Han tenido que pasar muchos años para que el mundo descubriera el luminoso rostro de Etty Hillesum que en sus escritos íntimos sintió a “dios “en letra pequeña…
Murió en Auschwitz el 30 de noviembre de 1943 tras haber residido en el campo de tránsito de Westerbork al nordeste de Holanda y de haber sufrido como tantos, todas las humillaciones y privaciones infligidas a ciudadanos judíos civiles.
Leyéndola no es nunca una biografía,mejor aún, es una “bío-resonancia”, pues hace tañir una voz tan singular y excepcional en quien la sigue, experimentando un renacer mirando cara a cara con ella a la muerte como en un salto libre al vacio… “Tenemos derecho a sufrir por el hecho del nacer pero no a sucumbir al sufrimiento. Y si sobrevivimos a esta época, indemne de cuerpo y espíritu, sobretodo de espíritu, sin amargura, sin odio, tendremos también una palabra que decir después del Holocausto. Puede que sea yo una mujer ambiciosa, pero me gustaría mucho tener mi pequeña palabra que decir a todos mis conciudadanos”.
Esta” pequeña palabra”… se puede encontraren los textos que escribió durante la guerra (entre 1941 y 1943) en su “Diario” y en sus “Cartas”.
La formuló con tanto vigor y tanta claridad, con tan espléndida insolencia, que resuena con una brillantez cada vez más viva y penetrante en nuestros días. Una palabra admirable escrita para atravesar los siglos.
Su vida, su destino, sus escritos, han de leerse en el contexto histórico que ella vivió: la Holanda sometida al yugo político nazi.
La voz radiante que se eleva en ella ha de ser escuchada como contrapunto al fondo sonoro de su tiempo, ese enorme estrépito donde la necedad, la arrogancia y el odio bramaban desaforadamente.
La voz de una víctima que no se paró condenando las lacras, maldiciendo a los verdugos, que no se lamentó ni una sola vez de su trágico morir al día a día…ya que no dejó de confiar en la bondad y la belleza de la vida. La voz de una enamorada, frágil e indefensa, en el desierto del amor al que amó… “amando”.
“Estoy dispuesta a aceptar cualquier cosa, cualquier lugar de la tierra adonde <mi dios> me empuje; dispuesta también a dar testimonio en todas las situaciones, hasta en la muerte, de la belleza y el sentido de esta vida. Si se ha convertido en lo que es, la culpa no es de< mi dios>, sino nuestra. Hemos recibido en herencia todas las posibilidades para desarrollarnos, pero aún no hemos hecho suficientemente para explorarlas”.
El espacio interior de Etty no tiene nada verdaderamente de mera evasión, de huída fuera del tiempo ni de negación de la realidad; al contrario se trata de un cuerpo a cuerpo con su ahora y su cotidianeidad, de un cara a cara con el horror de la historia presente…hasta hacer que se resquebraje esa horrenda máscara con que se ha disfrazado su época, a fin de divisar lo que se amaga detrás.
Su tiempo se estrella delante de ella, arrojando sobre su rostro y su corazón un viento que lo deforma y luego lo remodela, disuelto en una luz que asciende del fondo de los tiempos.
“Evita el error de creer que hay privaciones para el que ha tomado la determinación de ser. Hilo de seda, tú entras en la trama. Sea cual sea la imagen a la que interiormente estás unido (siquiera sea en un instante fugaz en una vida atormentada), siente cómo está en juego todo el tapiz, el Tapiz glorioso”. (R.M. Rilke).
“He tratado de mirar en el fondo de los ojos el sufrimiento de la humanidad, me he debatido con él o, mejor, <algo> en mí se ha debatido con él, y ciertas preguntas desesperadas han recibido respuesta…asumo yo ser respuesta también, conducida a empujones como voy en convoy a AUSCHWITZ…con mi canto a la vida.”