Cova Sa Nacra, mar total

Ciutadella destaca por su abundante oferta gastronómica, particularmente en la temporada estival. Aquí el turista está más integrado con la ciudad que en la capital, y las urbanizaciones costeras se convierten en extensiones naturales de la misma. Esto ha fomentado una estacionalidad más marcada, pero también profesionalización y competencias más racionales, de tal forma que se define una ruta gastronómica intra y extra-muros variada, completa, de calidad y apta para todos los bolsillos.
En este caso nos dirigiremos al sur y dedicaremos nuestra primera parada a Santandria, para comentar el restaurante Cova Sa Nacra. Vale la pena cenar o comer aquí, no cabe la menor duda, lo atestiguan su lista de espera en fechas señaladas (sí, conviene reservar), los comentarios de sus clientes y el buen nombre de sus arroces y calderetas. Nosotros probamos y aprobamos el de bogavante, pero se trata de un lugar con una carta con los pies en la tierra, con opciones sencillas y muy a mano tanto en carnes y pescados como en arroces.
Por último, pero no menos destacable, Sa Nacra se lleva un apunte especial por estar al borde del agua, pero de verdad. Tan de verdad que se puede venir a nado desde la cala y acceder a la terraza, en la que también vas a comer encima del mar. No se trata de un detalle, es un auténtico lujazo.

Santandria, las calas gemelas

No es infrecuente en Menorca encontrar estas formaciones de calas dobles. Macarella y Macarelleta, Mitjana y Mitjaneta y un largo etcétera en el que Cala Santandria figura como una de las pocas orientadas al suroeste. Este brazo de mar de medio kilómetro, arenas blancas y escasa pendiente se caracteriza por estar a tan solo 3 kilómetros de Ciutadella. Es un fondeadero idóneo para embarcaciones pequeñas, lo que le da un encanto añadido y le quita hierro visual al hecho de tener uno de los pocos hoteles a pie de playa del litoral.
El caso es que, en Santandria, se puede disfrutar de un baño familiar en la cala principal donde está el hotel, o de uno más anónimo en la cala secundaria donde hay una residencia privada. Ocurre que ambas construcciones provienen de los años 50, cuando no había regulaciones a la construcción como las de ahora, y no son pocos los que arremeten contra la presencia de las mismas. En rigor, habida cuenta de la variedad con la que contamos en Menorca, recomendamos el senderismo y el camí de cavalls para los amantes de las calas vírgenes- que a todos nos gustan y pueden consultar en esta misma guía- e igualmente recomendamos una o varias noches de hotel en el Playa Santandria, solo para adultos y privilegio de unos pocos, pues así ya no se construye y, quien sabe un día, por mor de obtusos legisladores, tampoco tengamos este.
El buen paseante podrá investigar los alrededores y, si le asiste la fortuna, encontrar unas cuevas prehistóricas descatalogadas. Los minusválidos agradecerán lo apta que es esta playa para sus necesidades y los buceadores disfrutaran con la biodiversidad de sus fondos.

Cala Blanca, el imperio del sol poniente

Cala Blanca lleva el nombre de la urbanización colindante, dicen las guías. ¿No será al revés? Ocurre más a menudo de lo que parece: promotor encuentra lugar paradisíaco, se levantan viviendas en su derredor y, al paso de los años, se acaba popularizando más el conglomerado habitacional que la propia joya natural que lo motivó.
Cala Blanca es una playa semiurbana, sí. Está muy cerca de Ciutadella, también. Es pequeñita, 45 metros de largo por 140 de ancho. Hay mucha gente, según la hora y solo en la arena. ¿Pero qué tiene esta playa de tranquilas y cristalinas aguas para que valga la pena elegirla entre todas las demás? Si se ha elegido alquilar residencia en la urbanización no cabe duda: todos los servicios posibles a tiro de piedra, olvidándose del coche y con la tranquilidad que da para las familias con niños el saber que los críos se divierten en un entorno seguro y bastante bien acotado.
Pero el secreto mejor guardado de Cala Blanca es la puesta de sol. Siendo la playa occidental más notoria de la isla, teniendo como tiene el mejor bar musical de costa de por aquí y, para expertos nadadores, salientes y escondrijos de roca de película de Hollywood, nos encontramos en el marco perfecto para los idilios nacientes, cada día, a la hora del sol poniente.
Pueden comprobar aquí la hora exacta a la que va a caer el sol y aquí lo que se están perdiendo.

