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“El cambio de modelo traerá un turismo más sofisticado, sostenible e inclusivo”

Entrevista a Antoni Riera, catedrático de Economía Aplicada en la UIB y director técnico de la Fundación Impulsa

"Más que hablar de crisis, yo hablaría de una etapa de desaceleración".
"Más que hablar de crisis, yo hablaría de una etapa de desaceleración".

El director técnico de la Fundación Impulsa, Antoni Riera (Santa Margalida, 1969), es catedrático de Economía Aplicada de la UIB, centro en el que se doctoró y al que se adscribe en calidad de docente e investigador desde 1992. Sus principales líneas de investigación se sitúan en el ámbito de la economía ambiental y la economía regional, con un interés especial por el sistema turístico. Además, ha ido publicando con regularidad artículos en revistas de reconocido prestigio internacional, ha impulsado diversos programas de formación superior y ha sido reconocido asimismo con diversos galardones.

La crisis que se augura en otoño, ¿afectará también al sector turístico?

En realidad, lo que todos los organismos internacionales están apuntando ahora es que la economía mundial se encuentra ya hoy en una fase de desaceleración. En ese sentido, lo que se espera es que a partir del otoño esta fase de desaceleración se incremente. Dicha desaceleración está afectando sobre todo a aquellas economías que están más especializadas en el sector industrial, como por ejemplo Alemania, que es un país que en estos momentos lo está pasando peor que España.

¿No estamos entonces aún ante una posible crisis global?

Más que hablar de crisis, yo hablaría de una etapa de desaceleración, que está muy relacionada con el encarecimiento de los precios industriales, con los cortes de suministro energético que hubo durante la pandemia y que han continuado con la guerra en Ucrania, y también con toda la distribución tecnológica que afecta al citado sector industrial. Por tanto, insisto, podemos decir que las economías más afectadas serán aquellas con una base más industrial. En las economías más turísticas, en cambio, los efectos de la actual desaceleración se verán más adelante.

Más que hablar de crisis, yo hablaría de una etapa de desaceleración

Si esa nueva recesión se confirmase, ¿podría ser tan grave y prolongada como la que se inició en 2008?

Yo diría que el escenario que se está dibujando por ahora es un escenario de una desaceleración continuada, que no llegará a alcanzar la recesión y que será larga. Ello significa que en los próximos años la economía irá perdiendo fuerza en términos de crecimiento, rozando excepcionalmente cifras en negativo. De momento, estamos entrando ya en un periodo que será largo, previsiblemente con bajas tasas de crecimiento, en el que las economías funcionarán, aunque fundamentalmente se estarán reestructurando.

¿Estaríamos quizás hablando entonces de un lustro?

Podrían ser cuatro o cinco años de desaceleración económica, efectivamente, pero a lo mejor también podrían ser sólo unos tres años.

¿Añadiría algo más sobre esta cuestión?

Añadiría que hay que recordar que hoy hay muchos mercados que están tensionados, por ejemplo el mercado laboral, el energético, el mercado de la vivienda, el de las materias primas o el de la alimentación. Prácticamente todos los mercados están tensionados. Cuando eso sucede, la manera que suele haber para digerir esas tensiones es un proceso de desaceleración continuada y progresiva en el tiempo.

¿Qué pueden hacer las empresas hoteleras para intentar protegerse un poco ante todo ello?

Una de las recetas a seguir tanto por parte de las empresas hoteleras como por parte de las empresas de la cadena de valor turística es llegar al mencionado proceso de desaceleración lo más saneadas posible. Por fortuna, los niveles de endeudamiento no son especialmente altos en la mayoría de empresas de Baleares. Además, muchas de ellas han aprovechado la pandemia para reestructurar su deuda más a largo plazo, con unos tipos de interés que podríamos decir que son favorables.

Ahora mismo, lo que se intenta es que haya menos consumo y menos inversión, para que las tensiones que hay en todos los mercados disminuyan

Ah, de acuerdo…

Además de esa estrategia de saneamiento es necesaria también una estrategia de adaptación a las nuevas tendencias. Piense que los hábitos de viajar y la manera de prestar el servicio están cambiando. Paralelamente, la digitalización o la economía circular están afectando también a las cadenas de valor. Como le comenté, estamos en un periodo de reestructuración. Por tanto, hemos de tener la mochila lo menos cargada y lo más ligera posible, porque hemos de subir montañas que hasta ahora no habíamos escalado. En la actualidad, hay muchas cuestiones novedosas que están sobre la mesa, como por ejemplo también la robotización o la descarbonización.

