Cales Coves: pura cala virgen

 

No es fácil disociar la imperante presencia de la necrópolis prehistórica de lo que es puramente turismo de playa, pues en ambos casos Cales Coves se lleva la palma.
Tampoco es fácil comprender qué es lo que tiene este rincón de especial para el bañista de tumbona, raqueta y chiringuito. No obstante, Menorca tiene rincones para todos los gustos y esta cala será la preferida por aventureros y naturistas.
En primer lugar, no es de fácil acceso. En temporada hay que dejar el coche a un kilómetro de la cala e internarse a pie por el bosque hasta llegar a la cala. En segundo lugar, no hay atractivas playas de arena blanca. De las dos mini-playas que hay aquí, la primera es de arena gruesa y se mezcla con la vegetación y la segunda es más bien rocosa. En tercer lugar, no hay servicios en absoluto, ninguno, salvo que te socorra la cobertura del móvil. ¿Desolador? ¡Para nada!
Cales coves está situada en dos entrantes de acantilado de inusitado verdor. Sus aguas son cristalinas. Hay muy poca afluencia de gente por tierra, no así por mar, pues el paraje es totalmente de cuento. Para el que viene aquí a pie, se recomienda pasar la primera calita de arena por el acantilado de la izquierda y así podrá ir descubriendo la majestuosidad de este lugar, apreciar de cerca alguna cueva de enterramiento, calzarse aletas y gafas de buceo y abalanzarse al agua para disfrutar del que sin duda será el baño más relajante de su vida. Un baño en Cales Coves es como un viaje en el tiempo, lo más lejos posible del mundanal ruido, pero a tiro de piedra.

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