De la experiencia se aprende. Cuando Naciones Unidas estableció los Objetivos del Milenio, ya apuntaba alto. Y no conseguir su cumplimiento no fue ningún fracaso porque las aspiraciones a tocar metas altas permitió avanzar en aspectos difíciles de solucionar, como acabar con el hambre en el mundo.
Con esa misma perspectiva, los objetivos de la Agenda 2030 parecen difíciles de alcanzar. Ahora que cambiamos de año es momento de balance y vemos que los objetivos que se puso Menorca apenas son una declaración de intenciones que ha puesto en práctica sólo los primeros estadios de cada categoría. Hay una transición energética en marc
ha y el porcentaje de generación con renovables está muy lejos de las aspiraciones iniciales.
Aunque los Objetivos de desarrollo sostenible abrazan 17 diferentes conceptos, la Estrategia menorquina enfoca en la descarbonización y, a ese efecto, se ha creado la Oficina Menorca 2030 para asesorar y ayudar a quien así lo decida a generar energía de manera limpia.
La Estrategia Menorca 2030 constituye la hoja de ruta para descarbonizar el sistema energético de la isla de Menorca desde la configuración actual hacia un modelo basado en renovables. Toma como marcos de referencia el plan de descarbonización UE Roadmap 2050, la Ley de Cambio Climático y Transición Energética de las Illes Balears y los principios de su distinción como Reserva de Biosfera.
Los 10 objetivos prioritarios son;
1. Convertir Milà en un triple generador de renovables con eólica, fotovoltaica y biogás para generar entre 18 y 20 MV. En este punto la eólica adolece de un final de trayecto de la vida útil de sus aerogeneradores (uno ya ha sido desmantelado) y no se conocen avances en los otros dos puntos de generación.
2. Ampliación del Parque fotovoltaico de Son Salomó en Ciutadella. El proyecto consiguió un difícil consenso para poder ser realidad. Con el aumento de capacidad de generación Menorca está aún lejos de los objetivos para llegar a generar un 85% de su energía con renovables para 2030.
3. Contar con baterías de almacenamiento. La autosuficiencia continúa siendo una aspiración cara y difícil, siempre a expensas de qué dimensión deban tener estas baterías.
4. Autoconsumo en edificios. Los particulares están empezando (tímidamente) a instalar placas más allá de viviendas unifamiliares o naves y almacenes. Poner de acuerdo a la comunidad de vecinos no siempre es fácil.
5. Placas en aparcamientos. Aquí sí se está viendo un cambio. Aeropuerto, zonas de aparcamiento público de varias localidades. En la mayoría de los casos son proyectos que están en marcha, no todos acabados y no todos conectados a la red aún. Aún siguen siendo más los proyectos por hacer que los acabados y operativos.
6. Mejora de la eficiencia energética con ayudas del programa EuroPACE. El mayor desarrollo de estas ayudas está prevista para el año que empezamos.
7. Movilidad eléctrica. Hasta el momento los puntos de recarga eléctrica son escasos, la mayoría da problemas a los usuarios y son pocos los avances que hay en esta materia. Los precios de los vehículos y la escasa autonomía en comparación con el motor a combustión dificultan el avance de este punto.
8. Implantar automatismos digitales en la estructura de distribución eléctrica. Este es un punto que hace tiempo que se está implementando y que sufre mejoras constantes para controlar el funcionamiento de la red. Cuanto más avance la tecnología digital, más actualizaciones sufrirá la red.
9. Mercados locales de energía. Si Menorca ha de ser territorio piloto en cuanto a la transición energética, a día de hoy no se ha dejado notar. ¿Será este 2023 el año en el que empecemos a ser conscientes de estos cambios?
10. Oficina de la Energía Menorca 2030. Esto sí que se ha montado. Y ya rueda.
