Ver las puestas de sol en Menorca se está convirtiendo en una práctica habitual. Especialmente en verano son cientos los turistas que acuden a enclaves específicos de la isla, sobre todo en la zona de Poniente, para ver al astro rey desaparecer tras el mar dejando una increíble paleta de colores en el cielo. Entornos como un Pont d’en Gil esculpido en la roca por la erosión del viento y el agua dan más realce a este momento mágico.
Pero esta práctica, cada vez más habitual, empieza a ser un problema para los locales de restauración de la cercana Cala en Blanes. Esperar hasta que se ponga el sol, los momentos posteriores de charla, la salida de vehículos… Hay quienes llegan a demorar más de una hora su salida.
Todo esto hace que algunos que acuden a este espectáculo natural y después quieren ir a cenar a la cercana urbanización de Ciutadella lleguen a los restaurantes a horas más tardías de lo habitual, lo que retrasa el trabajo y causa problemas a los locales de la zona.
Así lo han explicado a este diario muchos miembros del sector de la restauración, que sugieren que quienes vayan a disfrutar de la puesta de sol tengan en cuenta los horarios de los trabajadores (cierran sobre las 23.00 horas) para que ver el espectáculo natural y disfrutar de un buen ágape fuesen actividades complementarias y plenamente compatibles.
“Realizar reservas con antelación y la puntualidad” son detalles importantes que consideran los restauradores de Cala’n Blanes, que tienen que encontrarse a diario con clientes que llegan a la hora del cierre de las cocinas, algo que genera un conflicto de intereses entre el visitante y el empresario. Ver la puesta de sol y llegar a tiempo para sentarse y cenar: la combinación perfecta.