Camí de Cavalls


Esta etapa de Camí de Cavalls tiene todo lo que el senderista puede desear. Los más increíbles barrancos, poblados de tupidos y hermosos pinares, se van alternando con las calas más fotografiadas de todo el Mediterráneo.
Son diez kilómetros de marcha, partiendo desde Santo Tomás, hasta el final de la playa de Binigauss, en el que comenzaremos a conocer los barrancos y las cuevas de Binigauss, Albranca y Trebalúger. Cada recoveco del camino es digno de admiración, pero hay que guardar el aliento para descubrir Cala Mitjana, y su adyacente Cala Mitjaneta. Por supuesto que estas dos calas, tan vírgenes y tan archiconocidas, no van a estar vacías en temporada, a pesar de haber deslocalizado el párking a un kilómetro de la misma, pero igualmente valdrá la pena el verse inmerso en su acogedora y colorida estampa, o darse un chapuzón en sus increíbles aguar turquesas. Entre ambas Calas se encuentra una pequeña cantera en la que el ojo entrenado comprobará la rara estratificación de esta zona, tan eminentemente calcárea.
Como colofón al paseo, el excursionista no dejará de asombrarse al llegar a Cala Galdana, al final del recorrido, porque, de repente, se vuelve a la civilización y el bullício, pero con una luz y unos colores que permiten que el choque sea casi imperceptible. Después de por lo menos cuatro horas de recorrido por el bosque, a más de uno le va a apetecer la cerveza pilsen más fría del universo… y aquí se la va a encontrar.

Farmacia y parafarmacia

Nada nos libra de tener que resolver una emergencia… o de tener una súbita necesidad de parafarmacia.
En Sant Tomás no falta un punto de referencia para no tener que viajar hasta la vecina pero interior población de Es Migjorn si al niño le ha picado una medusa, a la niña un mosquito, al papá le dió acidez, a la buela se le acabaron las pastillas o mamá es alérgica a los mosquitos.
La farmacia de Sant Tomás está aquí.
Guárdenla en sus favoritos. Si ya han estado por aquí, ya saben que no dejan de estar ustedes en plena naturaleza.

Comer a pie de playa

Santo Tomás es, como ya citamos, la hermana pequeña de Son Bou, pero eso no la hace menos aventajada en lo que a servicios se refiere. Aquí hay todo lo que el turista puede necesitar, y no podían faltar buenas opciones para comer o cenar, además del omnipresente, por bueno y popular, Es Bruc.

Ca’n Berto

 


Como restaurante más elegante, pero no menos a pie de playa, destacamos Ca’n Berto, en la misma urbanización Santo Tomás. Aquí van a disfrutar de un solomillo a la piedra excelente, buen cordero, buenos pescados y arroces y un menú del día de lo más conveniente en un marco idílico y con un trato excelente. No es pretencioso, y podría serlo en algunos casos, es todo lo que las palabras “más que correcto” dejan entrever.

Según el momento y la compañía, puede ser francamente encantador, y todo un quitapenas para los que buscan comer bien y de verdad rodeados de familia y amigos.

 

 

 

Bar Heladería Santo Tomás

 

Especialidades en desayunos y una gran variedad de tapas y pizzas, sin olvidar una extensa carta de bocadillos y hamburguesas. Todo ello acompañado de las más deliciosas copas de helados tradicionales.

Este atractivo local se encuentra en el EDIFICI Migjorn, y tiene un horario ininterrumpido desde 10 de la mañana, a las 12 horas de la noche. Perfecto para no preocuparse de la hora cuando se está disfrutando de la playa.

 

 

 

 

Don Tomás

 

Este restaurante ofrece especialidades en platos mediterráneos y arroces. Su carta incluye excelentes pescados y carnes, ensaladas, todo tipo de pastas y unos sabrosos postres.  Además de una amplio surtido de bebidas, dispone de una espléndida cerveza artesanal local para refrescarse. Todo ello en un entorno  espectacular, en primera línea de playa y todas las comodidades  de una gran sala y una piscina para los clientes. Dispone también de una zona infantil y, para quién lo prefiera,  de un servicio de comida para llevar.

