Salgo a la calle bien pronto (todos los días sin excepción me pateo la calle), y trato de comprobar que, día a día, estamos consiguiendo recuperar la ciudad de Mahón; que la estamos reanimando. No se trata de un ejercicio de autocomplacencia sino, antes al contrario, de un auto-test de efectividad en la gestión municipal. Lo hago cada día, pulsando el ánimo de los ciudadanos, y pienso que cuando no sea capaz de hacerlo, cuando no pueda escuchar y atender a todos los mahoneses sin excepción, será el momento de no querer continuar como alcaldesa de esta gran ciudad.
Mahón se merecía de una vez la autoexigencia diaria de sus concejales con respecto a los servicios prestados a los ciudadanos. Esa autoexigencia –ausente durante treinta años porque obviamente no la practicaron quienes gobernaron la ciudad, que desembocó en desidia generalizada, en desánimo de la población y en un endeudamiento máximo y absurdo- ha sido la clave de nuestra gestión en estos cuatro años.
No solo cogimos la riendas del municipio con ilusión sino que decidimos, en una situación límite de crisis, endeudamiento y depresión, hacer la política de la hormiga: pasito a pasito, pero sabiendo adónde ir y con capacidad para llevar siempre una gran carga de trabajo encima. Y poco a poco fuimos cambiando las cosas: los servicios administrativos comenzaron a agilizarse; la limpieza del municipio empezó a brillar; los servicios sociales dejaron de ser un desiderátum para convertirse en la prioridad número uno en época de zozobra; las empresas comenzaron a confiar en el futuro de la ciudad; las obras públicas se hicieron con criterio y racionalidad; la deuda se fue paliando; los impuestos fueron bajando; y los ciudadanos empezaron a creer que un futuro brillante estaba al alcance de nuestra mano. La ciudad de Mahón, esa que fue tan grande y tan importante, esa que tuvo emprendedores y profesionales de éxito, además de comerciantes, estudiosos y especialistas notables, empezaba a brillar nuevamente como consecuencia de haber apostado el Ayuntamiento por frotar firmemente sobre esa capa de desazón generalizada y de sorprendente abandono que la había cubierto durante demasiados años.
Creo firmemente que hemos demostrado que con poco dinero y mucha ilusión, con responsabilidad y sin palabrería, con diálogo y criterio, se pueden hacer grandes cosas. Mahón vuelve a soñar con un futuro lleno de esperanza. Es cierto que queda mucho por hacer, pero los mimbres están puestos: sólo hace falta que apostemos nuevamente por la audacia, por la solidaridad, por el entendimiento, por los pequeños detalles, por la seguridad jurídica, por el apoyo a la economía y al empleo, por la eliminación de trabas, por la racionalidad en el gasto y por la cultura del todos juntos podemos. Sólo hace falta que nuestros conciudadanos vean sinceramente que tenemos la misma ilusión de hace cuatro años; que seremos tan transparentes como lo hemos sido hasta ahora en la gestión de lo público; y que nuestra auto-exigencia y nuestro espíritu de diálogo nos llevarán a alcanzar las cotas de éxito que Mahón nunca debiera haber perdido.
Mahón necesita otro empujón y nosotros nos vemos con ganas, fuerza e ilusión para dárselo de nuevo. Nuestros conciudadanos tiene la última palabra: si nos conceden nuevamente el aval que les pedimos, no duden de que culminaremos la labor iniciada, que cumpliremos el contrato que firmamos con esa palabra y que Mahón será el referente que siempre debió ser en todos los ámbitos.
No entenc molt bé aquesta carta. La publiqueu com cartes dels lectors? ho feu com una notícia? o és publicitat encoberta i per tant cobreu per publicar-la.
En qualsevol cas flac favor feu a la integritat del periodisme.