La ministra de Sanidad, Carolina Darias, ha vuelto a anunciar que el final de la obligatoriedad de las mascarillas en interiores está cercano. No es la primera vez que Darias realiza esta previsión, pero en esta ocasión todo indica que hay ya una fecha, exactamente el 6 de abril, para, como mínimo, empezar a vislumbrar un horizonte concreto.
Para ese día, que coincide con el miércoles de la semana próxima, está convocada la nueva reunión del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, que reúne en torno a una misma mesa al Ministerio de Sanidad y a los diversos consejeros autonómicos.
La sesión del 6 de abril, que tendrá lugar en la ciudad de Toledo, incluirá en su orden del día, previsiblemente, la valoración en profundidad de las ventajas y los inconvenientes que puede acarrear este nuevo paso adelante en la progresiva desescalada de las medidas de prevención y contención de la pandemia.
Por supuesto, eso no significa que vaya a ser a partir de ese día cuando la mascarilla deje de ser un requisito obligatorio a la hora de acceder a un local comercial, consumir en el interior de un bar o un restaurante o cortarse el pelo en la barbería, por citar algunos ejemplos concretos.
Más bien, la pretensión del Ministerio de Sanidad y de las Comunidades Autónomas es que en la convocatoria del Consejo Interterritorial prevista para el 6 de abril se empiece a perfilar la hoja de ruta que confluirá en la retirada de las mascarillas. Será el momento en que las diversas Administraciones valorarán hasta qué punto la eliminación de esta restricción es positiva para proseguir el camino de la normalización de la situación sanitaria.
LOS SANITARIOS RECLAMAN PRUDENCIA
Sin embargo, no perderán de vista tampoco las llamadas de alerta, invitando a la precaución, lanzadas desde determinados sindicatos y entidades que agrupan a los profesionales sanitarios. Este es el caso de los médicos de familia agrupados en torno al Semergen, disconformes con la relajación de las normativas de vigilancia y seguimiento de la Covid, las cuales carecen, a su juicio, de criterio médico y científico y van a contribuir a agravar la sobrecarga de trabajo en este ámbito profesional.
Si ahora, con este colectivo claramente receloso ante la reducción de las pruebas diagnósticas y la liberalización de las normas sobre aislamiento de casos positivos y contactos estrechos, las administraciones van todavía más allá y decretan la retirada de las mascarillas en interiores, el descontento entre el personal del sector de la salud podría aumentar todavía más su intensidad.
En cualquier caso, los cubrebocas, asociados casi desde el principio a la irrupción de la crisis de la Covid, no durarán para siempre. Posiblemente, sobrevivirán a las vacaciones de Semana Santa, porque difícilmente aceptarán tanto el Gobierno como las autonomías asumir la responsabilidad que conllevaría cambiar la normativa coincidiendo con el arranque de la temporada turística y la llegada de miles de visitantes.
PREVISIÓN PARA DESPUÉS DE SEMANA SANTA
Seguramente, la fecha que acuerde la Comisión Interterritorial se situará con posterioridad a Semana Santa. ¿Mucho después? ¿Solo un poco? Este aspecto todavía se desconoce, porque ni siquiera el Ejecutivo central y los autonómicos parecen compartir un criterio común al respecto.
Por otra parte, el final de las mascarillas en interiores tampoco será completo. La estimación es que las administraciones pactarán una serie de emplazamientos en los que este equipamiento de protección individual frente al coronavirus continuará siendo obligatorio.
Así sucederá, posiblemente, en el caso de los centros de salud, las unidades de urgencia y los puntos de atención continuada por un motivo obvio, como es la presencia mayoritaria de usuarios vulnerables. Otra excepción muy clara, y por idéntica razón, son las residencias y centros geriátricos, mientras que el mantenimiento de la mascarilla podría afectar también al transporte público, tanto taxis como autobuses, además de medios masivos de desplazamiento, como el avión, el barco y el tren.
Entretanto, la ministra de Sanidad, Carolina Darias, prefiere tomárselo con tranquilidad y ha abogado, en declaraciones efectuadas este pasado martes desde Bruselas, donde ha tomado parte en una reunión de ministros europeos de sanidad, por avanzar “paso a paso” en la relajación de las medidas de prevención frente al coronavirus con el objetivo de esperar a que sean los expertos quienes indiquen cuándo es el momento de retirar la obligatoriedad del uso de las mascarillas en los recintos interiores.
ALGUNOS SOCIOS EUROPEOS YA HAN OPTADO POR RETIRAR LA MASCARILLA
El mensaje de la ministra es muy similar al que ha traslado en ocasiones precedentes sobre este tema y, de hecho, una vez más, ha evitado adelantar un calendario preciso sobre el levantamiento de esta imposición. Darias prefiere optar por la prudencia, y, a este respecto, España se está quedando atrás en relación a otros socios europeos, como Bélgica, donde la mascarilla ya solo constituye un requisito obligatorio en los centros de salud y el transporte público.
En sus declaraciones, la ministra ha defendido la “respuesta estratégica” con la que España ha hecho frente a la pandemia, y ha celebrado la “altísima tasa de vacunación” en el conjunto del país, lo cual ha permitido, bajo su punto de vista, generar una “gran inmunidad” y favorecer que el impacto de la sexta ola “esté siendo menor” que en otros territorios.
En esta línea, la titular de Sanidad ha explicado que la actual ola pandémica afectó a España “más tarde” que a otros países, y ha asegurado que, a su vez, está “saliendo antes” de esta nueva fase aguda de la emergencia epidemiológica que una parte de sus socios del bloque europeo. Esto se ha debido, según Darias, al “éxito” de la campaña de vacunación contra la Covid, que ha permitido, siguiendo su argumentación, que los contagios en España se hayan saldado con casos “más leves o asintomáticos”.
*Un artículo de Joan F. Sastre