 

Es Bruc, más que un arbusto


Es Bruc es, tal vez, el mejor chiringuito de playa de toda Menorca. Claro, si como chiringuito entendemos un lugar a pie de arena en el que comer algo en bañador y sandalias, Es Bruc es un chiringuito. Pero por su privilegiada localización, en el acceso principal de la playa de san Adeodato, con unas vistas al horizonte de quitar el hipo, el sueño y algo más, no es un chiringuito.
Además cuenta con un área de aparcamiento propia enorme en la que clientes y no clientes pueden dejar, y gratis, el coche y olvidarse de él. Tampoco es un chiringuito. Si además está abierto todo el día, da desayunos, comidas y cenas, incluyendo muna variadísima lista de platos combinados, especialidades a la brasa, pescados y mariscos… tampoco puede ser nada más que un chiringuito.
Es Bruc es emblemático por muchas razones más. No es raro que no admita reservas, pues siempre está hasta la bandera, pero es lo suficientemente grande y está lo suficientemente profesionalizado como para nunca tener que esperar demasiado para sentarse. Por favor, si están leyendo esto y tienen planes para pasar un día de playa por aquí, o por su otra sucursal en la zona poniente como la playa de Santandria, hagan caso de este consejo: no se lo pierdan. Y pidan lo que pidan de la carta, si les gustan las sardinas… ¡Tampoco se las pierdan!

Trebalùger y más


Trebalùger, Escorxada y Fustam. Tres calas de ensueño sólo para valientes. ¿Porqúe? Porque hay que tener buenas botas y mejor disposición para acceder a ellas por tierra, especialmente en pleno verano. A las tres se puede llegar desde Cala Mitjana, que merece capítulo aparte, y no disponen de ningún servicio cercano, son totalmente puras y vírgenes, por lo que se recomienda a los senderistas de la primera hornada que vayan equipados con agua para beber antes siquiera de plantearse la marcha.
Cala Trebalùger destaca, además de por ser la que menos paseo necesita, porque en ella desemboca un torrente que es paseo obligado para los practicantes del kayak. Menorca no destaca precisamente por su sistema fluvial, pero aquí el agua dulce ha creado alrededor de sus meandros un auténtico paraíso natural.
Escorxada y Fustam comparten varias características, siendo la más notoria los cuatro kilómetros de caminata obligatoria para descubrirlas. Por lo demás cabe aquí muy bien el símil taurino de que es muy fácil ver los toros desde la barrera. Si usted está leyendo esto desde la cabina de su embarcación, costeando Menorca, puede darlas por banales, dos calas más en este paraíso, pero no es la norma, no. Pasen y vean Escorxada y Fustam.

Binigaus, playa para todos

Preparados… listos… ¡Ya! Bienvenidos a Binigaus. Esta es la playa más deseada por los que vivimos aquí. Binigaus es la mayor playa virgen de toda Menorca y además es la más accesible. Basta dejar (u olvidar) el coche en el aparcamiento del restaurante Es Bruc, dirigirse hacia el agua y girar a la derecha para comenzar el viaje hacia nuestro punto de amarre en la arena.
Como todo lo bueno, al principio cuesta creer que el estrecho paseillo litoral que hay que caminar pueda estar escondiendo este fastuoso playón en el que familias y naturistas comparten el sol y el espacio sin ver un solo edificio a su alrededor.
Las aguas son mansas y cubren lejos, hay islotes de roca en los que los niños pasan horas de diversión jugando al escondite y a las zambullidas. Es muy difícil encontrar aglomeración, pues la playa se extiende hasta más de un kilómetro, hasta el barranco que da acceso a la cueva D’Es Coloms, conocida como la catedral por la amplitud de su bóveda.
Dos recompensas para los que hayan sabido llegar hasta el final: se pueden dar un reparador baño de arcilla, dejarlo secar al sol y descubrir lo que su cutis esconde. Pueden llegar nadando a una mini cala que está escondida a los ojos del común, tras las rocas donde muere el arenal.

Si no lo veo, no lo creo

El santo Tomás necesitó ver para creer, lo mismo le pasa al turista que descubre este fantástico arenal, homónimo del santo, de dunas de arena eternamente blanca, protegidas del paso de la gente por pasarelas de madera, en la que la afluencia no para hasta después de la caída del sol.
Esta playa es la hermana gemela más pequeña de Son Bou. Aquí los hoteles están en primera linea para que el alojamiento se convierta en privilegio. Como Son Bou, goza de todos los servicios posibles habidos y por haber: alquiler de tumbonas, patines y kayaks, restaurantes y tiendas a pie de playa, en fin, todo lo necesario para no tener que irse de aquí salvo que sea por capricho.
Aquí cabemos todos. Es medio kilómetro de imponente arenal, totalmente orientado al sur y sin ninguna interrupción visual en el horizonte, salvo las embarcaciones que van y vienen por aquí. Sus atardeceres son de película, hay accesos para discapacitados y, por si fuera poco, no termina: es apenas la puerta grande para descubrir Binigauss.