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“Hablemos sobre corrupción”

Un artículo de Adolfo Alonso

Adolfo Alonso.
Adolfo Alonso.

Escribo para no quedar callado y para subrayar que la primera actitud necesaria para combatir la corrupción, es entender , sin matices, que tiene un contenido destructor y que no puede formar parte de la normalidad social. La corrupción es negativa para el bien común y cuando trasciende a lo colectivo desde lo privado y arraiga en un grupo genera un nuevo pacto social en el que la regla de funcionamiento no es la razón. A mí me gusta la razón y los valores de igualdad que la corrupción colapsa por lo tanto no me gusta la corrupción.

Es un hecho universal, y podemos imaginar fácilmente, que el hombre desde que tiene protolenguaje comprendió que mediante la utilización de determinados gestos o sonidos, podía convencer a su vecino de que la comida estaba en un lugar de camino seguro, mientras él mismo conseguía la mejor y más fácil en otro diferente. También que podía sobornar al más débil en perjuicio del conjunto. Así se creó la cadena de favores a la que quería pertenecer para no salir.

Nuestro antepasado estaba inventando la corrupción. La ética iba en relación con la eficacia. Si la corrupción llevaba a la selección de los más fuertes frente a los más débiles, era eficaz, y se convertía en asumible y justificada. Lo ético era sobrevivir y el más capaz era el que lo conseguía.

Con el tiempo, el ser humano se dio cuenta de que la vida era mejor con un orden, con unas normas de coexistencia y supervivencia colectivas y, en este concepto grupal, la corrupción individual producía un desorden que dificultaría las relaciones entre humanos. Había surgido el concepto de lo bueno y lo malo y de la ética desvinculado de la idea de eficacia.

La corrupción individual seguía siendo atractiva (sexo, bienes, poder), insuperable en los individuos prepotentes, para intentar el beneficio personal y además no había llegado a merecer en las sociedades un grave descredito moral al considerarlas como fruto del arrojo y de la inteligencia. Esta situación sigue existiendo tanto en el ámbito privado como en el ámbito colectivo. Sólo cambian los usos, los espacios apropiados
para desarrollarla o las estrategias de ocultación.

El ámbito privado sigue manteniendo una tolerancia y aceptación social, pero cuando roza lo público, a costa del grupo en su conjunto y de los intereses de todos, vulnera el principio teórico de igualdad de oportunidades y de trato. Subvierte la idea de grupo. Por eso la reacción social ante los descubrimientos de la corrupción politica tiene un efecto disuasorio para la búsqueda obsesiva del beneficio propio. No importa tanto el “quantum” económico como el símbolo de la degradación y la falta de referencia que produce la corrupción política en el patrimonio público y esa reacción social es fomentada por los medios de comunicación con la persecución informativa escenificando un linchamiento, no tanto por la conducta corrupta del egoísta, sino por el ataque a la colectividad altruista o, en algunos, por no haber podido participar en la corrupción que desearian. Incluso el corrupto se escandaliza de la corrupción destapada pensando que él es demasiado inteligente como para que le ocurra.

En la contradicción de la humanidad, los individuos egoístas vencen a los individuos altruistas mientras que los grupos altruistas vencen a los grupos de individuos egoístas.Si ganase lo individual la sociedad se disolvería, mientras que si ganase lo colectivo estaríamos viviendo en colonias de seres humanos uniformes y controlados, de ahí que nadie gana nunca totalmente.

¿Puede alguien permanecer inmune a la corrupción? Dejo a cada uno la respuesta y hago la comparación entre una persona corrupta y una inmune. El ser humano corrupto presenta una valoración psicopática de lo propio y una infravaloración de lo ajeno sin ningún tipo de remordimiento; implica una renuncia básica al uso de la fuerza lo que supone la creación de un escenario de credibilidad a las víctimas para que colaboren con su pasividad; la acción corrupta requiere de un mecanismo inteligente para saber jugar con la ilusión y velar la realidad; todo corrupto tiene una buena opinión de sus dotes intelectuales para producir y mantener la situación de engaño; el agente corruptor forma parte del grupo menos temeroso entre los semejantes con los que convive y desprecia; tiene una muy baja percepción del riesgo que corre incluso disminuyendo hasta la sensación de seguridad intocable o simplemente asume el riesgo porque le compensa si es descubierto.

El hombre inmune lo es porque su filogenia le ha llevado a la sobrevaloración respetuosa del principio de integridad convirtiéndose en invulnerable; presenta una ponderación en sus actos en relación con la pena o castigo; no confía en sus condiciones para sostener un engaño con entereza y sobrevalora al sistema en la observación de sus actos e intenciones.

¿La sociedad y la política española son corruptas? No hay sociedad ni individuo, ni político, libre de esta situación en mayor o menor medida, salvo los escasos inmunes. Durante años vivimos en el sueño, al menos yo, de que la sociedad española democrática no era corrupta. Comenzó a romperse la conjura del silencio durante un gobierno socialista. Se supone que por la propia definición de socialismo y su valor de lo colectivo y lo publico frente a lo individual, no debería producirse, pero los casos “Guerra” y “Roldan”, tumbaron esta idea con un gobierno socialista. Aunque en el Ranquing de corrupción el primero esta el PP con 261 casos, le sigue el PSOE con 134, UM con 18 y PNV con 15, por hacer corta la lista.

Visto asi tiene lógica, puesto que por ideología, y otro dia hablaré del valor de las ideologías hoy, el liberalismo conservador que defiende la derecha española o la democracia cristiana italiana, es mas accesible a este fenómeno.

Por Comunidades Autonomas, Baleares, la nuestra, está en cuarta posición, y sólo tiene por delante a Andalucia, Valencia y Madrid. Hay para todos los gustos políticos. No escapamos pero no estamos dentro del Top Ten mundial y sobre todo lo que nos diferencia son los nombres. No somos el caso FIFA , somo el caso “tres per cent”, el caso Gurtel, Palma arena, Noos, Palau de la musica, ITV, Malaya, Gil Marbella, Eres, Pokemon, Campeón. Así , con estos nombres, no perdemos la identidad propia.

A lo que llego, por concluir, es a que la corrupción es un problema sin soluciones.
Depende en primer lugar de las medidas de los estados en su persecución. Por la propia naturaleza del hecho y sus sujetos serán siempre insuficientes para erradicarlo. Lo cierto es que no estamos educados para la integridad absoluta y en el conflicto entre corrupto y no corrupto gana el primero en micro pero también en macro.

Descartada la solución individual solo queda la responsabilidad de los gobernantes y de los medios de comunicación, para mantener vivos entre los ciudadanos los valores que la corrupción arrasa. Si los gobiernos fallan o si los medios son comprables, la lucha será frágil y, obviamente ,los políticos son los primeros que no están alejados de la causa eficiente.


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