El dinero en efectivo está perdiendo protagonismo en el día a día de los consumidores españoles. El consumo en Menorca se resiente por la merma del poder adquisitivo y la gente compra cada vez más por internet pero está llegando a un punto en el que algunos estudios apuntan a que llevar billetes o monedas en la cartera será algo anecdótico. A medida que avanzan las tecnologías y las opciones digitales, las monedas y billetes están quedando relegados en favor de métodos de pago más modernos, como las tarjetas y los wallets digitales. Según la encuesta “Métodos de pago: la decisión definitiva” de 2024, realizada por la empresa tecnológica española PaynoPain, especializada en el desarrollo de herramientas de pagos online, solo el 10% de los españoles sigue utilizando efectivo en sus compras diarias, mientras que un abrumador 52% prefiere pagar con tarjeta de crédito o débito.
A pesar de esta tendencia hacia la digitalización, la desaparición del efectivo es una preocupación real para muchos. El 73% de los encuestados considera que su extinción sería una mala noticia. No obstante, una significativa parte de la población ya ha comenzado a alejarse del uso del efectivo, con casi el 40% de los usuarios afirmando que no llevan dinero encima habitualmente.
El auge de la tarjeta y los wallets
La tarjeta de crédito o débito sigue siendo la opción de pago más utilizada en España, liderando las preferencias de los consumidores con un 52%, según el estudio de PaynoPain. Sin embargo, los monederos electrónicos o wallets digitales, como Apple Pay y Google Pay, están ganando terreno rápidamente. El 37,1% de los españoles ya utiliza este tipo de tecnologías para sus transacciones, especialmente entre los más jóvenes.
El efectivo, aunque cada vez menos común, sigue siendo el método de pago principal en ciertos contextos. Un 67% de los encuestados lo utiliza principalmente para comprar en pequeños comercios, seguido por su uso en propinas (24%) y regalos (7%). A pesar de este uso, el consenso general es que, aunque está perdiendo peso, el efectivo no desaparecerá completamente en el corto plazo. De hecho, 6 de cada 10 personas creen que seguirá existiendo en los próximos 5 a 10 años.
Diferencias generacionales en los hábitos de pago
La encuesta de PaynoPain destaca que los hábitos de pago varían notablemente en función de la edad. Los más jóvenes, aquellos entre 18 y 25 años, han dejado atrás en gran medida el uso de efectivo, con solo un 11% de ellos optando por este método. En este grupo, la tarjeta es el método preferido para el 50%, mientras que los wallets digitales son utilizados por el 38%. Curiosamente, una tercera parte de los jóvenes cree que el efectivo desaparecerá en los próximos años, lo que refleja su creciente confianza en los métodos de pago digitales.
Entre los consumidores de 26 a 40 años, el uso de wallets supera incluso al de las tarjetas. El 55% prefiere los monederos digitales, mientras que solo el 42,5% sigue utilizando la tarjeta como su método principal. Este grupo es uno de los más inclinados hacia la digitalización, con un 63,75% afirmando que no suelen llevar efectivo consigo, y un 37,5% que predice la desaparición del efectivo en el futuro cercano. Sin embargo, el 65% considera que su extinción sería negativa.
Por otro lado, el grupo de edad de entre 40 y 60 años muestra una mayor inclinación hacia la tarjeta de crédito o débito, con un 59,09% de preferencia por este método de pago. A pesar del crecimiento de los wallets digitales, que son utilizados por el 23,86%, el efectivo aún mantiene una presencia significativa en este segmento, con un 15,91% de uso. Además, más del 73% de los encuestados en este rango de edad sigue llevando dinero en efectivo. Aunque el 42,05% de este grupo cree que el efectivo podría desaparecer, una cuarta parte considera que sería una noticia negativa.
Por último, los mayores de 61 años son el grupo que muestra una mayor fidelidad al efectivo, aunque la tarjeta sigue siendo la opción dominante para el 62,5%. Tanto los wallets digitales como el efectivo son utilizados por el 18,75% de los encuestados en este grupo de edad. Aquí, el apego al dinero en metálico es más fuerte, con solo el 6,25% de personas que afirman no llevar dinero encima. Además, 8 de cada 10 encuestados mayores consideran que la desaparición del efectivo sería una noticia negativa.
Diferencias entre áreas urbanas y rurales
El estudio también revela diferencias significativas en los hábitos de pago entre los residentes de zonas urbanas y rurales. En las áreas rurales, los wallets digitales han ganado una amplia aceptación, con un 70% de los consumidores utilizando estos métodos de pago frente a la tarjeta (el resto, 30%). Esto sugiere que, a pesar de la percepción común de que las zonas rurales son menos tecnológicas, la adopción de métodos de pago emergentes ha sido muy rápida.
El turista en Menorca tiende a utilizar más el pago con tarjeta puesto que tradicionalmente era un pago más seguro al derivarse de aquellos tiempos en los que había cambio de moneda entre países. Algo que hoy vuelve a tener cierto sentido al marcar la diferencia entre la moneda británica (ya no europea) y la de su destino de vacaciones (el euro).
En las zonas urbanas, por otro lado, la tarjeta sigue siendo el método preferido, con un 51% de los encuestados decantándose por este método, seguido por los wallets digitales con un 36% y el efectivo con un 12,6%. Estas cifras muestran que, aunque las tarjetas mantienen una posición dominante, el uso de wallets digitales está ganando terreno rápidamente en los entornos más poblados, mientras que el efectivo queda cada vez más relegado.
El futuro del efectivo
A medida que los métodos de pago digitales continúan evolucionando y ganando aceptación, parece claro que el efectivo seguirá perdiendo peso en los hábitos de consumo de los españoles. Sin embargo, no desaparecerá de un día para otro. A pesar de que los jóvenes y los habitantes de zonas rurales están liderando la adopción de wallets digitales, una parte considerable de la población, especialmente la de mayor edad, sigue confiando en el dinero en efectivo y no ve con buenos ojos su desaparición.