El Partido Popular de Menorca asiste con preocupación al conflicto, ya muy masivo y enconado, que se ha levantado tras la destitución del Jefe del servicio de la UCI en el Hospital Mateu Orfila.
Ante la falta de datos y el exceso de ruido, no nos corresponde, desde luego, entrar a valorar las causas que puedan haber motivado tal decisión, y mucho menos tomar parte en un conflicto que nos duele. Sin embargo, resulta objetivamente razonable destacar la inoportunidad del momento en que se adopta una medida drástica y dolorosa que ha incendiado los ánimos del personal sanitario.
En plena segunda ola de la crisis sanitaria no será desaforado destacar el riesgo que entrañaba –como se ha demostrado— intentar hacer ajustes de calado en un servicio de vital importancia, la unidad de cuidados intensivos, la sección que más soporta las tensiones originadas por la pandemia.
Es allí, a las UCIs, a donde llegan los pacientes que se debaten entre la vida y la muerte y, sin duda, la inestabilidad interna y el ambiente de crisis generalizada que se ha trasladado a la fachada del hospital –“welcome”-- a partir de ese epicentro no será el mejor factor para transmitir confianza y tranquilidad a las familias de las personas ingresadas como tampoco así al resto de pacientes y usuarios.
La tormenta que se ha desatado está teniendo efectos de resonancia tales que otro servicios y otros centros asistenciales, de la isla pero también externos, se han contagiado rápidamente del conflicto. Que quince profesionales de la enfermería hayan solicitado un cambio de destino no es tranquilizador porque anuncia (o propone) una reestructuración profunda de las plantillas y como hemos anticipado tenemos dudas de que sea éste el momento idóneo para catarsis experimentales.
El Partido Popular expresó desde el primer momento, y mantiene aún, el deseo de que se llegue a una rápida pacificación del conflicto. Habrá, primero, que desinflamar y estabilizar al paciente hospital, para sanearlo y para que vuelva a ser el entorno tranquilo y tranquilizador para todos los pacientes que acuden al centro y confían su salud a los profesionales precisamente porque confían en ellos.
Si hay algo que añadir, si acaso y a la vista de las discrepancias que llenan el aire, es que lamentamos profundamente que los sanitarios puedan sentirse maltratados de alguna forma cuando el sentir mayoritario de la sociedad es de agradecimiento por su profesionalidad, por la dedicación extraordinaria en estos tiempos epidémicos y por los riesgos que asumen en el día a día.
A todos y por todos, deseamos una pronta recuperación.
Misericordia Sugrañes
El paciente hospital