¿Cómo cree que puede ser la temporada turística en 2023?

Hay que partir de la base de que a partir del otoño la capacidad adquisitiva de nuestros mercados emisores se verá afectada y, por tanto, podríamos notar una cierta ralentización en las reservas de la temporada del próximo año. Por otra parte, como consecuencia del actual escenario de inflación, muchas empresas están revisando los costes al alza.

Habrá que esperar entonces…

De momento, hoy por hoy nos encontramos en un entorno inflacionista, que los gobiernos intentan dominar controlando la economía. En ese sentido, podemos decir que nos encontramos ante una desaceleración un poco inducida. Se necesita que la inflación baje para poder enfriar la economía. Ahora mismo, lo que se intenta es que haya menos consumo y menos inversión, para que las tensiones que hay en todos los mercados disminuyan. Ahora bien, cuando enfrías una economía, no siempre controlas del todo cómo reaccionará y la puedes acabar congelando. La línea entre el enfriamiento y la congelación es a veces muy fina.

¿La causa de la elevada inflación actual es el encarecimiento de las materias primas?

Esa es una de las principales causas, sí, pero también hay otra causa muy importante, que es que en estos momentos hay una restricción de la oferta, es decir, hay mucha más demanda que oferta. Recuerde que las líneas de suministro están cortadas, porque algunas de ellas se están reconfigurando, y que además hay también tensiones políticas. Esta crisis, a diferencia de otras, es claramente una crisis de oferta. Por eso Alemania la está sufriendo un poco más en estos momentos. Además, las crisis de oferta tienen en general una resolución más lenta.

Con todo, ¿el sector turístico es uno de los que mejor suele soportar las épocas de bajo crecimiento?

Es así, sí. A ello hay que añadir que Mallorca es habitualmente un destino seguro, un destino refugio y tiene una relación calidad-precio que es muy competitiva. En ese sentido, el posicionamiento de Baleares ante la actual situación es bueno.

¿Los fondos europeos pueden ser suficientes para ayudar a paliar los nubarrones que se avecinan?

Los fondos europeos están pensados para acompañar el proceso de reconstrucción o de reestructuración que le he comentado, al que están obligadas todas las empresas como consecuencia de los cambios que se están dando en muchas cuestiones, como por ejemplo la digitalización, la sostenibilidad o la descarbonización. Por tanto, son fondos que no pretenden dar una especie de ayuda asistida a las empresas, a diferencia de las subvenciones que se otorgaron en 2020 y 2021, sino espolear la citada reestructuración.

Siempre habíamos pensado que más turistas quería decir más éxito. Pero hoy sabemos que eso no siempre es así

¿Y a partir de ahí?

A partir de ahí, piense que cuanto más pronto se reestructuren las empresas, más rápido quedará resuelta esta etapa de bajo crecimiento. Yo creo que los fondos europeos están bien encaminados, pero no sé si estarán bien ejecutados. En cualquier caso, su orientación estratégica es muy correcta.

¿Los hoteles llenos son sinónimo de una posible buena temporada turística?

Bueno, habitualmente hemos tenido tendencia a medir el éxito turístico desde un punto de vista de volumen. Eso quiere decir que siempre habíamos pensado que más turistas quería decir más éxito. Pero hoy sabemos que eso no siempre es así. Tener elevados niveles de ocupación no necesariamente quiere decir haber tenido mucho éxito en tal o cual temporada. En la actualidad, los balances no sólo tienen que ver con las pernoctaciones o con el número total de turistas.

¿Cómo nos afectará esto aplicado a este verano?

Como sabe, antes del inicio de la actual temporada algunos hoteles tenían los contratos cerrados con precios de 2019, no de 2022. Por tanto, tener plenas ocupaciones con precios de 2019, con una inflación como la que tenemos, seguro que afectará a las cuentas de resultados de esos hoteles. En cambio, la situación será distinta para aquellos hoteles que no tenían los precios cerrados, que podrán adaptar un poco más sus cuentas de explotación, aunque a lo mejor no en paralelo con el incremento de precio que han tenido determinadas provisiones y materias primas.

