Una de las interesantes páginas aún por resolver en la historia de Menorca es conocer qué papel tuvo la observación astronómica en la vida de las primeras civilizaciones que poblaron la isla.
Si nos atenemos a lo que se ha investigado hasta el momento y lo comparamos con civilizaciones cercanas, la interpretación del cielo estrellado nocturno tenía importancia, ya fuera por aspectos de navegación o por creencias de deidades ancestrales. Así, la interpretación del cielo que hicieran en el tiempo de la Menorca talaiótica podría explicar, por ejemplo, el sentido de la construcción de los yacimientos y construcciones que han perdurado hasta nuestros días.
Las estrellas más brillantes del firmamento han destacado como los elementos sobre los que se han orientado (navegantes o templos) pero, ¿han estado siempre allí?
La astronomía se basa en repeticiones de ciclos. Los astros se mueven siguiendo un determinado patrón pero se tiene que recordar que eso ocurre en un mundo de variables que van cambiando. Por eso los investigadores intentan comprender cómo ha variado el cielo nocturno a lo largo de los siglos, milenios e incluso más.
La tecnología de cálculo de los ordenadores actuales están ofreciendo la información necesaria para entenderlo.
El planeta Tierra tiene un movimiento cíclico alrededor del Sol, que es la estrella central del sistema solar. Es el denominado movimiento de órbita elíptica de traslación de la Tierra alrededor del Sol. Si se toma como referencia la específica posición de una estrella, la Tierra realiza una vuelta completa en un año, cuya duración es de 365 días (más 6 horas, 9 minutos y 9 segundos.
También es importante que conozcamos el eje terrestre, una línea imaginaria alrededor de la cual gira la Tierra en su movimiento de rotación. También se lo denomina línea de los polos. Los extremos de este eje se llaman polos (Norte y Sur). Está inclinado 23º27′ hacia la izquierda sobre la normal al plano de la eclíptica. El caso está en que la orientación del eje no permanece fija sino que varía cíclicamente con un período de unos 25 767 años; este movimiento se denomina de precesión de los equinoccios.
La Menorca talaiótica está mucho más cerca en la línea temporal como para que debamos preocuparnos por un cambio así en el eje de la Tierra pero es que, además, nuestro planeta sufre otro movimiento de bamboleo, de período más corto (18,6 años) llamado nutación. En una vuelta completa de precesión la Tierra realiza más de 1300 bucles de nutación. El movimiento de nutación de la Tierra fue descubierto en 1728 por el astrónomo inglés James Bradley, y dado a conocer en el año 1748.
La suma de estos factores nos podría ayudar a entender mejor dónde estaban situadas las estrellas más brillantes, las referencias de la cúpula celeste que utilizaron las antiguas civilizaciones para interpretar o para construir su propio mundo.
La astro-arqueología GPS para conocer e interpretar la ubicación y convivencia en los asentamientos pétreos que hoy sólo interesan a fines turísticos y no al ecosistema que puede revitalizar el convivir mutuo.