La alcaldesa de Alaior, Misericordia Sugrañes, firmó el pasado jueves el acta de aceptación de un documento histórico que donado por Pedro Pons Vidal y que ya ha pasado a ser custiodado por el Archivo Histórico Municipal. Desde el consistorio apuntan que “el documento en cuestión data de 1793 y se refiere a un tema bastante interesante, un peliagudo asunto de Estado que tuvo que afrontar el Gobierno de Carlos IV. Se trata, en concreto, de la publicación de una Real Cédula emitida por el Consejo Supremo del Rey Carlos IV por la que se restaura la prohibición del libre comercio de muselinas. En la práctica, esta orden restablece el privilegio de exclusividad en la importación y venta de tejidos en favor de la Compañía de Filipinas”. A su vez, desde el ayuntamiento recuerdan que “la Compañía de Filipinas se había fundado en 1785 con el apoyo del ministro Floridablanca y para dar solución de viabilidad a la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas, que se resentía de la irrupción de competidores en la zona del caribe”. Así, “la promulgación de la Pragmática sanción en fuerza de ley de 1789 permitió la libre introducción de muselinas extranjeras en España (no siendo pintadas), en lo que había supuesto la derogación del principal privilegio y derecho de la recientemente creada compañía mercantil de Filipinas. Eso es, significaba un jaque al monopolio del comercio con el archipiélago filipino y los grandes puertos de Asia”, prosiguen. “Grandes intereses comerciales estaban en juego y, de hecho, éste fue uno de los asuntos de más larga y controvertida gestión por cuanto provocaba la división en el propio Consejo de Gobierno. La compañía elevó constantes súplicas al rey para el restablecimiento de los privilegios o la creación de otros supletorios que pudieran compensar las pérdidas económicas. Las muselinas eran tejidos de uso muy generalizado y apreciado especialmente en la segunda mitad del siglo XVIII, circunstancia que explica el alcance de la orden real que debió trasladarse a todas las poblaciones del reino. Este tejido, ennoblecido con tafetán se usaba también en las vestimentas de los menorquines de la época, en todas las clases sociales, y para multiplicidad de prendas, desde la ropa interior, a delantales, rebosillos, corbatines, mantetes, faldones, rebosillos o pañuelos”, comentan desde el ayuntamiento. El coronel y comandante militar y civil de Menorca, Antonio de Pinedo de Anuncivay, –gobernador militar y civil de la isla entre 1788 y 1797– trasladó entonces a la autoridad local las nuevas disposiciones, contenidas en el documento que acaba de recibir el Ayuntamiento de Alaior. El escrito reproduce exactamente la orden real y ordena su divulgación en el municipio de Alaior, exactamente el 13 de noviembre de 1793. Anotación manuscrita Desde el órgano municipal también apuntan que el especial valor del documento para el Consistorio “viene dado por la anotación manuscrita a pie de página por la el secretario Juan Puig que se certifica que todas las previsiones ordenadas por Anuncivay y el Consejo Supremo se habían cumplido, entre otros aspectos, la fijación del bando en los puntos acostumbrados. El aspecto anecdótico hay que situarlo en la certificación de que el pregonero Antonio Andreu, acompañándose de tambor, dio lectura de estas disposiciones en la plaza pública de la villa”. La alcaldesa ha recibido la donación que, como se ha dicho, queda ya en depósito en el Archivo para estudio de los investigadores. |