Fue uno de los puntos principales de la presentación esta semana del Clúster marítimo de Baleares; cómo conseguir el objetivo europeo de transición energética. Una parte importante de esta cuestión viene del mar. Descartados los molinos en la costa, ahora se han puesto a desarrollar la energía maremotriz o undimotriz.
La generación de energía renovable procedente de la fuerza undimotriz de las olas del mar ya es una realidad con el proyecto ROE – Renewable Ocean Energy. Impulsado por el consorcio integrado por el Clúster Marítimo y Logístico de las Islas Baleares, la Universidad de las Islas Baleares, las compañías Renowable Ocean Energy y Sunwa Technologies, y la Federación Española de Empresarios del Mar (IVEAEMPA), ROE persigue aumentar la capacidad productiva de energías renovables procedentes de la fotovoltaica y la aerogeneración, sumando una nueva energía verde a través del aprovechamiento del impacto de las olas en los rompientes de los puertos.
La idea es aprovechar diques o muelles ya existentes en ciertos lugares de la costa donde haya movimiento de olas para conseguir energía. En Ciutadella, donde frecuentemente se notan las oscilaciones del mar (rissagues) podría ser un buen sitio, y no solo allí.
Los aparatos que se fijan en la costa son dispositivos integrados en estructuras fijas como diques rompeolas o sobre el fondo en aguas poco profundas. Estos dispositivos también se conocen como Dispositivos de Primera Generación. Los dispositivos on-shore poseen ventajas importantes en términos de facilidad de instalación, no requieren amarres, menores costos de mantenimiento, mayor supervivencia y menor distancia para el transporte e integración de la energía producida. Sin embargo, su desarrollo está limitado por el reducido número de ubicaciones adecuadas, menor nivel energético del oleaje e impacto medioambiental y visual.
Las olas son generadas por el viento que pasa sobre la superficie del mar. Mientras las olas se propaguen más lentamente que la velocidad del viento justo por encima de las olas, hay una transferencia de energía del viento a las olas. Ambas diferencias de presión de aire entre el viento y el lado de sotavento de una cresta de olas, así como la fricción en la superficie del agua por el viento, hacen que el agua sea arrastrada por la tensión de corte provocando así el crecimiento de las olas.
La altura de las olas está determinada por la velocidad del viento, la duración del tiempo que sopla el viento, la captación (la distancia sobre la cual el viento excita las olas) y por la profundidad y la topografía del fondo marino (que puede enfocar o dispersar la energía de las olas). Una velocidad de viento dada tiene un límite práctico correspondiente sobre el cual el tiempo o la distancia no producirán olas más grandes. Cuando se alcanza este límite, se dice que el mar está “completamente desarrollado”.
En general, las olas más grandes son más potentes, pero la potencia de las olas también está determinada por la velocidad, la longitud de onda y la densidad del agua.
La física ha avanzado mucho en el estudio del aprovechamiento energético del mar (un movimiento que no cesa y que no genera contaminación a diferencia de los combustibles). Quizás pronto veamos nuestros puertos llenos de líneas de turbinas que complementan su perfil y que nos dan energía.