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“¿Qué tienen en común Google y Aristóteles?”

Un artículo de Marta Pons Coll

(Foto: Pixabay)

Todo lo que hacemos (o no) en nuestro día a día tiene un impacto en quiénes somos. Seguro que a estas alturas no te sorprendo diciéndote la cantidad de tiempo que pasamos en el trabajo; en promedio, un español trabaja alrededor de 1.691 horas al año, lo que sumará un total de unos 40 años a lo largo de su vida. Pasamos, pues, la mayor parte de nuestro tiempo en el trabajo, rodeados de compañeros y sumergidos en la dinámica de la empresa.

¿Alguna vez has pensado en la importancia de la cultura en las empresas?

Puede parecer que la clave de un buen desarrollo y crecimiento se encuentra en la positividad, sin embargo, algunas empresas fomentan un positivismo tóxico al promover una cultura en la que se espera que los empleados estén constantemente felices y optimistas, incluso cuando enfrentan desafíos significativos. Yo lo llamo, ‘la cultura Mr. Wonderful’.

Esta presión para mantener una fachada de positividad tiende a crear un entorno en el que los empleados se sienten incapaces de expresar sus preocupaciones o buscar apoyo cuando lo necesitan. En lugar de impulsar el crecimiento, este enfoque limita la capacidad para aprender de los errores, enfrentar desafíos y trabajar de manera colaborativa para encontrar soluciones efectivas. Por tanto, frena el crecimiento.

¿Y entonces, cuál es la clave para tener equipos efectivos y empleados comprometidos? Hace algunos años, el gigante tecnológico Google se hizo la misma pregunta, así nació el Proyecto Aristóteles.

Aristóteles decía que “el todo es más que la suma de sus partes”, y Google pensó que esta idea se aplicaba perfectamente a los equipos de trabajo. No se trataba solo de tener a los mejores expertos técnicos, sino de crear un ambiente donde todos se sintieran valorados, donde hubiera confianza y respeto mutuo.

Después de analizar toneladas de datos y observar a cientos de equipos, Google llegó a una conclusión sorprendente: la clave del éxito no estaba en quiénes integraban el equipo, sino en cómo interactuaban entre sí.

Resultó que los equipos más exitosos eran aquellos donde todos tenían la oportunidad de hablar, donde se sentían escuchados y donde se valoraban las ideas de cada miembro. En resumen, la psicología del equipo era más importante que la habilidad individual.

Entonces, ¿qué podemos aprender de todo esto? En primer lugar, que la cultura de una empresa no es algo que se deba dejar al azar. Es algo que se construye día a día, con cada interacción, con cada decisión que se toma, con todo aquello que hacemos (o no) en nuestro día a día.

Promover la colaboración, la comunicación abierta y el respeto mutuo es fundamental para fomentar un ambiente de aprendizaje y crecimiento. Todos tenemos algo que aportar, y cuando nos sentimos valorados, estamos más dispuestos a compartir nuestros conocimientos y a ayudar a los demás a crecer.

Además, el Proyecto Aristóteles nos enseña que no debemos subestimar el poder de las relaciones humanas en el trabajo. No se trata solo de cumplir con nuestras tareas, sino de construir vínculos fuertes con nuestros compañeros, de crear un equipo donde todos se sientan parte de algo más grande que ellos mismos.

Y ahora que sabes todo esto, te invito a pensar; ¿cómo es la cultura que te rodea la mayor parte del tiempo? ¿Es un ambiente donde se fomenta el aprendizaje y la colaboración? ¿Te sientes parte de un equipo unido y comprometido?

Ojalá que sí.


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