Como si de un ser vivo se tratara, el dinero nace, crece, se reproduce, se deteriora y muere. Y vuelta a empezar.
El dinero es, por definición, cualquier objeto aceptado como medio de pago por una comunidad.
En la Historia ha habido muchos tipos de dinero: grano, conchas, metales preciosos y, hasta cigarrillos en algunas cárceles.
En la actualidad estamos en la etapa final, a mi entender, del dinero fiat, es decir, el impuesto por el gobierno y que, desde 1971 no está respaldado por ningún metal precioso, como era el oro en los años previos. El dólar y el euro pertenecen a esta categoría.
El dinero fiat nace con la penitencia de la deuda.
Nuestro dinero ha nacido de la deuda y, por tanto, no nace libre. Desde el minuto uno, quien lo recibe deberá pagar intereses adheridos a él.
En su mayoría, el dinero nace por los préstamos que nos otorga la banca comercial y en una minoría, por lo que crea el Banco Central. Siempre en forma de deuda.
El dinero crece a medida que una comunidad lo va aceptando y utilizando.
El dinero también se reproduce. La reserva fraccionaria se encarga de ello. Mientras los bancos se quedan con una parte de sus depósitos, se les permite crear dinero de la nada en un porcentaje elevado respecto a lo que tienen depositado. Se inventan dinero y lo prestan. Con intereses, claro está.
El dinero se deteriora cuando va perdiendo valor y empieza a decaer, hasta su desaparición total.
Un consejo a nivel particular: hay que huir de las 3 “ies” que erosionan nuestra riqueza: Intereses, Impuestos e Inflación. Sobre todo de esta última. Según Inverco, las familias españolas están manteniendo en la actualidad más del 50% de sus activos financieros en dinero en efectivo y depósitos en el banco. La inflación es casi del 10%. La pérdida de poder adquisitivo en España está siendo brutal.
La inflación ha venido desde la demanda (impresión desmesurada de dinero en la economía) y desde la oferta (encarecimiento de materias primas y energía por otros motivos), lo que deteriora el valor del dinero actual y lo está llevando a su muerte.
Pero a Rey muerto, Rey puesto.
En la actualidad hay nuevas opciones de dinero que se postulan como sucesores al trono que el dinero fiat va a dejar: el dinero respaldado en oro (el yuan y el rublo van a ser dos ejemplos de ello); las CBDC o monedas digitales de los bancos centrales y las criptomonedas. Parece ser que se en algunos países se aprovechará para fusionar las dos primeras opciones.
Al final, la cuestión diferencial será, en mi opinión, si queremos un dinero (o una forma de vida) centralizada o descentralizada. Lo malo de esta elección es que el primero es impuesto y no depende de nuestra voluntad. Pero podemos elegir mantener el dinero descentralizado. No se puede prohibir bitcoin como concepto.
¿Queremos un dinero que dependa de las decisiones de un tercero y pueda bloquearse cuando éste lo considere y sin consultar como, por ejemplo pasó con el corralito argentino, con los oligarcas rusos o con los camioneros canadienses y la población que les ayudaba a vivir durante la manifestación? ¿Un dinero que sirva para controlarnos aún más y que sirva para premiarnos o penalizarnos si el gobierno considera que somos mejores o peores ciudadanos?
O, por contra, ¿queremos soberanía financiera para poder hacer con nuestro dinero lo que queramos, siempre dentro de la legalidad; sin el estigma de haber contribuido a generar más deuda en su nacimiento; con una oferta monetaria definida y fija, imposibilitando, por tanto su depreciación por la inflación y sin nadie que valide o se interponga en las transacciones entre iguales? Y algo muy importante: es un dinero que permite comercializar a los millones de personas del planeta excluidos del sistema bancario actual (inmigrantes sin papeles, residentes en países pobres o personas que aparezcan en listados como non gratas). Les basta un teléfono móvil para comercializar sus bienes o servicios, acceder al crédito y tener una oportunidad.
El conflicto ruso-ucraniano y el canadiense con los camioneros bloqueando las calles de la capital, han hecho mucho por la adopción de las criptomonedas.
En su cicló de vida, el auténtico bitcoin es un niño. Nació en 2009 y se encuentra en pleno crecimiento, tanto en adopción como en el tamaño de bloques y escalabilidad.
Espero que en su edad adulta, bitcoin sea capaz de convivir con las monedas digitales que los bancos centrales nos van a imponer.
La descentralización trae un halo de libertad para la humanidad y la cadena de bloques otro de verdad y transparencia.
¿Libertad, verdad y transparencia en el nuevo dinero? El futuro no es tan negro como nos lo pintan. Gracias Satoshi.