Son Bou, la playa absoluta.

Foto: David Arquimbau.

Todas las postales del mundo llevan a Son Bou. Es fácil imaginar porqué. Son dos kilómetros y medio de arenal interminable, orientado al sur, parcialmente urbanizado, con humedal, todos los servicios, accesible, aguas impecables, dunas, chiringuitos, juegos, alquiler de todo lo que se puede alquilar en una playa.
Siendo la más grande de la isla y la que más hoteles tiene, en verano está siempre llena, y sin embargo no hay formna de llenarla. Es solo cuestión de caminar un poco hacia el oeste para alejarse del bullicio y seguir sin embargo en el mismo lugar. Son Bou es acogedora a pesar de su imponencia, virgen a pesar de sus hoteles, limpia a pesar del turismo, cómoda a pesar de la distancia. Son Bou enamora y se necesita. Menorca son calas, pero sin Son Bou sólo serían calas, con Son Bou, especialmente fuera de temporada, hay también un playón insuperable al que acudir para sentirse pequeño, para sentirse lejos, para sentirse en una postal.

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