Este sábado, igual que el anterior, ha servido para demostrar que las ideas originales atraen al público. Y eso dinamiza el comercio. Así es como Abril, contes mil, ha vuelto a ofrecer escenarios en edificios públicos y comercios como pretexto para ver cómo 44 rondalles o cuentos menorquines tomaban vida.
Con la participación de la asociación Illetra y la colaboración de muchos establecimientos y voluntarios se ha podido vivir el folklore menorquín.
De hecho, según los organizadores y en boca de la regidora María Pons, se hizo un interesante trabajo previo que permitió hacer más grande la lista de rondalles gracias a la memoria de muchas personas mayores que guardan en su memoria, de tradición exclusivamente oral, historias o cuentos que les explicaban a pie de cama cuando eran niños.
Todo ello ha resultado una fórmula diferente que en sus primeras sesiones ha demostrado atraer el interés de muchas personas y que anima, tras la pausa de la semana del libro, repetir de nuevo.