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Toma el sol hoy, quémate la piel mañana

La memoria de la piel provoca que los excesos que cometamos este verano tomando el sol puedan pasarnos factura años después

Ponerse demasiado morena podría ser un problema de salud en el futuro
Ponerse demasiado morena podría ser un problema de salud en el futuro
Foto: Pixabay

Cada día hay un índice que ofrece la Agencia Estatal de Meteorología pero que, la mayoría no conocemos o no prestamos atención. Es el índice de radiación solar.

El Índice Ultravioleta que utiliza meteorología es un método para predecir la intensidad con la que la radiación UV solar alcanza la superficie terrestre, orientándonos así sobre las precauciones que deberíamos tomar para evitar una sobreexposición.

Eso es debido a que la piel del ser humano se divide en seis tipos según la intensidad de su pigmentación. Dependiendo del valor del índice UV y de nuestro tipo de piel, la luz solar tardará más o menos tiempo en dañar la piel de forma aguda provocando una quemadura. Sin aplicar fotoprotectores nos arriesgamos más a padecer las consecuencias de la exposición al sol.

La quemadura es un daño agudo provocado por la radiación UV, pero evitar quemarse no significa evitar todos los efectos perjudiciales que puede causar esta radiación. Un fotoprotector con un FPS inferior a 15 puede llegar a bloquear la suficiente luz UV B como para evitar la quemadura de la piel pero aún así no impide que una excesiva cantidad de esta radiación siga alcanzando y dañando la piel, aún sin causar quemadura visible.

Aunque la quemadura se debe principalmente a los rayos UV B, los rayos UV A también pueden causar un daño cutáneo importante y acumulativo siendo así insuficiente la protección sólo contra la UVB.

Es recomendable, por tanto, que todas las personas, independentemente de su raza y tipo de piel, empleen un producto fotoprotector con un Factor de Protección Solar (FPS) de, como mínimo, 15 (bloquea el 93% de la radiación UV B) y que, además, sea de amplio espectro (que bloquee además la radiación UV A).

En estas fechas del año, la radiación solar en Menorca se mueve en sus cotas más altas (entre muy alto y extremo). Si nos sometemos a mucha radiación ultravioleta la síntesis de melanina no es suficiente para absorber toda la energía recogida por el cuerpo y esta puede acabar en una quemadura. A pesar de que se curan normalmente sin dejar cicatriz, la memoria de la piel es un hecho.

Cuando la molécula que absorbe la radiación UV es el ADN, esta puede provocar alteraciones en su secuencia, es decir, mutaciones. En las células existen mecanismos capaces de reparar esas mutaciones o provocar una muerte celular programada si el daño causado es mucho. Por ello, cuando nos quemamos la piel se descama: la capa más dañada de la piel se pierde y es sustituida por células nuevas, pero algunas células son capaces escapar a estos mecanismos de control y sobrevivir con mutaciones en el ADN. Esas mutaciones pasarán a sus células hijas y de ellas a sus hijas y así sucesivamente hasta que llega un momento en el que el porcentaje de células dañadas puede ser considerable.
Según explican los científicos, cuando las células con el ADN mutado se someten de nuevo a la radiación solar intensa el proceso se repite. De esta forma, es posible que, con el tiempo y tras sucesivas exposiciones y quemaduras, haya células que acumulen un gran número de mutaciones. Cuando esto ocurre, las células pueden transformarse en células malignas, capaces de proliferar indiscriminadamente dando lugar a tumores.

Así, parte del daño que recibe nuestro cuerpo en una quemadura solar se queda con nosotros para siempre. La piel “recuerda” mediante las mutaciones los momentos en los que ha sufrido. Por eso, es tan importante protegerla de la radiación solar: evitar las horas de máxima radiación en los días de verano, aplicar factor de protección e hidratarnos bien.


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