Concha Tejerina, Valencia, 24 mar (EFE).- Somnolencia acumulada, falta de concentración e incluso un aumento de los accidentes de tráfico son algunas de las consecuencias del déficit de sueño que provoca el cambio de hora, una modificación que, para un experto en trastornos del sueño, “no tiene ningún sentido. Lo ideal sería quedarnos en el horario de invierno”.
Así lo asegura a EFE Gonzalo Pin Arboledas, jefe de la Unidad del sueño del Hospital Quirónsalud Valencia, quien explica que el cambio horario que entra en vigor este fin de semana “nos da más luz por la noche y retrasa la hora de dormir, pero la hora de despertarnos sigue siendo la misma, lo que está asociado con el aumento del déficit crónico de sueño en general en la población”.
La madrugada del sábado al domingo del próximo fin de semana los relojes pasarán de las 02:00 a las 03:00 horas, un adelanto horario que alargará las horas de luz pero que, al menos durante la primera semana, tendrá una “especial afectación” en bebés y ancianos.
RETRASAR DE FORMA PROGRESIVA EL INICIO DEL SUEÑO
Según el experto en trastornos del sueño, este cambio horario, en España, “nos separa todavía más de nuestra hora natural en cuanto al meridiano” y, en el caso de los grupos más sensibles, aconseja ir retrasando el inicio del sueño “de forma progresiva”.
“Van a tener más dificultades para iniciar el sueño y para mantenerlo, por lo que aproximadamente durante la primera semana tendrán mayor sensación de somnolencia”, añade el también coordinador del servicio de Pediatría del Hospital Quirónsalud Valencia.
Según explica, la luz exterior nos manda al cerebro el mensaje de que estamos cansados y llevamos mucho tiempo despiertos, pero que con esa luz “no es el momento de acostarse”.
INCREMENTO DE ACCIDENTES DE TRÁFICO
También en el resto de edades puede haber una “somnolencia acumulada”, ya que perdemos cerca de media hora de sueño hasta que nuestro organismo se vuelve a adaptar, aunque en la edad madura “tenemos más herramientas para afrontar esa situación que en las dos etapas extremas de la vida”.
De hecho, señala Gonzalo Pin, algunas estadísticas inciden en que durante los primeros días posteriores al cambio horario se produce un incremento de los accidentes de tráfico debido a la somnolencia que produce la falta de sueño.
En el caso de los niños y adolescentes, también puede reducirse la concentración en las primeras horas del día, especialmente si tienen las asignaturas más duras, porque “a esas edades, que tienen la tendencia de retrasar su propio reloj biológico, se le retrasa todavía más si les ponemos más luz y más capacidad de distracción a última hora”.
PARTIDARIO DE DEJAR EL HORARIO DE INVIERNO
Preguntado sobre si sería partidario de no modificar la hora, Pin lo zanja rotundo: “Absolutamente, no tiene ningún sentido”, y explica que todas las sociedades científicas consideran que “lo ideal, en contra de lo que la gente quiere, sería quedarnos con el horario de invierno, que nos acerca más a nuestro meridiano”.
“La gente dice que así tiene más horas de luz y puede salir más, pero eso en realidad es ganancia a corto plazo; el déficit crónico de sueño le cuesta al final al país tiempo y dinero porque aumenta la diabetes tipo 2, la obesidad y los accidentes. Esto tiene un coste para la sociedad”, advierte.
Aunque la Unión Europea recomendó a los Estados miembros que acabaran con estos cambios horarios, lo hizo antes de la pandemia y la llegada del coronavirus evitó que pudiera adoptarse esa decisión.
DOS DE CADA CUATRO ESPAÑOLES TIENEN PROBLEMAS PARA DORMIR
Según Pin, dos de cada cuatro españoles tienen dificultades con el sueño, aunque no hay estadísticas que indiquen cuándo se incrementa la incidencia de estos problemas durante las semanas o meses siguientes a los cambios horarios.
Lo que sí es cierto, añade, es que a consecuencia de la pandemia se ha producido un incremento de la asistencia de pacientes a las unidades del sueño por problemas para conciliarlo, algo que está “íntimamente relacionado” con la salud mental.
Según explica, España es el país con mayor consumo de hipnóticos, algo que está condicionado por nuestros horarios, ya que los españoles solemos acostarnos tarde y, sin embargo, nos levantamos muy pronto.
“Dormimos unos 40 minutos menos que en el resto de países europeos por nuestros horarios de cena o de televisión tardíos, y este cambio de hora -advierte- favorece más esa pérdida de sueño”. EFE