El Tribunal Constitucional ha declarado ilegales todas las medidas que supusieron privación o restricción de libertades durante la pandemia. Recordemos que se otorgó a los jueces la potestad de decidir si aplicar o no esas medidas. Los jueces deben juzgar y hacer ejecutar lo juzgado, pero no deben autorizar la aplicación de ninguna norma del gobierno autonómico, como así ocurrió.
Todas las medidas restrictivas fueron ilegales y las consecuencias, terribles en términos económicos, de salud mental, morales y hasta costaron vidas humanas. ¿Y ahora qué?
Recuerden que hubo muchas medidas restrictivas de libertades y, aun no estando conformes, las acatamos. Los toques de queda, la limitación de aforo en negocios, en colegios, en academias, la limitación del número de personas que podían reunirse en lugares públicos o privados, y la que más me duele a nivel personal, la del infame pasaporte Covid que, con la mentira de poner freno a la enfermedad, segregaba entre ciudadanos de primera y de segunda, permitiendo a unos viajar, entrar en museos, teatros, bares y restaurantes, y a otros no, haciéndoles sentir frente a sus amigos como apestados.
Muchos se ‘vacunaron’ o, mejor dicho, se inocularon un fluido experimental que nunca antes se había probado a nivel masivo entre humanos, para poder asistir a comidas de empresa o para poder ver a sus familiares en Navidad. Las colas en los vacunódromos, los días previos a la exigencia en bares del infame pasaporte, hacen sonrojar a cualquier sociedad madura.
Ya avisé de que esta medida iba a declararse inconstitucional. Lo anuncié en esta misma columna de opinión durante aquellas fechas. Y no lo vi venir por ser un lumbreras. Era puro sentido común. Si yo, con una simple licenciatura de Derecho, aun siendo no ejerciente en la profesión, pude entender que todas esas medidas transgredían la Constitución y que un juez no tenía competencias para decidir a quién afectaban y a quién no, ¿por qué salieron tantos catedráticos, jurídicos, expertos y otros apóstoles televisivos a aplaudir esa medida? ¿Dónde están ahora?
“La autorización que se le dio a los jueces no tiene respaldo en ninguna ley y además provoca una reprochable confusión entre las funciones del Gobierno y los jueces”. Estas son las duras palabras que ha emitido el Tribunal Constitucional.
Los que opinábamos igual que ahora opina el Tribunal Constitucional fuimos vistos como negacionistas por la plebe ¿Es el Tribunal Constitucional negacionista? ¿Hay que obedecer a pie juntillas todo lo que emana de arriba, o se puede desobedecer una orden injusta? Este es un debate interesante en el que hoy no entraré. Solo quiero recordar que muchos desastres de la humanidad se han cometido bajo el amparo de una ley que, pasado un tiempo, se ha visto que, a todas luces, era ilegal.
La cuestión es que, mientras a algunos nos hizo un importante agujero en la cuenta de resultados, del cual aún nos estamos recuperando y todavía tenemos que dar explicaciones para solicitar cualquier nueva operación financiera, a otros les hizo tomar decisiones que nunca hubieran tomado. Otros no pudieron pasar las Navidades con sus seres queridos y, lo que es peor, otros no podrán despedirse nunca de los que se fueron en esas fechas.
Mientras tanto, en Galicia, el mismo día en el que ha declarado el Tribunal Constitucional la ilegalidad de la norma (2 de junio de 2022), el Tribunal Superior de Justicia de Galicia ha prorrogado dos semanas más la obligación de presentar el infame pasaporte Covid para entrar a visitar a familiares en hospitales y residencias de esa Comunidad. En fin.
Lo más triste no es que nadie se va a hacer responsable de los incuantificables daños económicos, morales o a la salud mental o física de aquellas medidas, sino que, pasado el verano, volverán a hacer lo mismo, probablemente con la excusa de la viruela del mono, y muchos volverán a agachar la cabeza sin cuestionarnos nada.
Sr. Jose A. Garcia Bustos … ole por todo lo presentado en su articulo; asi es exactamente como ha pasado todo y asi es como nos mienten y manipulan , felicidades por expresar públicamente tan grande verdad y que las personas puedan abrir su mente y comprender todo lo que ha pasado y lo que quieren hacer con nosotros. La libertad es un derecho y nos pertenece, tengamoslo claro.
I vosté Sr. lletrat, que usurpa el lloc d’un periodiste, ¿es va inocular eixe fluid o es quedà fet un Miguel Bosé?.
¿Com pot escriure tota esta vomitera de paraules una vegada “sembla” ha passat el bou i desprès de millers i millers de morts fins que eixe fluid no va apareixer?
Vosté que sap mes de lleis que jo, comprendrà la pena que dona vore com vostè pot opinar, en plan Federico Gimenez Losantos, i un periodiste no pot fer de lletrat.
Em sap greu “el importante agujero en la cuenta de resultados, del cual aún nos estamos recuperando” que sembla li va fer la pLandemia, però el felicite de que puga a dia de avui escriu-re o vomitar aquestes gelipollades per no haver-se’n contagiat del virus.
La llibertat, una vegada a una caixa de pí, s’acaba quand tanquen la tapa amic lletrat.