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“Mission Impossible 9: Avoided Investiture”

Un artículo de Josep Maria Aguiló

Tom Cruise, en el papel de Ethan Hunt.
Tom Cruise, en el papel de Ethan Hunt.

Cuando la realidad cotidiana me supera, que es algo que me suele ocurrir unos 343 o 344 días al año de los 365 que conforman cada anualidad, recurro a la imaginación para fantasear con otras hipotéticas vidas posibles para mí.

Mi fantasía más sofisticada y recurrente —de entre todas aquellas que se pueden contar— es que soy Ethan Hunt, el agente secreto que, como bien saben ustedes, es el principal protagonista de la saga de películas de Misión Imposible.

Yo creo que esta fabulación mía tiene, además, un cierto fundamento racional y empírico, pues si uno se fija con detenimiento en la fotografía que acompaña a esta columna, posiblemente pueda llegar a la conclusión de que existe un más que razonable parecido físico entre Tom Cruise y yo, aunque no sé si la mayoría de ustedes estarán o no de acuerdo con esta percepción facial y anatómica tal vez algo subjetiva.

Es cierto que él es una gran estrella de Hollywood y yo no, o que hace cosas que hasta el momento yo aún no he hecho, como pilotar aviones de combate, escalar rascacielos y montañas a mano libre, conducir motos de gran cilindrada, volar de un edificio a otro, saltar en paracaídas, correr por la parte superior de un tren de alta velocidad en marcha, estar colgado del exterior de un avión cuando despega o aguantar la respiración durante seis minutos y treinta segundos bajo el agua.

Todo eso es cierto, sí, pero si descontamos esos ocho o nueve pequeños detalles de carácter vital que nos separan, yo creo que en el fondo no hay tantas diferencias entre Tom Cruise y yo, o entre su alter ego Ethan Hunt y un servidor de ustedes.

Esa gran similitud física, biográfica y existencial entre ambos fue la que me animó hace unos días a imaginarme a mí mismo siendo el protagonista de una nueva entrega de su saga más famosa, una entrega que decidí titular Mission Impossible 9: Avoided Investiture. Le puse este epígrafe porque mi objetivo era intentar evitar —avoid, en inglés— saber nada de la investidura durante los dos días programados inicialmente para su desarrollo, esencialmente para intentar preservar lo máximo posible mi propia salud física y mental.

Así que durante el miércoles y el jueves opté por no ver la televisión, ni escuchar la radio, ni seguir a ningún columnista o tertuliano de guardia, ni leer ningún digital —excepto el que ustedes están leyendo ahora mismo, claro—, ni hablar con ningún amigo o conocido que tal vez me quisiera comentar algo acerca de cómo se estaba desarrollando el debate de investidura. Además, desactivé las principales aplicaciones de mi teléfono móvil, no contesté a ninguna llamada y no abrí ningún correo.

Al mismo tiempo, para poder ponerme con más facilidad en modo ‘agente secreto’ escuché a lo largo de ambas jornadas una y otra vez el excelente tema principal de la saga de Misión Imposible, del maestro Lalo Schifrin. Incluso visualizaba en mi mente unos posibles títulos de crédito para Mission Impossible 9: Avoided Investiture, que empezarían con los primeros e inconfundibles acordes de la mítica composición de Schifrin, seguidos de la no menos mítica cerilla que enciende una mecha que da comienzo a todo.

Puestos a fantasear, esos títulos de crédito se iniciarían con ‘Paramount Pictures and Skydance Productions presents’ y a continuación podría leerse mi nombre, Pep Maria, en sustitución del de Tom Cruise. Tampoco aparecerían los nombres de Simon Pegg, Rebecca Fergusson o Ving Rhames, habituales ya de esta saga, sino el de mi compañero y amigo Alfredo Pulido, junto con el de varios periodistas más que también habrían optado heroicamente por no seguir nada de la investidura.

Lo que sí les puedo confirmar ya ahora, aun a riesgo de hacer un spoiler no premeditado es que, al igual que había ocurrido ya en todas las películas anteriores de esta franquicia, en Mission Impossible 9: Avoided Investiture mi equipo y yo culminamos con un éxito absoluto y rotundo nuestra propia misión evitativa.

Mi completa falta de noticias sobre la investidura contribuyó, además, a mejorar mi tensión arterial, moderar mis niveles de glucosa en sangre, hacer desaparecer mi acidez de estómago, aliviar mis contracturas musculares e incluso regular mi tránsito intestinal, por lo que el resultado final fue doblemente satisfactorio.

Doblemente satisfactorio para mí, quiero decir, porque por lo que pude comprobar ayer y por lo que había podido intuir ya en las últimas semanas, la satisfacción no parece ser ahora mismo la sensación mayoritaria en buena parte de nuestro querido país.

Por ello, para intentar rebajar un poco la actual crispación política, la creciente polarización ideológica y una tensión mediática que a día de hoy roza ya casi lo insufrible, estoy barruntando la posibilidad de poner en marcha dentro de sólo uno o dos meses mi propia décima entrega de Misión Imposible.


Comment

  1. … no nos la cuelas… por mucho que intentes torcer el titular, con lo que de verdad estabas fantaseando, no era con evitar enterarte de nada y estar en una burbuja, sino que era que se evitara por todos los medios la investidura de nuestro bienamado presidente… pero te ha salido rana, lo mismo que a miles de ciudadanos manipulados por los medios agoreros de la derechona y las campañas mediáticas en redes sociales, que a base de memes hirientes intentaban desesperadamente hacer creer que la nación se iba a hundir en un pozo sin fondo apocalíptico si eso ocurría… y no ha pasado nada… En todo caso, Tom Cruise ha resultado ser PEDRO SÁNCHEZ, por haber sobrevivido a tales maquinaciones y salir victorioso casi contra pronóstico… bien por él, y por todos nosotros… siento que se te haya vuelto la tortilla, pero estamos todos mucho mejor así…

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