Según opina Ricardo Lluch, presidente de la Asociación de empresas de instalaciones eléctricas y telecomunicaciones de Menorca (ASEIME), la juventud de hoy en día se decanta por seguir estudiando una carrera o bien por formación destinada a empresas tecnológicas o del ámbito del deporte. En el camino se quedan casi sin alumnos aquellas profesiones “manuales” donde se precisa habilidad tanto o más que conocimiento.
En una entrevista a Radio Menorca, Lluch apuntaba esta semana que todo aquel que quisiera formarse como electricista, fontanero, carpintero o este tipo de gremios, tendría trabajo seguro. La formación profesional está denostada y, sin embargo, da trabajo seguro.
Más allá de las puntas de demanda como el mes de agosto, donde a la falta de profesionales disponibles se suman los problemas derivados de la doble insularidad para conseguir piezas o componentes, hay problema estructural que podría agravarse más en el futuro. Las infraestructuras educativas están preparadas para ofrecer la formación debida en estos sectores pero faltan personas interesadas. Actualmente, con suerte, salen nuevos profesionales en la isla que se pueden contar con los dedos de una mano.
Pero el panorama laboral de la isla tiene más déficits. En diversos campos se precisan inspectores que fiscalicen el buen cumplimiento de normas establecidas. Esto ocurre en diversos campos como el de la vigilancia de áreas naturales, el control de plazas turísticas ilegales y en muchos otros campos.
El buen funcionamiento de todo un sector como el náutico en un puerto como el de Mahón puede pasar por un único responsable en un determinado ámbito marítimo para el que no se han contratado (o encontrado) a nadie más. Esto es un riesgo importante porque toda la baraja de naipes se sostiene sobre un único vértice. En el ámbito sanitario también ha ocurrido en muchas ocasiones; tener a un especialista no exime a la Sanidad Pública a conseguir un segundo especialista que pueda suplir al primero por causa de una baja o un periodo vacacional.
Así, el tejido laboral de la isla suma diversos ejemplos que demuestran, no sólo que el verano pone en jaque el buen funcionamiento de diversos servicios, si no que hay familias profesionales que se pueden quedar huérfanas.