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“Trump traerá la paz, según The Economist”

Un artículo de José A. García Bustos

Donald Trump.
Donald Trump.

Tras un análisis de la anterior legislatura demócrata, a nadie debería sorprender la victoria de Donald Trump de hace unos días. Así como ha dejado Joe Biden el patio, los votantes han buscado un cambio.

Muchos votos a favor de Trump han sido, no tanto por lo que el nuevo presidente representa, sino como castigo a la gestión política llevada a cabo por el gobierno de Biden, con grandes deudas que pagar a lobbys importantes que le auparon al poder.

Biden ha conseguido lo que nadie antes había hecho: movilizar a la comunidad Amish para que, por primera vez en su historia, saliera a votar a favor de Trump. El granjero Amos Miller fue quien encendió la llama. Indignado tras la clausura de su granja, animó a que más de 90 mil granjeros Amish fueran en carroza a votar a Trump en Pensilvania. La excusa para el cierre de su negocio fue que sus alimentos no eran seguros. Eso tras quince años de funcionamiento como hacen los Amish: al estilo tradicional, sin manipulación.

Esa obsesión de hacer la vida imposible a pequeños ganaderos, a favor de grandes latifundistas o corporaciones como Montsanto que vende alimentos modificados genéticamente, ha ayudado al cambio político en Estados Unidos. Que tome nota Europa.

En los cuatro años de un decadente Biden se ha puesto patas arriba el país con una inflación y una deuda por las nubes. Añádanle el escándalo de su hijo con todo lo que trascendió de su portátil (drogas, sexo y acuerdos beneficiosos para su familia, en Ucrania) y un ambiente bélico que ha puesto el mundo patas arriba con dos conflictos que, de seguir enconándose, podrían dar paso a una nueva guerra mundial. Eso sin olvidar que fue capaz de cualquier arte como fue la autoría intelectual que hizo explotar el Nord Stream e intentar culpar a Rusia, aunque fuera a cambio de fastidiar a su principal socio europeo como es Alemania.

Trump va a acabar en poco tiempo con la guerra de Ucrania. No lo digo yo, lo predijo The Economist en su famosa portada “The World Ahead 2024”. Es la misma portada que predijo la llegada de la presidenta de México. En menos de una semana de la reelección, Putin ya ha mostrado predisposición al acercamiento.

Las élites tienen decidido el camino. Nos lo cuentan en clave en las portadas de sus revistas y en series de televisión. Y nos preparan para ello. Es la programación predictiva.

Volviendo a la porta da de The Economist, recuerden que en la parte de la derecha de la misma muestra a Trump con un interrogante junto a Putin (enfrentado a Zelensky) y junto a una paloma de la paz. Ese interrogante se encuentra en la oreja derecha, donde recibió el impacto de bala en uno de sus intentos de atentado. El interrogante podría referirse a que si sobrevive, ganaría las elecciones y conseguiría la paz tras un acercamiento a Putin. Si no, ¿qué pinta una paloma de la paz junto a la imagen de Trump mientras que se muestran bombas junto a la de Zelensky?

En el centro de la portada se muestra una urna llena de votos con un reloj de arena que indica que queda poco tiempo. La victoria de Trump, ha venido justo antes de una gran guerra y lo para todo a favor de la paz. Si no, véala usted mismo y haga su interpretación.

Todo está escrito. Putin se encuentra cómodo con la elección de Trump. Al día siguiente ha afirmado que Rusia no dejará de lado al dólar, un mensaje contrario según las recientes reuniones de los BRICS que avanzaron hacia la definición de una nueva moneda que les desvinculara al dólar.

Den por resuelta la guerra de Ucrania y por muerto, metafóricamente hablando, a Zelensky.

Lo que no queda claro es qué pasará con Israel y la amenaza a Irán. Trump es defensor de la causa israelí y los principales fondos de inversión, dominados por judíos sionistas, son donantes en su campaña. No se sabe si repetirá su logro de la anterior legislatura: Estados Unidos no se vio incurso en una guerra.

Para eliminar la inflación el gobierno de Trump tendrá que reducir los niveles de deuda, en máximos históricos y tras constantes amenazas de no aprobarse el techo del gasto.

Para ajustar el gasto público, Trump ha designado a Elon Musk como ideólogo para conseguir una mayor racionalización del gasto público y adelgazar la administración. Para controlar la inflación, Trump debe frenar el aumento de dinero imprimido de la nada. Jerome Powell es otro que tiene los días contados. El presidente de la Reserva Federal bajó los tipos de interés de manera abrupta y sorpresiva, haciendo campaña a favor de los demócratas un mes antes de las elecciones y ha errado el tiro. Además, en el pasado Trump ya quiso cargárselo cuando estuvo bajo su mandato.

Otro que esta a punto de caer es Gary Gensler, presidente de la SEC que ha perseguido los activos digitales como nadie. Las criptomonedas celebraron con subidas la victoria de Trump.

Trump no deja indiferente. O se le ama o se le odia. Tras los cuatro años de Joe Biden, un político en decadencia tanto física como política, movido por los hilos del estado profundo, llega Trump, también con el apoyo de los lobbys y fondos de inversión que dominan el mundo, pero con más margen de maniobra. Eso sí, sabe que no debe pasar según qué líneas rojas.

En su equipo se encuentra Elon Musk, otro niño rebelde que cuenta con el apoyo de las élites y, en la parte sanitaria con el apoyo de Robert F. Kennedy, sobrino del malogrado John Fitzerald Kennedy. En el área de Salud va a haber una revolución y las grandes firmas van a tener que ceder un poco a favor de otros remedios prohibidos anteriormente. La pleitesía del gobierno de Biden hacia las grandes farmacéuticas fue exagerado. No es de extrañar que entre 2006 y 2019 (incluye el primer gobierno de Trump), 9 de cada 10 comisionados de la FDA (agencia del gobierno norteamericano que garantiza la salud pública) pasaron a formar parte de la plantilla de compañías farmacéuticas a las que previamente regulaban. Recordemos que Estados Unidos es uno, sino el que más, de los países más enfermos del planeta.

Robert Kennedy abandera la corriente MAHA (Make America Healthy Again) para devolver la salud a los estadounidenses sin seguir a pie juntillas los designios de las grandes farmacéuticas.

Elon Musk reconoció que, antes de su entrada, Twitter practicaba la censura por presiones del gobierno demócrata. Mark Zuckerberg de Facebook también reconoció recientemente presiones para retirar o no publicar contenidos que distaban de la versión oficial de la Covid-19.

Trump, Musk y Kennedy Jr, son niños rebeldes que, por lo que sea, tienen mucho margen de actuación, pero saben que no todo vale. Al fin y al cabo, las élites se encuentran tras ellos y les han permitido llegar ahí donde están. Son ellas quienes marcan las reglas del juego.

Aun así, ese margen del que gozan puede que hagan una América Grande Otra Vez. Lo que sí parece, visto el precedente y la portada de The Economist, es que el planeta ha evitado un match ball bélico y, con la duda de Israel, volverá a alcanzar importantes cotas de paz. En este sentido habremos ganado todos.

Pero a Trump no le darán el premio Nobel de la Paz que recibió Obama, con varias guerras en su haber durante su mandato. Ironías de la vida.


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