La buena música pop tiene siempre poderes mágicos e incluso a veces taumatúrgicos, o al menos los tiene para quienes adoramos sin medida ese estilo de música.
En mi caso, cada vez que escucho una canción de pop-rock ya clásica o una recién publicada, vuelvo a tener de repente veintisiete o veintiocho años, lo que incluye tener también una gran mata de pelo —engominado—, una figura estilizada y, sobre todo, una esperanza casi infinita en lo que me pueda deparar el futuro.
Esa sensación de felicidad la volví a percibir esta pasada madrugada, cuando, casualmente, escuché el nuevo sencillo del gran grupo Alpaca Sports, Tomorrow i’ll be fine —Mañana estaré bien—, una maravillosa canción con ecos e influencias del mejor pop de los años sesenta y ochenta.
Ya saben, guitarras, batería, coros y bellas armonías para dar vida a irrepetibles y apasionadas historias de amor, unas veces resplandecientes y otras algo más melancólicas.
El protagonista del vídeo de Tomorrow i’ll be fine, manda un mensaje en una botella a la persona amada, con la esperanza de que quizás pueda llegar a su destino. Es cierto que tal vez sea hoy algo más práctico y rápido enviar un whatsapp o un correo electrónico, pero posiblemente sea también mucho menos sentido y romántico.
El título de esta canción me recuerda una frase que yo utilizaba siempre de niño, a modo de posible mantra sanador, cuando las cosas no iban demasiado bien en casa, algo que solía suceder bastante a menudo. Esa frase era «tot anirà bé» —«todo irá bien»—, pero su hipotético poder milagroso se acabaría demostrando algo limitado en aquella época de mi vida.
Tendría que esperar hasta la llegada de la adolescencia para descubrir de forma casi inmediata que sólo las canciones de Los Beatles, Los Brincos, Los Beach Boys, Los Pekenikes, Los Modelos, Los Secretos, Los Pistones o los otros excelentes grupos que irían surgiendo posteriormente tenían ese poder milagroso.
Así lo he podido constatar de nuevo esta madrugada, al escuchar a Alpaca Sports y haber vuelto a ser joven otra vez, aunque haya sido sólo durante los tres minutos y cuarenta segundos que dura Tomorrow i’ll be fine.
Este sábado ya no podré volver a escucharla de nuevo, pero muy posiblemente sí pueda hacerlo en la próxima madrugada. Así que seguro que mañana estaré bien. Sí, muy bien.