Imagine usted que es el novio de la presidenta de la Comunidad de Madrid en las actuales circunstancias, es decir, cuando todo el mundo sabe que ha reconocido por escrito su culpabilidad en un delito económico importante cometido durante la pandemia.
Imagine usted también que es consciente de que vive en el año 2024 y sabe perfectamente que no necesita mantener ningún contacto “cara a cara” con nadie, y menos en un bar, si quiere usted hablar con alguien, incluyendo la entrega de documentos.
¿Asumiría usted del riesgo de reunirse, en una situación tan delicada, con alguien que jerárquicamente depende de su novia sin antes informarle a ella?
Imagine ahora que usted es la presidenta de Madrid. ¿Cuántos días castigaría a su novio sin “meterlo en su cama” si se enterara por la prensa de que se ha reunido con alguien que depende de usted para mantener un encuentro tan arriesgado para su reputación, la de usted?
Cuando los comportamientos no cuadran, por mucho que las informaciones y los debates giren únicamente sobre la tontería de si fue casual el encuentro del novio de Ayuso con el del PP, lo que toca es buscar respuestas lógicas.
Y la que a mí me sirve es que el encuentro de su novio y el del PP es, sea cual sea el papel real que ella misma cumplió, una situación ante la que Ayuso ha decidido implicar al PP como organización política en algo que sólo le interesa a ella: la defensa del interés privado de ese particular con el que se “mete en la cama”, pues en este lío que se ha formado coincide con el suyo.
Lo que nos falta por saber es si, por su parte, Ayuso contó con Feijoo para que esta implicación del partido que preside se produjera, o ahora mismo el gallego está que se sube por las paredes, pero tiene que hacer “de tripas corazón”.
Me encantaria saberlo, y probablemente asi es. La Historia siempre tiende a repetirse. Muy buena reflexión