Por fortuna, los niveles de endeudamiento no son especialmente altos en la mayoría de empresas de Baleares

¿Por qué está faltando mano de obra este año, sobre todo en el ámbito de la restauración?

Esto tiene que ver con lo que comentábamos antes sobre las cadenas de suministro a nivel mundial, que han quedado rotas y se han de recomponer. Del mismo modo, las cadenas de producción se han roto igualmente y también se han de restaurar. Piense que tras dos años de pandemia, ha habido trabajadores habituales del sector de la hostelería que han buscado otras opciones laborales y también ha habido trabajadores que han vuelto a sus regiones de origen. De hecho, conozco el caso de algún hotel que después de dos años de no abrir, se encontró este año con que no tenía plantilla, por lo que tuvo que conseguir una completamente nueva.

¿Los periodos de bonanza y de crisis son hoy distintos a como eran antes?

Bueno, lo que pasa es que hasta 2007 pensábamos que los ciclos económicos habían desaparecido. Luego, con la crisis que se inició en 2008, nos dimos cuenta de que eso no era así y de que los ciclos existían. Y ahora, finalmente, estamos viendo que los ciclos económicos seguramente se han vuelto más volátiles, con más subidas y bajadas o con un mayor número de incertezas de lo que pensábamos. Por tanto, creo que la sensación de inestabilidad ha aumentado.

En Baleares, ¿nuestra principal apuesta económica ha de seguir siendo la industria turística?

En general, lo que tiene que hacer cualquier territorio es aprovechar su especialización. Por tanto, si la nuestra es el turismo, hemos de aprovecharla. Ahora bien, aprovechar una especialización no quiere decir hacer lo mismo de siempre, quiere decir hacerlo cada vez mejor. Y para hacerlo cada vez mejor, las interrelaciones de las actividades turísticas con las actividades industriales y agrícolas se han de potenciar mucho más. En ese sentido, creo que aún quedan muchas cosas por hacer en materia turística. En cualquier caso, el cambio de modelo, si viene, vendrá de la mano del turismo, hacia un turismo mucho más sofisticado, mucho más sostenible y mucho más inclusivo.

Podemos decir que nos encontramos ante una desaceleración un poco inducida. Se necesita que la inflación baje para poder enfriar la economía

¿Cuál puede ser el siguiente cambio en el sector turístico tras la revolución tecnológica de estos últimos años?

En estos últimos años ha habido, efectivamente, una revolución tecnológica que ha afectado mucho a la relación consumidor-empresa y que ha alterado lo que sería el modelo de cliente y de proveedor. En estos momentos, la gran revolución pendiente en materia tecnológica está en alterar los procesos de producción, pues hasta ahora dicha revolución ha alterado sólo los procesos de comercialización.

¿Podría poner algún ejemplo?

Un ejemplo de lo que le acabo de exponer es que el servicio de recepción de los hoteles seguramente es susceptible de estar robotizado o de estar mucho más digitalizado de lo que lo está actualmente. Lo mismo le podría decir del servicio de aprovisionamiento, del de consumo energético o del de limpieza de piscinas, pues todos los procesos que tienen lugar en un hotel son susceptibles de ser más intensivos en tecnología. Y yo creo que esta es la gran revolución que viene.

A veces parece que la economía se olvida de las personas de carne y hueso…

Bueno, es cierto que a partir de los años sesenta la economía como ciencia perdió su tradicional conexión con la sociología y la antropología, para empezar a conectarse más con las matemáticas o la física, por ejemplo. Eso la deshumanizó de alguna manera, pues era una economía que aspiraba a ser una ciencia exacta y quería dejar de ser una ciencia social. Sin embargo, yo creo que hoy estamos volviendo de nuevo a lo que éramos. De cada vez más, se está imponiendo ahora la visión de una economía que conecta sociedad, medio ambiente y sistemas de producción. Pienso que la economía será más ciencia social que nunca a partir de ahora. Estoy convencido de que esto será así.

*Una entrevista de Josep Maria Aguiló.


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