Skip to content

¿Por qué gusta tanto el helado?

Polos de hielo, conos, tarrinas, postres... A lo largo de la historia el verano ha sido más sabroso con este alimento

Helado
Helado
Foto: Pixabay

Aunque los encontramos todo el año, los helados, como las bicicletas, son para el verano. El origen del helado se considera incierto. En Baja Mesopotamia, en el tiempo de mayor esplendor de Babilonia, se servían bebidas heladas o enfriadas con nieve o hielo traídas generalmente por los esclavos. Otro relato plausible con un origen más lejano es el que nos deja Marco Polo que explicaba que en China se añadían jugos de fruta y leche al hielo desde unos 2000 años a.C.

Algo más cercano en el tiempo, sobre el 400 a. C. y en Persia, existía un plato enfriado como un pudín o flan, hecho de agua de rosas y cabello de ángel, que se parecía a un sorbete y a un pudín de arroz. Alejandro Magno y el emperador romano Nerón enfriaban sus jugos de fruta y sus vinos con hielo o nieve traídos de las montañas (también en este caso) por sus esclavos. En el mundo árabe también tenían su sharbat (sorbete), que tenía prácticamente los mismo ingredientes.

El Emperador Tang de la Dinastía Shang, tenía un método para crear mezclas de hielo con leche. De China esta receta pasó a la India, Persia (Irán, en la actualidad) y después a Grecia y Roma. Pero es precisamente en la Italia de la Baja Edad Media cuando el helado toma carácter de naturaleza en Europa; de nuevo es Marco Polo quien introduce esto en el siglo XIII.

Las sucesivas mejoras técnicas para controlar el frío nos llevan al 1913, cuando se inventó la primera máquina continua para elaborar helados que constaba de un gran cilindro de acero, congelado por un equipo muy potente de frío y en la parte interior, de un batidor con aspas impulsado por un potente motor eléctrico, que mueve la mezcla continuamente hasta que dicha mezcla alcance la consistencia de una crema helada.

En Menorca fuimos pioneros en un estilo propio de hacer helados cuando en 1940 Fernando Sintes vió la manera de refrescar los tórridos veranos de la isla con el agradable sabor de helados que combinaban sabores y texturas. Las formas también fueron un signo de identidad de estos helados, como el del embutido en dos barquillos cuadrados (denominado 57 por el año en el que salíó al mercado) y que tenía sabor a café.

Hoy hay una gran variedad de helados que pasan desde los que tienen una base de agua, azúcar, sabores y colorantes hasta los completos conos con una base de leche, tarrinas de varios sabores o postres elaborados.

El helado en sí mismo, además de refrescar también alimenta. Es un complemento ideal del verano y no solo es para un público infantil, que agradece siempre los sabores dulces. Una vez más la tecnología aplicada a la mesa hace que el helado forme parte de muchas cartas de restaurantes, que en los chiringuitos de playa los encontremos con formas y colores llamativos y que (si no se funden antes) hagan las delicias de todos.


Deja un comentario

Your email address will not be published.