Las playas de Menorca se están viendo invadidas por un fenómeno inusual en estos días primaverales: la llegada masiva de velella, también conocida como vela de mar o vela púrpura. Estos pequeños hidrozoos, de color azul profundo, poseen una vela que les permite desplazarse sobre la superficie del mar y tentáculos con los que capturan plancton para alimentarse. No son medusas, pero podrían parecerlo.
El grupo natural al que pertenecen las Velellas agrupa a alrededor de 10.000 especies de animales acuáticos, caracterizados por la presencia de células urticantes llamadas cnidocitos. Aunque las toxinas presentes en sus tentáculos son inofensivas para los humanos a través de la piel, podrían causar irritación si entran en contacto con los ojos o heridas.
El varamiento masivo de Velellas en las playas de Menorca no es un fenómeno nuevo. Casi todos los años, en primavera, se produce un varamiento en la costa oeste de América del Norte, desde Columbia Británica hasta California. Sin embargo, la presencia de estos animales en el Mediterráneo ha aumentado en los últimos años, lo que ha generado preocupación entre los habitantes locales y el sector turístico.
La relación entre el cambio climático y el aumento de la presencia de velellas en el Mediterráneo es una hipótesis que cobra fuerza. El incremento progresivo de la temperatura del agua y la sobrepesca de las especies que se alimentan de estos animales podrían estar contribuyendo a este fenómeno.
La llegada masiva de velellas a las playas de Menorca no solo ha despertado la curiosidad de los científicos, sino que también ha generado problemas para el turismo local. Al quedar varadas en la arena, estas criaturas marinas mueren y se descomponen, liberando un olor desagradable que ahuyenta a los bañistas y turistas. Para los hoteleros y comerciantes de la zona, este fenómeno representa una preocupación adicional en un momento crucial para la economía local.
A medida que los expertos continúan investigando las causas detrás de la llegada masiva de velellas, queda claro que este fenómeno no solo tiene implicaciones ambientales, sino también económicas y sociales para la isla de Menorca. La preservación de sus playas y ecosistemas marinos se vuelve una tarea aún más apremiante en un mundo cada vez más afectado por los cambios climáticos y las actividades humanas.