Skip to content

“¿Jubilata? Yes”

Un artículo de Miguel Lázaro

Jubilados sentados en un banco.
Jubilados sentados en un banco.

Ahora bien, no es lo mismo júbilo que jubilación. Muchos que se jubilan o, a los que jubilan no experimentan precisamente el bienestar del júbilo. El hecho es el mismo pero la significación tiene una gran variabilidad individual y contextual. Para unos la jubilación es una causa, para otros es un estímulo. La actitud puede ser pasiva o bien proactiva. El tiempo, nuestro capital humano más importante, puede ser vivido de forma fértil adquiriendo nuevos roles o bien puede ser un vacío que nos engulle y que nos atrapa en un sinsentido. Es útil reflexionar sobre el ciclo vital: vivimos un ratico.

Apenas comenzamos a vislumbrar de qué va la vida y ya nos tenemos que apear de ella La suerte es que estamos y evolucionamos entre un prefijo (ex) y un adverbio (todavía). La indefensión individual y la vulnerabilidad son unas compañeras de viaje, que nos acompañaran siempre, además de la existencia del deterioro y la muerte (antídoto contra el infantilismo y la megalomanía en la que nos encontramos instalados). Cada nueva elección está marcada por las elecciones anteriores y por determinadas restricciones sociales.

Nadie se jubila igual. ¿Por qué? Porque la interacción entre genes y estilos de vida es personal e intransferibe. El abanico de formas de jubilarse y por lo tanto de envejecer es muy amplio, puesto que genes, cerebro y conducta (estilos de vida) se influyen entre sí. La biografía más que la biología, moldea la forma de jubilarse de cada persona. Es decir, se podría decir, que forjamos nuestra propia jubilación. Nos jubilamos o mejor dicho actualmente nos jubilan en el ámbito público, de nuestra actividad profesional pero no nos jubilamos de la vida, que tenemos que seguir construyéndola. Ver a mis amigos jubilatas es un acicate para mi narcisismo: si ellos han llegado a jubilarse en tan magnificas condiciones porque no voy a llegar yo y por otra parte les recordé lo afortunados que eran: nunca más sufrirían los depredadores burnout , estrés posvacacional y mobbing nunca más asaltaran vuestro cerebro en la fase posjubilación.

La jubilación es un acontecimiento vital, es decir es una experiencia objetiva, discreta y observable que altera el funcionamiento del individuo provocando en éste una necesidad de reajuste (cambio). Es pues una situación psicosocial estresante que va a provocar un exceso de tensión cognitiva y emocional, que según su intensidad y sobre todo duración va a repercutir en nuestro cuerpo y nuestra psique.

Exige la puesta en marcha de nuestros recursos adaptativos, es decir apela a nuestra resiliencia. Según nuestras estrategias adaptativas la jubilación puede convertirse en una experiencia positiva, agridulce o muy negativa. Es decir es un test de estrés que afrontaremos según una serie de factores: psicológicos, biológicos, económicos, familiares y sociales.

La adaptación a la jubilación se empieza a realizar meses antes de que suceda. Según el vínculo que tenemos con el trabajo, la significación que le damos, nuestra salud mental y física y como hayamos construido nuestros vínculos familiares e interpersonales y nuestros estilos de vida así nos adaptamos a ella. Es decir, muchas veces tras la jubilación experimentamos un duelo, que generalmente solemos elaborar adecuadamente. Hay personas que tienen una vulnerabilidad psicobiológica, que ya ha emergido previamente a través de procesos psicológicos morbosos. En ellos la jubilación actúa como precipitante de nuevos trastornos mentales. Los más frecuentes serían: duelo complicado, trastornos adaptativos, consumo de alcohol, enfermedades psicosomáticas y la maligna depresión mayor que es una fuente inagotable de sufrimiento.

El apoyo familiar e interpersonal es imprescindible, así como realizar actividad física regular. También hablamos de diferentes estrategias psicológicas-hay que resaltar la importancia del optimismo. La gente optimista vive un promedio ocho años más.

Ser optimistas, dicen, es tan importante como tener buenos genes y hábitos. Además uno se lo pasa mejor.

Es una buena época para la reminiscencia que es un proceso mental, universal y natural en el cual realizamos un balance de la propia vida, de construir resiliencia que es la base común de la esperanza humana, de la conciencia del fin que no pasa por construir nuevas metas y que consiste en una reorganización y una resignificación de nuestro pasado y presente que se proyecta en nuestro futuro y que nos permite una mejor adaptación y humanización de cara a nuestro final.

Y es una época en la que hay que reflexionar sobre la muerte y el morir La muerte nunca puede ser enteramente aceptada pero se puede elaborar, con el tiempo, un conjunto de sentimientos que pueden llegar a un estado de verdadera resignación y distanciamiento No se teme la muerte sino el proceso de morir y el miedo a la muerte limita nuestra capacidad de amar. Lo que da sentido a la vida no es haber vivido poco o mucho tiempo sino sentir realmente que se ha vivido, que la propia vida ha tenido sentido o que ha merecido la pena vivirla. Se acaba la biografía pero la vida sigue

Lo peor de la muerte es que nos amargue la vida y no tenemos que olvidar que el ancho de la vida es más importante que su longitud. Hay que darles vida a los años y no años a la vida y ya saben vivir solo cuesta la vida. Conviene de vez en cuando releer el poema Instantes atribuido a Borges, (si pudiera vivir nuevamente mi vida ………).En estos momentos de crisis siempre nos rescataran los clásicos.

Ya saben en victoria transitoria porque nunca hemos estado en doma.


Deja un comentario

Your email address will not be published.