la obesidad infantil no se puede explicar sólo por la predisposición genética y el estilo de vida, el trabajo apunta a la necesidad de que la comunidad científica encamine los esfuerzos hacia el estudio de las interacciones entre los genes y el entorno. Desde esta perspectiva, se plantea la necesidad de tener en cuenta las interdependencias entre las exposiciones perinatales a alimentos, antibióticos, contaminantes o complicaciones durante el embarazo, los patrones alimenticios, la actividad física y marcadores individuales, como el microbioma, los antecedentes epigenéticos y las firmas metabólicas.

El segundo estudio aporta información nueva sobre la relación que existe entre el hecho de nacer con un peso y un tamaño inferior al adecuado y el riesgo de desarrollar resistencia a la insulina durante la infancia y la adolescencia. El estudio concluye que, comparado con los niños que nacen con un peso y un tamaño adecuados, los niños nacidos con un tamaño inferior tienen un riesgo 2,33 veces mayor de desarrollar diabetes del tipo 2. Este estudio muestra importancia de tener en cuenta a los bebés prematuros como un subgrupo de niños y adolescentes potencialmente vulnerables que deberían poder beneficiarse de pruebas de triaje y estrategias de prevención tempranas.

La relación entre la microbiota intestinal y la obesidad infantil es el tema objeto del tercero de los estudios que se incluyen en el dossier publicado por Obesity Reviews. Los investigadores han investigado la composición de la microbiota en distintos momentos de la infancia: la etapa gestacional, la etapa perinatal y la primera infancia (de 1 a 4 años). El estudio concluye que la microbiota debe ser considerada entre los múltiples factores que afectan al desarrollo de la obesidad, y que aspectos como el tipo de parto, el tipo de lactancia, factores higiénicos, la exposición a antibióticos o el alimentación complementaria pueden tener un impacto en la composición de la microbiota y, por tanto, pueden aumentar el riesgo de desarrollar obesidad.

El cuarto artículo destaca la necesidad de tener en cuenta el papel interdependiente y complementario que desempeñan en el desarrollo de la obesidad factores varios, como el peso y el tamaño durante la gestación, la exposición a antibióticos en la etapa perinatal, los contaminantes orgánicos persistentes durante la etapa prenatal, el desequilibrio en la composición de la microbiota, el seguimiento de la dieta mediterránea, el consumo de lácticos, el consumo de alimentos ultraprocesados, la inactividad y el sedentarismo, y factores ambientales como la calidad de el aire, la accesibilidad a parques y zonas de esparcimiento al aire libre, la exposición a contaminantes relacionados con el tráfico, además de firmas metabólicas en sangre, orina, sangre del cordón umbilical y saliva, y la predisposición genética o factores epigenéticos que conllevan interacciones entre los genes y el entorno. Los investigadores señalan que la calidad de vida y la salud de los niños exige que se consideren las dimensiones de personalización, poblacionales y planetarias para afrontar la obesidad infantil en las etapas tempranas de la vida, con el objetivo de alcanzar una información en profundidad que integre la medicina personalizada y las necesarias intervenciones de salud pública a escala global.


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